CAPITULO 40

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Pasaron varios días y el dolor y la angustia fueron remitiendo. Pero Ana no conseguía sacar de su cabeza a Christian. Tenía sueños en los que aparecía junto a ella en la cama, haciéndole el amor y al llegar al clímax, susurraba el nombre de Ángela, en lugar del suyo.

Otras veces, soñaba que corría hacia ella por la playa de Copacabana pero al llegar a su lado, éste desviaba su rumbo y continuaba hacia Ángela que se encontraba tras ella. Se despertaba empapada en sudor, a pesar de estar a finales de enero y con la calefacción de la casa apagada, y lloraba desconsoladamente hasta que de nuevo, volvía a dormirse.

En el trabajo no lograba concentrarse del todo y el señor Grey, al verla tan pálida y ojerosa, le sugirió que se tomara unos días de vacaciones pero ella se negó. Necesitaba mantener la mente ocupada para no pensar tanto en su desgarrado corazón.

Una mañana, la madre de Christian, Grace, apareció en la oficina. Había ido para almorzar junto a su marido. Antes de entrar al despacho de ésta, se acercó a Ana, que tras su mesa simulaba no haberla visto, y con una sonrisa de satisfacción, Grace le dijo:

—No sabes cuánto me alegro de que ya se te haya acabado el amor con mi hijo. Por fin se ha dado cuenta de que no eres la mujer adecuada para él.

Ana continuaba trabajando mientras se mordía la lengua para no decirle cuatro cosas a la estúpida señora Grey, pero ella tenía que seguir humillándola por lo que continuó diciéndole:

—¿De verdad pensaste que podías conseguir a un hombre así? Una chica como tú, sin clase, sin cultura, una barriobajera del extrarradio de Seattle....

Aquello fue demasiado para Ana. Al oír el último comentario, saltó de la silla y encarándose con una enjoyada Grace, le gritó fuera de sí:

—¡Escúchame bien, vieja! La próxima vez que vuelvas a hablar conmigo, te lavas la boca primero. No consiento que nadie me falte el respeto y menos una vieja amargada como tú, que no te soporta nadie. En tu maravilloso mundo eres una persona tan asquerosa que la gente sólo se acerca a ti por tu dinero. ¿Qué pasará si se les acaba?

En ese momento, Don Carrie Grey salió del despacho alertado por los gritos de Ana y al ver a su esposa con ella, preguntó:

—¿Qué demonios pasa aquí?

—Su querida mujer ha venido a humillarme con sus desprecios.—le contestó Ana con rabia—Ni habiendo salido de la vida de su hijo, me deja en paz.

Siempre tiene que hacerme sentir como una mierda, pero al menos, esta vez no me ha ofrecido dinero como ya lo hizo en el pasado, porque ahora ya tiene lo que quería, que su maravilloso hijo y yo rompiéramos. Que lo disfrute, señora Grey. Ya puede ir preparando la boda. Seguro que Ángela y Christian serán muy felices. – dijo Ana sin dejar de mirar a Grace que sonreía sin poder ocultar la alegría que le causaba el enfado de la castaña.

—¿Qué es eso de que le has ofrecido dinero a Ana? —preguntó éste mirando a su mujer.

Sin contestar, Grace dio media vuelta y entró en el despacho de su marido. Éste la siguió y cerró la puerta a sus espaldas. Al cabo de unos minutos, comenzaron a oír los gritos que el señor Grey lanzaba contra su esposa. Algo gordo debía estar pasando entre el matrimonio, porque Don Carrie normalmente no levantaba la voz por ninguna circunstancia. Se abrió la puerta del despacho y una altiva Grace salió, y sin mirar a nadie, caminó hasta los ascensores dejando a su marido hecho una furia en medio de la oficina.

Desde su mesa, Ana miró de soslayo al señor Grey. Se le notaba abatido. Vio cómo se sentaba en el escritorio de caoba que dominaba la estancia y acto seguido se desplomaba en el suelo. Ana corrió hacia él y al llegar notó que no tenía pulso. Sabía que su jefe estaba delicado del corazón y se temió lo peor. A gritos, pidió a sus compañeros que llamasen a una ambulancia mientras ella le hacía la reanimación cardiopulmonar que, gracias a Dios, le había enseñado su hermana Raquel, enfermera en el hospital . Con las manos en el pecho de su jefe, comenzó a contar las compresiones que hacía.

Entre Mis Brazos ( Christian - Ana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora