Capítulo 41: Cuando yo era tu hombre

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*Dos semanas más tarde...

-Félix...

-No, Daniela no. Estoy harto de estar aquí encerrado. Ni siquiera me dan el permiso para poder salir a La pista de Sol.

-Ya verás como la semana que viene te lo dan seguro.

-¿Pero por qué no me la dan? Estoy perfectamente. Además ¿Es que nadie ha visto la serie de Heide? Clara cuando va a la montaña y se relaciona con la naturaleza puede volver a caminar. Pues con lo mío pasa exactamente lo mismo.

-Félix, tu puedes caminar y lo que necesitas es descansar.

-Llevo dos semanas, catorce días, nueve horas y treinta y cinco minutos descansando y ni siquiera tu has cumplido la promesa.

-Adam te compró el libro de Rimas y Leyendas y lo hemos leído cinco veces.

-No me refería a esa promesa...- Los ojos chocolates de Félix se oscurecieron prácticamente al momento. 

Daniela percibió el cosquilleo que le trasmitía la mano de Félix subiendo de su rodilla hasta introducirse por el interior de su falda de camuflaje. El chico se inclinó sobre el rostro de Daniela y cuando parecía que iba a besar sus labios los desvió hacía su cuello, dejando un pequeño camino de besos. La chica de ojos azules pasó su mano por el cuello de Félix para atraerlo más a él, pero enseguida colocó su otra mano sobre su pecho y marcó un espacio entre ellos.

-Aquí no, Félix.

-Ni que fuera la primera vez que nos enrollamos en un hospital.- Todo él era una mezclada de seducción y diversión que consiguió de nuevo poner los pelos de la nuca de Daniela de punta.

-Igualmente. Tienes que hacer reposo.

-Daniela, es la primera vez que aguantamos tanto tiempo sin hacerlo desde nuestra primera vez.- Daniela soltó una carcajada al momento. La chica podía palpar la necesidad de su chico de amar y ser amado. Y ella también lo necesitaba, pero desde que tuvo ese sueño en que perdía a Félix eso era mucho peor que no tener sexo con él durante catorce días.

-Cuando te den permiso para salir al sol nos lo montaremos detrás de los arbustos.

-¿Disfrutas haciendo esto, eh?

-Un poco.- Susurró la chica sobre los labios de su chico, y de una forma fugaz le robó un beso.- Te quiero.

-Y yo, pero te querría un poco más sí cumplieras tus promesas.- Y de nuevo Daniela soltó una carcajada que contagió al momento a Félix, el cuál estaba intentado retenerla pero se le hacía algo imposible.- ¿Cómo está Adam?

-¿Compartiendo la misma habitación con Diana, tu qué crees?

-Estará en el séptimo cielo.

-Yo creo que diciendo séptimo cielo te quedas corto.- Y de nuevo, más risas entre ellos. Félix se inclinó sobre los labios de Daniela y esta vez fue él quién le robo un beso.- ¿Y se sabe algo de Berto?

-Pues...

-¡Gracias amigo!

-Estás como una cabra.

-Sí, pero mira que tengo.- El chico de cabellos dorados le mostró una caja de Donuts de azúcar que le había lanzado por la ventana uno de sus “contactos” que Adam seguía manteniéndose al día con ellos.- Vamos, sé que quieres. No te hagas la interesante conmigo.

-¿Qué quieres a cambio?

-Sorprendeme.- Adam arrastró el gotero que colgaba de una barra metálica hasta la cama de Diana y se sentó a un lado de ella, mostrándole los Donuts con una sonrisa incitadora.

Perdona pero, te vas a enamorar de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora