O tenía un elefante sobre mí, o no sé. Pero siento un enorme peso en la longitud de mi cuerpo. Como si algo quisiera enviarme para abajo ejerciendo presión. Pero no veo nada. Juro tener los ojos abiertos, y aun así la única imagen que puedo ver es completamente negra. Al instante, esa presión se hizo aún más fuerte y comencé a desesperarme, intenté emitir alguna palabra, mover mis manos, intenté también sentarme, pero fue todo en vano. Comienzo a oír un ruido de alguna máquina, un ruido que poco a poco se va haciendo continuo y muy fuerte. De pronto siento que esa presión logró su objetivo y me lanzó a la mierda.
Mi vista cambió el color y ahora pude notar un gran destello blanco. Como cuando paso un día encerrada en casa y cuando decido salir, el sol me vuelve ciega, así. Oí voces... pero sólo una captó mi atención, un hombre dando indicaciones.
"¡Pásame el desfibrilador, Justin! ¡La perdemos, no hay tiempo! ¡Vamos equipo, uno, dos, tres! De nuevo, otra vez, otra vez. "
Y en cada aliento de ese hombre, sentí como mi cuerpo se elevaba, queriéndome regresar del lugar donde me tiró aquel incógnito peso. Y poco a poco volví a sentirme liviana otra vez.
"Buen trabajo, equipo."
Dijo la misma voz.
Mis ojos se cerraron, no sé que hice hoy, pero estoy agotada.
—Mi niña bella... cuánto me duele verte aquí, y así. Eres una leona. —dijo mi abuela, supuse por su voz. Aunque se notaba un tanto quebrada, al borde del llanto. —Sabes.... siempre tuve una mente bastante limitada, claro, por el feminismo. Junto a tu madre, creíamos que tu estabas desperdiciando tu verdadero sexo. Entenderás lo que digo, te la pasabas jugando al fútbol con tus hermanos y primos, siempre rechazabas las invitaciones de tus primas para hacer la hora del té. Te negabas a ir al spa. Preferiste siempre las armas antes que el maquillaje. Y ahora que lo veo.... siempre estuviste bien. Ésta es nuestra realidad. El narcotráfico. Droga, muerte, armas, sangre, alcohol. Desde esa vez en que tu abuelo me confesó ser narcotraficante, lo acepté. ¿Por qué? Además de aceptarlo porque era el hombre de mi vida, lo acepté porque supuse que simplemente trataba de entregar ese polvo y recibir dinero. Pero desde que se fue, entré en un estado total de negación. Me centré en mi persona, y en criar nietos fuera de ese mundo. Imposible eh.... todos me resultaron unos buenos narcotraficantes. Tú, _____, eres la que me está enseñando lo que es ser fuerte, claro que sentimentalmente, porque si hablamos de físico, yo con estas arrugas y la flacidez, paso de largo. —rió.— Cambiaré, hija. Te lo prometo...—dijo segura de si misma. Tomó mi mano entre las suyas y las acarició. En un intento desesperado de contestarle, sólo pude apretar su mano.
—Oh, ____. Estás aquí. —sollozó y me dio un húmedo beso en la frente. —Enfermera, enfermera! Ella ha despertado.—gritó.
Enseguida oí como poco a poco iban entrando al lugar en donde estaba, y le hacían cuestionarios a mi abuela. Hasta que distingo la voz de mi padre a lo lejos, estaba segura de que era él. Gritó, estaba peleando con alguien. Intrigada, intento abrir mis ojos con todas mis fuerzas, y lo hago, aunque la luz de la habitación me deja en un total estado de ceguera momentánea.
—La tenemos nuevamente. Bienvenida, ____. —me dijo una cálida enfermera.
—¡Papá! —grité.— ¡Papá, ven aquí ahora mismo! Maldita sea, ¡¡¡¡JACOB YEUN!!!—dije más desesperada aún. Reaccioné así porque sé como se pone papá cuando está así. Probablemente le robe las tijeras a un cirujano y después le saque las tripas para luego lucirlas como collar. Sí, así de sádico.
—Tranquila señorita, no debe alterarse. Yo llamo a su padre ¿Está bien? —dijo la enfermera de antes tomándome la mano mientras acomodaba el suero.
—Por favor, tenga cuidado. —advertí.
Ella salió de la sala sigilosamente en medio de tanto griterío. Tal como salió, volvió a entrar con papá y John calmándolo por detrás.
—Hija. —dijo para luego acelerar su paso y terminar su recorrido en mis brazos. Me dio un beso en la frente y se quedó mirándome unos segundos. John solo se limitó a sonreírme desde la punta de la cama.
—¿Dónde están los demás? —pregunté ya que no había nadie más en la habitación. Y por lo que veía, afuera tampoco.
Papá dio un profundo suspiro y John borró su sonrisa. Poco a poco se sentaron a los costados de la cama en donde estaba conectada. John tomó mi otra mano y papá me dio un beso sonoro y prolongado en la frente, nuevamente. Cuando terminó, apretó muy fuerte sus ojos y luego me miró.
—Están en la funeraria, hija.... —dijo sumamente cuidadoso. Me pregunté porqué estarían en una funeraria. ¿Habrá muerto algún colega de papá, acaso algún primo lejano suyo? No lo sabía.
—¿Quién murió, papá? —pregunté lo bastante curiosa.
—Papá, no creo que debas hacer esto. No ahora. —intervino mi hermano.
Comencé a asustarme. ¿Tanto podría afectarme? Ellos saben que no desarrollo sentimientos facilmente hacia la gente.
—Papá, dime. —ordené.
—¿Estás segura? No quiero poner en riesgo tu salud de nuevo.
—Escúpelo, ya.
—En el enfrentamiento con Spencer... le dispararon a Tomas. —dijo dejándose caer al suelo. —Perdón. —sollozó.
Mi corazón comenzó a bombear más rápido de lo normal. Quiero creer que lo que oí es sólo un efecto secundario de algún medicamento que me dieron. Lo miré a John con los ojos vidriosos esperando que me diga que es mentira. Pero demostró lo contrario. Susurró un suave "lo siento" y se acercó a abrazarme. Me negué. Lo empujé de la cama como pude.
—Eso es mentira, papá. Él está con la abuela, esperándome.—dije desesperada negándome a creerle. Inspeccioné la habitación con mis ojos y no había nada ni nadie. —Tomas, cariño. Ven con mamá. —lo llamé. Nadie me respondía. —Bebé, estoy despierta. ¡Me desperté para que hagamos el día de campo que te prometí! Ven a darme un beso—seguí insistiendo.
—¡Que está muerto, _____! —dijo John explotando.
—¡No, hijo de puta! Mi niño está vivo, lo sé. —dije largándome en llanto. Me saqué los tubos de la nariz y me arranqué las agujas de mis brazos. Chillé del dolor pero eso no me iba a impedir desmentir a mi padre. Abrí la puerta de la habitación y los pasillos estaban vacíos.
Decidí volverme a la habitación, y mi padre estaba abrazando a John.
—Mi niño... —susurré y caí al suelo desconsolada.
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Destructora (Kai y tú)
FanfictionNoralí Yeun pertenecía a una familia narcotraficante. Un día, los Vélez quisieron tomar su territorio y comenzó una gran guerra de familias. ¿Alguna de éstas dos familias ganará? Para los jóvenes de las familias la guerra es casi inexistente.