-Y yo me quejaba de los trabajos de Patinson. Pues Ángelito tampoco se queda atrás... Esto de hacer análisis métricos de poemas de gente muerta es un asco.
-¿Ángelito? Que confianzas os traéis tú y tus amigas con el nuevo profesor ¿no?- Félix se sentó al lado de Daniela dejando su portátil encima de sus piernas.
-Oye, que yo no sea becada no significa que no me juegue mis notas de selectividad.
-Realmente siempre pensé que los estudios te interesaban bien poco.
-Púes no listo, que no se me de bien estudiar no significa que no me importe suspender.- Daniela dejó la libreta de apuntes de literatura y se fijó en lo rápido que tecleaba Félix en su ordenador.- ¿Qué haces?
-La introducción del trabajo.
-Pensé que la introducción la haría yo. Ya sabes, porqué seguro que en eso no me equivocó al hacerlo.- Félix liberó una sonrisa y cuando miró a Daniela, la cuál también levantó su vista para mirarlo a los ojos, éste la borro al momento.
-Sí, bueno... He pensado que sólo necesitaremos un par de días para tener el trabajo listo. Así que supongo que podré soportarte, y siempre que hagamos el trabajo en mi casa, por supuesto.
-¿Enserio? ¿Qué es lo que te ha hecho cambiar de opinión?
-No sigas por ahí Daniela o retiro lo que acabo de decir y cada uno hace su parte del trabajo.
-Que orgulloso eres a veces, hijo mío.- Daniela se levantó de su lado y se sentó en la silla del escritorio de Félix.
La habitación del joven de rizos voluminosos era sencilla. Tenía una cama individual cubierta por unas sabanas azules celeste, un escritorio de caoba pegado a la pared dónde había una ventana que dejaba entrar la claridad del día, una silla negra con ruedas para el escritorio de lo más confortable, una cómoda dónde guardaría su ropa y una estantería llena de libros.
-Veo que te gusta leer.
-Son para decorar.
-¿Enserio? Yo también lo hago.
-Era broma, yo no soy tan frikie para hacer ese tipo de cosas.- Daniela se ruborizo enseguida, pero frunció el ceño enfadada al darse cuenta que Félix seguía introducido en el trabajo con una sonrisa en su cara, burlándose de ella.
-Vamos a ver que tipo de libros les gusta leer a los chicos malos.- Daniela se levantó de la silla y se acercó a la estantería. Escogió un libro con una portada que salían un chico y una chica cogiéndose entre ellos dos las caras, cómo si jugasen y con unas letras muy grandes de color blancas el nombre del título del libro.- Enamorada del asesino que persigue mi padre... Interesante.
-Déjalo en su sitio.
-¿Quién lo ha escrito?
-Alguien tan insignificante que ni siquiera lo recuerdo, déjalo en su sitio sino quieres que te traiga el pescado congelado que tiene mi hermana para cenar.
-Vale, vale.- Daniela lo dejó en su sitio.- ¿Ni siquiera me vas a explicar sobre que trata?
-Sobre un chico y una chica que pasan todo el día insultándose y que al mismo tiempo intentan recuperar su libertad luchando contra unos psicópatas conocidos cómo los Kuashteg.
-¿Y cómo termina la historia? ¿La chica y el chico consiguen ser libres?
-A ti te lo voy a contar.
-¡Anda ya! Dímelo.
-Te lo tendrás que leer.
-¡Pero sí no me lo dejas ni tocar!
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