CAPITULO 29

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Al día siguiente Ana volvió al trabajo. Todos sus compañeros se alegraron de que se hubiese recuperado y le comentaron que la habían echado de menos aquellos días, sobre todo, el señor Grey, que sin su eficiente secretaria se sentía un poco perdido.

Ana estuvo ocupada poniéndose al día durante toda la jornada, por lo que el tiempo se le pasó volando. Comió con su hermana como hacían todos los días y aprovechó para reñirla por la mudanza que habían hecho a escondidas de ella.

Kate se rió mientras le contaba cómo habían ido metiendo todo en el ático de Christian cuando ella estaba dormida o bajo los efectos de la fiebre. Pensó que sería una estupenda sorpresa para Ana cuando se recuperase de la gripe y viera allí todas sus cosas. Al ver el gesto torcido de Ana, le preguntó si pensaba regresar a casa después de todo el esfuerzo que habían hecho para llevar sus pertenencias al piso de Christian, pero Ana le contestó que no.

Aunque le fastidiase lo que habían hecho, más que nada por la manera de hacerlo, sin consultarle, estaba contenta de vivir con Christian y de que la hubiesen ayudado con ese pequeño empujoncito.

Estaba terminando de repasar los últimos documentos que le había pedido el señor Grey que revisara, cuando sintió una mano sobre su hombro. Se sobresaltó y al levantar la vista de la pantalla del ordenador para ver quién era, se encontró con un Christian sonriente y feliz.

Se dobló por la cintura para llegar hasta su boca y la besó. Ana le echó los brazos al cuello y le atrajo tan fuertemente hacia ella, que Christian casi se cae de rodillas. Como ya eran casi las seis de la tarde, Ana recogió todo y tras apagar el ordenador, salieron de la oficina cogidos de la mano.

Cuando llegaron al ático, Ana se duchó rápidamente y se puso un chándal azul marino para estar más cómoda. Rebuscó en los armarios de la cocina hasta que encontró todo lo necesario para hacer la cena. Aunque Christian le dijo que no era necesario, ya que Matilde les había dejado varios platos preparados, Ana insistió. Quería cocinar para él.

Christian la ayudó y aprovechó cualquier circunstancia para rozarse con ella y acariciar alguna parte del cuerpo de Ana que tan loco lo tenía. Ella sonreía ante este tonto juego de seducción. Al abrir uno de los armarios, vio que había una founde. Le preguntó a Christian si tenía chocolate para usar en ese aparato y como no lo había, él se marchó a comprarlo.

-Trae unas fresas también.-le dijo Ana antes de que cerrase la puerta de la casa.

Continuó con su labor pensando cómo, en poco más de dos meses su vida, había dado un giro radical. Ahora se encontraba viviendo una nueva aventura. Compartir casa con su novio. Todavía le sonaba rara esa palabra, novio. Se acostumbraría tarde o temprano. Oyó una musiquita extraña y comenzó a buscar la fuente del sonido. Era el móvil de Christian.

Se lo había dejado en la mesa del salón, frente al sofá. No supo si cogerlo o no, pero al ver en la pantalla el nombre de Ángela, decidió contestar.

Antes de que pudiera decir nada, la otra chica comenzó a hablar.

-Hola encanto. Te llamo para ver si estás libre esta noche y salimos a cenar. He pensado llevarte a un sitio nuevo. Te va a encantar. Está cerca de mi casa y luego podemos ir allí a tomarnos una última copa. ¿Qué me dices?

-Va a ser que no, Barbie. -contestó Ana enfadada.

Tras la sorpresa inicial, Ángela preguntó con altanería:

-¿Eres la amiguita de Christian, verdad? ¿Quién te ha dado permiso para contestar sus llamadas privadas, bonita?

-El derecho de ser su novia, Barbie estirada. -dijo Ana con voz dura.

Entre Mis Brazos ( Christian - Ana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora