CAPITULO 35

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Cuando regresaron a Seatle, su vida volvió a la rutina. Durante el día Christian  preparaba todo lo necesario para el negocio de centros de belleza que iba a abrir con Ángela y cuando Ana terminaba su jornada laboral, la recogía en la oficina y disfrutaban del resto de la tarde juntos.

Una  mañana, aparecieron en la empresa Christian, Martín y Ángela. Tras saludarse con un tímido beso, a Ana seguía dándole vergüenza que sus compañeros supieran que mantenía una relación con el hijo del jefe, pasaron al despacho de Del señor Grey para tratar el tema del seguro del futuro negocio, cobertura de la póliza, Ana estaba que echaba espuma por la boca de sobremanera la forma en que Ángela se colgaba del brazo de Christian  y le acariciaba la mano mientras no dejaba de sonreírle, pero supo que ella lo hacía únicamente para fastidiarla.

Christian  amaba a Ana y eso, las caricias de la Barbie, no podrían cambiarlo. Cuando la reunión acabó, fueron a comer todos juntos, excepto Ana que tuvo que quedarse revisando los documentos y haciendo las gestiones oportunas para dar por concluido el asunto. Estaba absorta en su trabajo cuando sonó el teléfono.

Contestó mecánicamente como siempre hacía y se quedó helada al oír al otro lado de la línea la voz de Grace, la madre de Christian, preguntándole por su marido.

—Ha salido a comer y volverá en una hora.—contestó Ana con profesionalidad— ¿Quiere que le deje algún recado al señor Grey?

—No, querida.—le respondió la otra con altivez— Pero voy a aprovechar la oportunidad para recordarte que sigue en pie mi propuesta. Piénsalo bien y dime cuánto quieres por salir de la vida de mi hijo.

—Señora pierde el tiempo, se lo aseguro. No voy a dejar a Christian. Nuestro amor no está en venta.—dijo Ana tratando de controlar la furia que crecía en su interior.

—Todo el mundo tiene un precio, querida, sólo tienes que saber cuál es el tuyo. Cuando encuentres la respuesta, dímelo. —le respondió Grace antes de colgar.

—Será hija de puta...—masculló Ana una vez que la conversación habia  terminado.

A las seis de la tarde Ana apagó el ordenador y bajó al vestíbulo donde la esperaba siempre Christian.

Se sorprendió al llegar y no verlo. Pensó que le habría surgido algún imprevisto pero lo  extrañó que no la hubiera llamado para informarla de su retraso. Le mandó un mensaje, pero él no respondió. Una hora después, cansada de esperar, cogió el metro y volvió al ático. Al llegar lo encontró vacío. Llamó de nuevo a Christian  pero le saltó el buzón de voz, así que le dejó un mensaje de que estaba en casa y que la llamase cuando pudiera. A la hora de cenar, seguía sin saber nada de Christian. Llamó a Kate y le contó lo sucedido. Martín ya estaba con ella desde hacía varias horas. Lo único que supo decirle fue que Christian y Ángela, después de comer, se fueron a ver cómo marchaban las obras en los dos centros de belleza que iban a abrir a finales de enero.

 Ana sintió muchísima rabia al saber que Christian estaba con la Barbie y como no contestaba a sus llamadas ni sus mensajes se temió que estuviera sucediendo algo entre ellos. Dejó la mesa como estaba, con la cena en ella enfriándose, y se acostó. Lloró hasta quedarse dormida imaginando a Christian entre los brazos de Ángela, sucumbiendo a sus encantos.

Se despertó con la boca de Christian en su sexo. Con largos lengüetazos que en poco tiempo conseguirían llevarla al clímax. Intentó apartarle pero él no la dejó. Cogió las manos de Ana y se las sujetó a ambos lados de la cadera para que le dejase continuar. Succionó su clítoris, lo mordisqueó y poco a poco fue introduciendo la lengua en su coño para follarla con ella, mientras Ana se retorcía de placer. Entraba y salía de ella con deleite, tragándose todos los fluidos de Ana, absorbiendo cada uno de sus espasmos hasta que consiguió que el orgasmo recorriera su cuerpo por entero. 

Entre Mis Brazos ( Christian - Ana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora