CAPITULO 30

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Llegó el sábado y Ana estaba terminando de vestirse para acudir a la gala benéfica cuando entró Christian en la habitación vestido con un esmoquin negro de Armani. Se quedó impactada al verle tan irresistiblemente guapo y pensó con orgullo lo afortunada que era por tener a un hombre así en su vida. Christian la contempló unos instantes. Estaba especialmente bella esa noche. Finalmente,

Ana se había decidido por un vestido largo de Versache, en color negro que realzaba su piel de porcelana y su melena castaña. Tenía el escote "palabra de honor" El pecho lo llevaba todo drapeado y pequeños cristales de Swaroski salpicaban toda la falda del vestido. El pelo se lo había recogido en una sencilla coleta, a la que había rodeado unos de le susurró contra su piel:

-Eres la criatura más hermosa que he visto en mi vida. Me siento muy afortunado de tenerte conmigo. Te quiero. Ana se giró para quedar de cara a él y rodeándole el cuello con los brazos, contestó:

-Estás guapísimo. Creo que esta noche voy a ser la envidia de muchas mujeres.

-Es a mí a quien van a envidiar por tener una novia tan preciosa. No te separes de mí en toda la noche, ¿de acuerdo? Quiero que todo el mundo sepa que eres mía.

-Y tú mío.-le contestó Ana besándolo.

-Por cierto, te falta algo. Cierra los ojos. Ana hizo lo que Christian le había pedido. Le oyó andar por la habitación, abrir un cajón, cerrarlo y volver donde estaba ella.

Sintió que ponía algo frío en torno a su cuello. "Un collar", pensó Ana. Después le puso unos pendientes, más tarde una pulsera y finalmente, le quitó el reloj.

-Ya puedes abrir los ojos. -le dijo Christian en apenas un susurro.

Cuando Ana se miró al espejo comprobó que Christian le había puesto una hermosa gargantilla de oro blanco con esmeraldas alrededor del cuello. Los pendientes y la pulsera hacían juego con ella.

-El reloj no lo vas a necesitar.-le dijo Christian-Y estás más elegante sin él. De todas formas, te compraré uno. Ese que llevas no me gusta.

-Christian es preciosa -dijo Ana tocándose delicadamente con los dedos la gargantilla-Muchísimas gracias.

-Elegí las esmeraldas porque es un color hermoso y cuando la vi, me recordó a ti.

-Todo esto es demasiado...-acertó a decir Ana, a quien la emoción del momento le estaba llenando de lágrimas los ojos.

-Todo es poco para ti, mi amor. -dijo él cogiéndole la cara entre las manos y dándole un tierno beso en los labios.-Vamos. La limusina ya ha llegado.

-¿Vamos a ir en limusina?-preguntó Ana alucinada-¡Joder! Me siento como Julia Roberts en "Pretty Woman".....menos en lo de ser puta, claro.

Christian soltó una tremenda carcajada al oírla y poniéndole sobre los hombros una estola de piel blanca, la condujo hacia la puerta de casa. La cena benéfica se celebraba para recaudar fondos para una asociación de ayuda a la drogrodependencia y cuando Christian y Ana entraron en el gran salón, cientos de cabezas se giraron para seguir su camino con los ojos. Ana se aferró con fuerza al brazo de Christian y su respiración se tornó más agitada. Éste, al darse cuenta del nerviosismo de la joven, posó su mano sobre la de ella y acercándose a su oído, le susurró:

-Tranquila, cielo. Todo va a ir bien. Y no me aprietes tanto el brazo, que me lo vas a arrancar.

Ana lo miró y le sonrió por el último comentario. Respiró hondo varias veces hasta que se tranquilizó. Varias mujeres se acercaron a saludarle, cayéndoseles la baba por Christian, según pudo comprobar Ana, pero tras presentarles a ésta como su novia, la sonrisa se les heló en la cara. Se despidieron amablemente de ambos y de nuevo se quedaron solos.

Entre Mis Brazos ( Christian - Ana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora