-Tú corazón va deprisa.
-¿A ver el tuyo?
-¡No te muevas! Así se está muy bien.
-Claro, el que está muriendo aplastado soy yo.
-Shh.- Daniela escuchó la risa de Félix mezclada con sus latidos veloces, su respiración irregular y su dulce aroma a chocolate.
Sin duda a la muchacha le encantaba el sexo matutino. A ambos le gustaba. Pero últimamente Daniela disfrutaba haciendo cosas que antes no solía hacer. Como quedarse tumbada, dejándose abrazar por otros brazos que no fueran los suyos y notar como su cabeza asciende y desciende a medida que lo hace el pecho desnudo de otra persona.
De una persona especial.
-Llegaremos tarde y lo sabes.- Daniela levantó su cabeza pero no para mirar a Félix, sino el despertador.
-Cierto, lo mejor será que nos arreglemos y bajemos a desayunar algo.- La chica se reincorporó y comenzó a vestirse velozmente mientras Félix la observaba, pero este no sonreía como solía hacer.
-Amm... Yo no tengo hambre, Daniela. Pero puedo acompañarte igualmente.- Félix también se levantó de su cama y se colocó sus boxers para después comenzar a buscar su ropa en su cómoda. Daniela al momento se volteó con la ceja arqueada lista para atacar.
-Oh, no. Ni de coña. El desayuno es la comida más importante del día, y tú no te la vas a saltar.
-Lo sé, pero sí no tengo hambre no voy a comer obligado. Eso tampoco es bueno.
-Mira Ortiga.- Daniela se terminó de abotonar la camisa blanca y comenzó a colocarse sus botas, aumentando siete centímetros de altura por el tacón.- Eres la persona que tiene la lengua más bien desarrollada para poner PEROS a todo. PERO te has equivocado de persona, porqué con mi persistencia no puede nadie.
-Ya ¿También sabes que puedo dedicarme a ignorarte y ya esta, no?- Félix ya se había terminado de vestirse y se estaba revolviendo sus perfectos rizos para que le quedasen con esa forma tan espontánea con que siempre los lucía.
-Oye Félix...- Daniela se acercó al chico, quería tocarlo. Pero no lo hizo.- Sé que el cáncer de colon quita el apetito.- El chico la miró sorprendido.- Lo siento... No he podido evitar investigar por mi cuenta.
-Joder, Daniela.- El chico sopló indignado.
-Lo siento, Félix. Pero no puedo evitar preocuparme por ti. Y sé cuales son las consecuencias de esta enfermedad y también los efectos secundarios de la quimioterapia.
-Daniela, por favor. Ahora no quiero hablar. Hemos tenido un buen despertar, no lo mandes a la mierda.
-Pues perdóname, pero sí tengo que hacerlo, lo haré. Porqué resulta que tú nunca quieres hablar del tema e huir de él no te va a servir de nada. Pasado mañana hará una semana que sabes que tienes cáncer y todavía no te he visto llamar a tu madre y hablar con tu hermana para decirles que no piensas hacerte la quimio terapia. Y tres cuartos de los mismo con tu primo Adam.
-No puedo hacer eso, Daniela. Mi padre lucho hasta el último momento, nos dio esperanzas a que todo sería como lo era antes que ocurriera todo esto. Pero nada de los que nos prometió se cumplió. Y yo no puedo volverles a abrir esa herida.
-Oh, vale. Entonces dime ¿La solución según tu es huir, rendirse, no?- Félix se quedó callado.- ¿A qué nivel está el cáncer de avanzado?
-Daniela mira...
-Félix, no quiero escusas. No te lo he preguntado porqué sé que no estabas preparado. Pero ahora es hora de ir por la verdad por la cara, al menos conmigo. Soy la única que lo sabe y por lo tanto la única que puede darte una opinión objetiva.