Cap. 12

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Abandoné rápidamente el cuerpo de la chica y fui a ver que carajos pasó. 

Cuando llegué al final del pasillo pude ver a Tony agarrándose muy fuerte la pierna derecha. Su cara demostraba dolor. Seguro que el hijo de puta le había dado. 

Bien. Conmigo no iba a poder. Regresé sigilosamente hasta el cuerpo de la hermana de Kai y lo volví a arrastrar hasta mi destino. Cuando estuve frente a Kai, pude ver cómo aún lo tenía atrapado a Claudio. 

- Deja a mi hermano, o mato a la tuya. No te tendré compasión, ya lo sabes Kim - dije apuntando al pecho de la joven, que por cierto ya se estaba despertando. - Hola cariño, mira, de tu hermano depende que te mate o no. - le dije a la chica con una sonrisa sádica en mi rostro. 

Ella comenzó a agitarse y a agarrarse el cuello desesperadamente.

- ___. Es asmática y está teniendo un ataque ahora mismo. 

- Genial entonces. Qué prefieres Kim? Que acabe con su sufrimiento o que se muera por si misma? 

- Maldita sea, zorra. Aquí tienes a tu pinche hermano. - dijo Kai aflojando su agarre de Claudio y dirigiéndose hasta su hermana. 

Claudio se puso en pie como pudo e inhalaba con mucha exageración.

- Kim, si quieres que tu hermana se salve, corre hasta tu casa y búscame su inhalador. ¡YA!

- ___, ¿acaso estás loca? ¿Piensas ayudar a una Kim? - me preguntó Claudio incrédulo.

- Tú mejor cállate, marica. Y cuidado con que papá se entere porque yo me encargaré de cortarte las pelotas y lanzarlas al río. 

- Mi hermana ya se acabó su último inhalador.

- Mierda. Entonces, tú, apóyate sobre la pared - le dije  a la hermana de Kai. - Y tú, Kim, masajea su espalda y haz que se apoye sobre ti con sus manos en su cabeza, ya vuelvo. 

Salí corriendo lo más rápido que pude de allí para pedirle un inhalador a mi abuela. Cuando entré a casa divisé a mi abuela leyendo el diario apoyada en la cocina. 

- ¡Abuela! Necesito que me digas donde hay inhaladores, ya, es urgente.

- Tranquilizate niña. Están en el sótano sobre el piano en una lata de galletas.

- Bien, gracias.

Volví a correr otra vez hasta el sótano, que quedaba atrás de casa. Por lo que tuve que atravesarla toda para poder salir por la puerta trasera. Cuando entré al sótano casi tumbo la puerta. Jamás me había desesperado tanto por querer ayudar a alguien. Es más, me planteé el por qué mierda estaba ayudando a una Kim. No lo sé. Pero ese no es el caso. 

Después de revolver las quinientas latas que había sobre el piano, hallé los inhaladores. También me traje un par de vendas y rifocina, mi primo debe estar desperdiciando sangre por intentar salvar a Claudio. 

Salí corriendo de nuevo hasta que recordé que debía llamar a una ambulancia si o sí. Bueno, le diría a alguno de los que estaban en el pasillo que lo hicieran. Supongo que la ambulancia iba a llegar dentro de una hora, ya que viene desde Texas. Espero que la joven aguante mucho. O no. 

Cuando al fin llegué, noté que las respiraciones de la chica habían cesado y ya no eran tan agitadas como las de antes. 

- Toma, aquí encontré un inhalador, tú sabes que hacer. Antes que nada tranquilízate. - dije entregándole el inhalador a la hermana de Kai. Éste último me quedó mirando raro. No le di importancia.

Ahora debía ocuparme de Tony. 

- Claudio, llama a una ambulancia. - le dije a mi hermano menor. 

- No lo haré, no para este par de basuras.

- ¡Que llames mierda! No te pregunté. Me aseguraré de que hayas llamado cuando termine aquí. 

Oí como salió del lugar bufando. Que idiota.  Bien, no veía a mi primo por ningún lado.

- Kai, ¿Viste a Tony? 

- Está en el granero.

Me dirigí rápidamente al granero y efectivamente allí estaba. Apoyado sobre un  gran puñado de heno mientras tapaba su herida fuertemente.

Me acerqué hasta él y retiré su mano de la herida. No me hizo falta subir su pantalón ya que estaba usando un pantalón deportivo. Rayos, estaba sangrando mucho. 

Coloqué unas vendas en la herida y éstas se empapaban rápidamente por lo que continué poniendo más. Era una hemorragia. No podía pararla. Sólo había una manera. Un torniquete, pero dolería mucho. Nunca en mi vida hice uno, pero me arriesgaré. 

Tony tenía una toalla colgada al rededor de su cuello así que se la retiré y como pude la rompí para obtener dos pedazos iguales. Pasé una venda por debajo de su pierna y coloqué los pedazos de toalla a cada lado, seguidamente hice un nudo fuerte y Tony gimió muy fuerte.

- No mires, sé que duele. Tony, todo va a estar bien. Confía en mi. 

Tenía que buscar algo duro para ejercer presión sobre la herida hasta que vi un rastrillo escondido entre los bultos de heno. Me dirigí hasta allí y con toda la fuerza que pude partí el palo a la mitad. Mi hombro no estaba para nada bien pero debía hacer un esfuerzo. Como el palo quedó muy largo tuve que volver a partirlo.

- KAI! Arranca la camioneta que está afuera, debemos llegar cuanto antes al hospital, los dos están mal! - grité fuerte para que Kai pudiera oírme. 

Seguí con el procedimiento agarrando uno de los pedazos de madera que había cortado recientemente y lo coloqué en el pequeño espacio que quedaba entre las toallas y la venda. Volví a hacer un nudo. Y ahora llegó la hora del sufrimiento. 

Me saqué la camisa que llevaba puesta y se la di a mi primo para que la muerda, tenía que pasar un poco su dolor. 

- Bien, a la cuenta de uno, dos, tres - dije hasta que finalmente tomé el nudo y giré el palo que se hallaba sobre la herida. Supongo que debería aguantar tres vueltas. 

A Tony se le caían las lágrimas. Cuando por fin estuve en la tercer vuelta, oí la bocina de la camioneta de Carl. Era Kai seguramente.

- Bien, primo. Pasa tu mano por mi hombro, nos vamos al hospital.

Hizo lo que le pedí y lo llevé hasta la camioneta, donde Kai me estaba esperando con la puerta abierta. Su hermana estaba en el asiento delantero. Yo iría con Tony para asegurarme de que esté bien. 

Kai me ayudó a subirlo y luego entré yo. Mi primo estaba muy  transpirado, pobre. Pero por lo que pude ver, su herida había parado de sangrar. Un alivio.

Kim se subió luego de cerrar mi puerta y puso en marcha la camioneta. Una vez estuvimos en plena carretera, pude notar como me miraba por el espejo retrovisor. 

Yo lo miraba, y él me miraba. Era como un juego de miradas, pero estaba cagada porque no iba prestando atención a la carretera, por más que ésta estuviese vacía.

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Destructora (Kai y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora