Kevin, Kevin y más Kevin. A pesar que Desiré estaba ilusionada porqué Ángel se había tomado en serio las clases de repaso con ella, había olvidado por completo que había quedado a las seis en la biblioteca con él. Después del encuentro con Kevin e Isaac en la terraza, se subieron algo de comida del comedor y Daniela y ella se encerraron en la habitación que conviven las tres amigas juntas para preparar a Desiré para que no caiga ante los encantos de su ex-novio.
En estos casos la mejor consejera siempre era Diana, pero ésta se tuvo que ir por motivos que no quiso mencionar. Así que Desiré se tuvo que conformar con Daniela haciendo de Kevin y practicando las miles de conversaciones que podría tener mañana con él. En el ensayo la verdad que Desiré lo hacía bastante bien, había contestado con carácter y decidida a todas las insinuaciones que le había mandado Daniela haciéndose pasar por Kevin. Pero también es cierto que Daniela no se parece en nada a Kevin, así que no está cien por cien segura de sí esto ha servido de algo.
Desiré mientras pasaba por el vestíbulo, se fijó en el reloj que había colgado en la pared. Eran pasadas de y diez. Llegaba tarde, muy tarde para su gusto. Ella que le encantaba hacerse esperar, pero no con Ángel. Era ella la interesada en enamorar a su profesor. Y sí era su primera “cita” por decirlo así de alguna forma y ya llegaba tarde, no quería saber en lo que pensará su mestizo sobre ella.
Sin aliento, la joven abrió la puerta cristalina de la biblioteca de par en par. Al final del todo, en la esquina de la izquierda, pudo visualizar a Ángel quién se encontraba con compañía.
<< ¿Qué hacía Félix allí? >> Era lo único que se podía preguntar Desiré.
Se quedó paralizada en la puerta sin saber muy bien que hacer. Félix parecía aturdido y Ángel lo contemplaba con el ceño fruncido. En cierto modo la conversación no parecía muy amistosa. Quizá fue eso lo que le animó a la joven acercarse a esa pareja.
Desiré había aprendido de Daniela a la hora de mostrarse siempre segura de ella misma, aunque por dentro quizá no fuera exactamente así, pero lo que importa no es cómo te sientas, si no como lo vean los demás. Así que se obligó a dibujar una radiante de sus sonrisas en su rostro y con movimientos espontáneos de caderas se acercó a la pareja.
-¿Interrumpo algo?
Ángel y Félix dejaron de mirarse para centrarse en la joven. La cara de Ángel cambió por completó. Esa seriedad que mostraba se esfumó y apareció de nuevo su deslumbrante sonrisa que provocaba miles de sensaciones en Desiré. En cambio, Félix se levantó de la silla desprendiendo un soplido. Parecía muy enfadado, impotente por algo que Desiré no terminaba de entender.
-¿Entonces? ¿No me vas hacer el favor que te he pedido no?
-Lo siento, Félix. No puedo mostrar favoritismos con mis alumnos.
-Ya, y las clases particulares que le vas a hacer ahora a Watson no son favoritismos ¿no?
-Esto es diferente. Una cosa es ayudar a mis alumnos con mi materia y otra es complacer los caprichos de ellos.
-Esto no es un capricho ¿qué no te das cuenta que me juego el veinticinco por ciento de la nota en tú asignatura? Esto me bajará la media y no puedo permitirme eso. Sin la beca no puedo estudiar aquí. Por favor, reconsideralo.
-Félix, en vez de ser tan rebuscado y quejarte tanto empieza hoy el trabajo. Estoy seguro que os irá bien.
Y de nuevo el alumno resopló y está vez paso su mano por sus voluminosos rizos estresado.
-Cuando la media me haya bajado y no me den la beca, no quiero saber nada de tus disculpas.
Después de estás palabras Félix pasó por el lado de Desiré haciendo que sus hombros chocarán y que las cosas de Desiré cayeran al suelo. Ésta se giró y lo miró atónita al ver que el joven seguía su camino sin ayudarla a recoger las cosas cómo lo debería de hacer un caballero. Cuando volvió a girarse y se cruzó con la mirada de su profesor de literatura, podía ver cómo su entrecejo se había fruncido con más intensidad y cómo la mandíbula se le había tensado.
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