Capitulo 8

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—¿Siempre eres tan guerrera?—le preguntó Christian saliendo del supermercado.

—Ya me irás conociendo.—contestó Ana.

—¿Eso quiere decir que saldrás conmigo?

—No. No puede volver a ocurrir lo del sábado, ni lo de antes.

—¿Por qué no? ¿No lo pasaste bien conmigo?—preguntó con curiosidad.

—, en el caso de que tu padre supiera que salimos y no me despidiese, ¿crees que le hará feliz que su hijo esté con.....como me llamaste? Ah, sí, una chica del extrarradio.

—¿No crees que eres un poco clasista?—replicó él.

—Yo no soy clasista.—se defendió Ana—Soy ordenada. Cada uno en el lugar que le corresponde. Y el mío sé muy bien cuál es.

Llegaron al portal de su casa y ella aguantó la puerta, invitándole a entrar con la mirada. De todas formas, tenía que hacerlo ya que iba cargado con varias bolsas y Ana no podía con todo. Cuando subieron al piso que compartía con Kate y Christian entró, no pudo evitar sorprenderse de lo pequeño que era.

—¡Pero si el salón de mi ático es más grande que toda tu casa!

—Ya salió el niño estirado.—contestó Ana asesinándole con la mirada

—Perdona. Es que nunca había visto una vivienda tan pequeña.

—Pues las hay peores. Mi hermana Raquel vive en un piso de cincuenta metros cuadrados en Aluche.

—¿Tienes más hermanas?—preguntó Christian.

—Somos cuatro. Yo soy la pequeña. El mayor es un chico, pero no vive en Seattle. Luego está Raquel, después Kate y finalmente, una servidora. —al decir esto último, Ana hizo una reverencia frente a Christian y él volvió a reírse.

En ese momento llegó Kate, que al abrir la puerta y encontrarse a Christian sentado en el sofá de su casa, se sorprendió mucho.

Le saludó y se dirigió a la cocina para hablar con Ana. Ésta, en voz baja para que Christian no les oyese, le contó lo del supermercado, sin mencionar el beso que se habían dado, y alzando la voz dijo que Christian ya se marchaba. Él, al oírla, se levantó del sofá y se despidió de las dos chicas.

—¿Por qué no le has invitado a cenar?—preguntó Kate—Después de que te ha ayudado con la compra, es lo mínimo que podías haber hecho. Eres una maleducada.

—Porque quiero mantener las distancias con él. Es mejor así, créeme.

—Eres tonta de remate, Ana. A ese chico le gustas y te empeñas en apartarlo de tu lado cada vez que se acerca a ti.

—Kate, no empieces, que no quiero discutir.

—Muy bien. Haz lo que te dé la gana.—le dijo su hermana—Al final acabarás sola. No quisiste una relación con Jose, ni con ninguno de los anteriores, y ahora tampoco quieres intentar algo con Christian. ¿Qué harás dentro de unos años cuando ya no atraigas a los chicos como un imán?

—¡Por favor Kate!—contestó Ana molesta—¡Me hablas como si tuviese sesenta años! Tengo toda la vida por delante.

—¿Pero no es mejor pasar esa vida acompañada de alguien que te quiere y a quien tú quieres?

—¿Pero tú estás tonta? Acabo de conocer a Christian. ¿Cómo le voy a querer tan pronto?

—¿Y Jose?—contraatacó su hermana—Después de un año con él,

¿qué? Nada de nada. Y ¿sabes por qué?

—Estoy segura de que vas a decírmelo aunque no quiera.—dijo Ana suspirando.

Entre Mis Brazos ( Christian - Ana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora