Capitulo 5

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El domingo amaneció lluvioso. Ana, tras dar los buenos días a su hermana y ver que ésta no le correspondía, se metió en la ducha deseando que el enfado se le pasara pronto. Había dormido fatal. No conseguía sacar de su cabeza a Christian. Cada vez que cerraba los ojos, le veía ante ella, desnudo, poseyéndola. Una parte de ella deseaba verle de nuevo, pero la parte racional le indicaba que era mejor dejarlo correr.

Tenía un buen trabajo, que le gustaba, y un jefe que la trataba bien. No estaba dispuesta a perder su empleo por un desafortunado incidente con el hijo de su jefe y ¡con lo mal que estaban las cosas en seattle en ese momento! "Por favor, Dios, por favor, ya sé que nunca me acuerdo de ti, pero esta vez ayúdame. Que no se sepa lo que ha pasado con Christian. Te lo suplico, que el señor Grey no se entere nunca."-rezó mientras se secaba con la toalla.

Cuando salgo del baño, Kate estaba apoyada en la pared de enfrente con una sonrisa en los labios. 

-Tienes la oportunidad de redimir tus pecados conmigo.

-Lo siento, Kate, de verdad. Siento mucho haberte jodido la noche, pero es que....

-No quiero que me pidas perdón. Quiero que hagas otra cosa.-le dijo a Ana sin dejar de sonreír.

-Tú dirás.

-Me acaba de llamar Martín, el amigo de tu querido Christian Grey, y hemos quedado con ellos esta tarde a las cinco para tomar café. Ana casi se cae de culo al oírla.

-¿Cómo que hemos quedado con ellos? Querrás decir que has quedado tú con Martín.

-No, querida, no. Martín me ha dejado bien claro que tenemos que ir las dos, porque si tú no vas, Christian vendrá a buscarte. Quiere hablar contigo.

-Pues dile que estoy enferma, no sé, cualquier cosa, pero por favor Kate, no me obligues a ir. No quiero verlo.-le suplicó Ana a su hermana.

-¿Pero qué te pasa? ¿Por qué te pones así? ¿Dónde está la Ana que le planta cara a los hombres  y los manda a la mierda cuando no le interesan?- dijo Kate enfadada.

-Es el hijo de mi jefe.- contestó Ana apretando los dientes para controlar su rabia.

-¿Y qué? Es un chico como cualquier otro. ¿Qué hay de malo en que salgas con él y de vez en cuando te lo tires?

-¿Cómo es posible que no lo entiendas?-gritó Ana desesperada a su hermana- Si mi jefe se entera, perderé el empleo porque pensará que quiero cazar a su hijo y de paso su fortuna.

-Déjate de historias, Ana, que esto no es una telenovela. A las cinco vendrán a buscarnos, así que estate preparada.

-¿Qué vendrán a buscarnos? ¿Les has dicho donde vivimos? ¡Por Dios, Kate! Te mato, te juro que de esta, te mato.

-Mira guapa, te lo diré por última vez. A las cinco vendrán a buscarnos dos hombres buenorros, con los que vamos a salir esta tarde, te guste o no. Si tú no quieres hablar con Christian, no le hables, pero debes hacer acto de presencia, así que ponte guapa y no me jodas la tarde, como me jodiste ayer la noche. Martín me gustó mucho y si tengo la oportunidad de tener algo con él, ten por seguro que lo intentaré.

Christian y Martín estaban en el coche esperando que las chicas bajasen a la calle. Llovía a mares. Ambos miraban a su alrededor contemplando el barrio donde vivían ellas. Nunca habían estado en aquella parte de la ciudad y les resultó agradable, con su ancha avenida central, el parque con la salida del metro y la gente que caminaba por la calle cubriéndose con el paraguas bajo la intensa lluvia. Christian se fijó en una pareja joven que se besaba en una esquina bajo el paraguas. Sonrió. Él nunca había hecho eso.

Entre Mis Brazos ( Christian - Ana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora