Cap. 26

44 2 5
                                    



—Parece que alguien tiene hambre —dije retirándome de encima de Kai. Tomé una bata y me envolví en ella. Pude sentir un silbido pícaro de parte de Kim.  — Ya, ya. Encárgate de terminar que tu musa no podrá hacerlo por ti. —dije riendo. 

Cuando salí de la habitación la niña estaba roja de tanto llorar. Me sentía un poco culpable por dejarla aquí. Y si, efectivamente tenía mucha hambre. La tomé en brazos y le di suaves palmaditas en su espalda mientras iba a la cocina. Rebusqué en el bolso que preparé para ella, y encontré su biberón junto a la leche y su fórmula. Calenté su leche hasta un punto medio. En ese momento recordé cuando mi madre preparaba los biberones de Pedro y Lautaro, antes de dárselos se echaba una gotita de leche en el dedo para comprobar si estaba bien. Lo mismo hice y estaba en perfecto estado. Subí a la habitación y me recosté en la cama con la niña apoyada en mi pecho y le di su biberón. Poco a poco fui cerrando mis ojos.

Mi celular comenzó a sonar y desperté alarmada. 

  —¿Hola?  —respondí.

  — ____ —dijo mi hermano Tobias, llorando. Enseguida empecé a alarmarme. Dejé a la niña sobre la cama y me levanté dando vueltas por la habitación. 

  —Qué mierda pasa, Tobias. 

 — Es que.. no sabes.

  —¡No, no sé! Ya, suéltalo.

 —Tendrás un sobrino! —oh, maldición, con que eso era. Mi corazón estaba a punto de salirse por mi boca. 

  —Deberías haberte calmado, me asustaste mucho. Pensé que le había pasado algo a alguien. 

 —¿Qué no estás contenta?

   — ¡Claro que lo estoy! ¿Cómo lo llamarás? 

  — Estaba pensando en ponerle Noah

 —No, ese nombre se lo pondré yo a mi futuro hijo. Elige otro. ¿Que tal Alejo?

  — Es un nombre precioso, ___. Alejo Yeun. Me gusta.  

  — Ya me imagino su cara. Moreno como tú, ojos claros iguales a los de mi madre. Labios en forma de frutilla como Sarah y alguna que otra peca. ¡Ayyyyyyyyyyyyyyyy!

 — Aún faltan 5 meses, hermana. Todo puede ser. ¿Cómo se ha portado la bebé? 

  —Excelente, aunque llora mucho pero es propio de la edad. 

 — ¿Y Kai?

  — ¿Kim? De seguro en su casa, ¿para qué quieres saber? 

 —No te hagas la tonta, ____. Sé que estás con él. 

  —Estoy en lo de una vieja amiga en Chihuahua.

 —Vamos. Tú no tienes amigas, y menos de las afueras de Texas.

  —Oh, campeón, si las tengo. Sólo que tú no la conociste. 

 —Mmmm, haz que te creo. Uno de estos días hablaré contigo para acordar una cosa. Nos vemos.

Allí se cortó la llamada. Mierda, mi hermano sabe lo de Kai y yo. Ojalá no se le ocurra contárselo a nadie. Enseguida sentí pasos desesperados viniendo hacia la habitación.

  — ¡Es un niño, ___! Seremos tíos de Cristopher  —dijo Kai emocionado.

  —Corrección, Kim. Es Alejo. 

 — Mi hermana acaba de decirme que se llamará Cristopher.

  —Y mi hermano me dijo que se llamará Alejo. Y se llamará Alejo. 

  —Está bien, lo decidirán los padres.

 Ya eran las nueve de la noche y aún no había cenado. Kai propuso que saliéramos a cenar a la zona céntrica de la ciudad. Y así lo haríamos. Me alisté y lo hice también con la niña. Kai terminó de hacer lo mismo y nos subimos al auto. El camino transcurrió en paz y llegamos hasta el restaurante. Kai insistió en llevarme a uno alejado de la ciudad, muy lujoso por cierto. Pero mantuve mis valores y optamos por ir a un lugar donde hacían carne asada. Mi abuelo era mitad mexicano mitad argentino, y siempre que íbamos a su casa nos esperaba con una de las mejores carnes asadas del mundo. Era tan fan de esa comida que aprendí a hacerla yo misma, aunque hoy no estaba con ganas.

  — Buenas noches, aquí les dejo la carta.  —dijo una simpática mujer entregándonos la carta. Se retiró y fue hasta detrás del mostrador. Intercambió palabras con una chica joven que había iniciado la conversación. Me pareció una actitud sospechosa. 

  —Y bueno, mi destructora. ¿Qué pedimos?  —preguntó utilizando ese fastidioso adjetivo. 

  — Bueno, pues estamos de suerte. Hay carne asada como menú principal. A la niña le pediré un poco de pollo con verduras. ¿Tu? No me digas que pedirás langostinos con ensalada italiana.   —dije bromeando. 

  — Que graciosa eres. Pediré lo mismo que tu.  

Pude ver como las mujeres seguían hablando hasta que una de las más jóvenes se acercó hasta la mesa con su mirada puesta sobre Kai. Para evitar malos entendidos, me levanté y le dije que haría el pedido en el mostrador. Me puso mala cara y volvió conmigo para tomarme el pedido. 

  —¿Por qué no dejaste que se acercara a tomarnos el pedido, ____? —preguntó Kai frunciendo el ceño.

  —Porque sé detectar putas. —terminé de decir esto y la bebé vomitó la leche que acababa de tomar hace un rato. Decidí llevarla al baño y limpiarla allí. —Espérame aquí, si?

  — Aquí estaré, nena.  —dijo Kai sonriendo. 

Una vez en el baño, puse a Anne sobre el mostrador y la limpié. Luego lavé mis manos y reemplacé su suéter por un buzo. Volví a la mesa. Vaya sorpresa me encontré. La niña de antes sentada en mi lugar, hablando muy plácidamente con Kai. Mierda, que coraje me dio. Tristemente recordé una situación del pasado que me había roto el corazón. Estaba yo, jugando videojuegos hasta que el aburrimiento me inundó. Y a simple vista estaba el celular de mi madre en ese entonces. De curiosidad lo había tomado y tenía un mensaje pendiente. Opté por mirar el mensaje y leerlo me rompió el corazón. "Amor, que bien estuviste anoche. No veo la hora de que te divorcies de tu marido y dejes a esos niños que no sirven para nada. Yo te daré unos hijos soñados. Te amo, y nos vemos mañana." Sí, mi madre le era infiel a mi padre. De ahí el motivo de por qué no la quería. Nunca se lo dije a mi padre por miedo a que se separen, pues sabía que para él, mi madre era su mejor complemento. Y sé que es algo muy exagerado comparado con esta situación, pero sabía que si dejaba que su conversación fluyera, se iría todo a la mierda. No quería arruinar una relación de casi un mes por una perra calienta pollas. Justo cuando me estaba dirigiendo hasta la mesa, la joven había tomado un pedazo de calabaza con sus manos y estaba punto de dársela en la boca a la niña. Llegué y tomé su mano antes de que alcanzara a dárselo. Que poco higiénica.

  —Abandona ese sitio y vete de mi vista si no quieres ver un brote psicótico en vivo y en directo, cariño.  —le dije en su oído. Un poco asustada, la chica dejó el lugar y se volvió hasta su puesto de trabajo. 

  —¿Qué fue eso, ___?  —preguntó Kai.

  —Simplemente prevengo que nuestra relación se vaya a la mierda. 

 —Sólo me estaba preguntando que beberíamos.

  —Sólo te estaba haciendo caer en sus redes. Dime, ¿que clase de mozo toma asiento para escribir mierda en un puto papel?

 —Cálmate, ____. Se nos enfriará la comida. 



Destructora (Kai y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora