Capitulo 18

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Recorrieron las diversas estancias que componían el ático de Christian.

Tenía una pequeña sala con chimenea, dos sillones frente a ella e infinidad de libros en las estanterías de madera que cubrían las paredes de aquel cuarto. De ahí pasaron a otra estancia en la que únicamente había una mesa de billar y un minibar con dos taburetes. Después se dirigieron a las habitaciones.

 En la de Christian, una gran cama con el cabecero de forja dominaba la estancia. A ambos lados de la misma, unas mesitas con dos lamparitas iguales a la que colgaba del techo, y en un rincón una guitarra eléctrica roja y blanca apoyada en un soporte especial para ella.

 Una de las paredes estaba totalmente acristalada y se veía la enorme terraza que antes había observado desde el salón. En otra pared, dos puertas. Una era la del baño, todo de mármol negro, con una gran bañera incrustada en el suelo.

La otra puerta daba a un grandioso vestidor, donde absolutamente todas las camisas, pantalones, trajes, zapatos y demás, estaban pulcramente ordenados.

—¿Impresionada?—preguntó Christian al ver que Ana admiraba tanto lujo boquiabierta.

Ella asintió, sin saber qué decir.

—Las otras dos habitaciones son para los invitados. Aunque de momento nadie se ha quedado a pasar la noche. En realidad, nunca he traído a una chica aquí. Tú eres la primera.—le confesó.

Ana se sintió halagada.

—Me da pena que tengas una casa tan grande y que vivas sólo. ¿No sientes la necesidad de compartirla con alguien? —le preguntó Ana.

—Bueno, este fin de semana voy a compartirla contigo.

La atrajo hacia él y la besó.

—Si me enseñas mi habitación, puedo...—comenzó a decir Ana, pero Christian la interrumpió.

—Ya la estás viendo. —dijo Christian señalando la estancia donde se encontraban.— ¿O me vas a dejar solo en esta cama tan grande? 

Ana le volvió a besar, con los brazos aún enroscados en su cintura. Y Christian continuó:

—¿Te apetece beber algo? Vamos al salón.

Cuando llegaron, Christian sacó una botella de champán de la nevera de dos puertas que había en la cocina y un par de copas, mientras Ana deambulaba por el salón admirando los cuadros. Se acercó al equipo de música en el momento en que Christian le tendía una copa de champán, que ella cogió.

—¿Puedo saber qué estabas escuchando?—preguntó al tiempo que encendía el equipo de música.

La voz de Steven Tayler, el cantante de Aerosmith, inundó la estancia con las primeras frases de la canción.

"Come here, baby,

You know you drive me up the wall......"

Ana reconoció la canción enseguida. "Crazy". Cerró los ojos y empezó a tararearla. Christian se sentó en el sofá para contemplarla. Estaba preciosa con esa falda gris, la camisa blanca y el pelo recogido en un moño bajo del que, como siempre, se le escapaban varios mechones rebeldes. La luz de aquel atardecer otoñal que entraba por las ventanas le daba un tono dorado a su piel y al verla tan ensimismada, imitando la guitarra con sus manos, deseó parar el tiempo para que nunca terminase ese momento. 

Ana abrió los ojos y al ver que Christian la observaba con una sonrisa en los labios recostado en el sofá, se acercó a él.

—Me encanta esta canción de Aerosmith. Cuando la oigo, pienso en ti.—le dijo Christian y cantó mirando a Ana fijamente a los ojos las

Entre Mis Brazos ( Christian - Ana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora