Segunda parte. Capítulo 19.

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Mi corazón palpitaba rápidamente, lo iba a ver, estaba pasando. Iba a ver a Daniel. Lo iba a poder abrazar, le iba a poder hablar, aunque el no me respondiera.

Entré a la habitación sigilosamente. Una enfermera le estaba tomando la mano y la estrujaba, tenía lágrimas en los ojos. ¿Quién era ella?

-Hola. Siento esta escena. ¿Vienes a verlo?-Se limpió las lágrimas rápidamente. Se levantó de la camilla y espero por mi respuesta.

-Sí. Puedo... ¿Hablar a solas con él?

-Claro. Yo simplemente...-Rió tímidamente-Eres su novia, ¿verdad?

Entonces algo se rompió dentro de mí. Era cierto, ¿qué éramos? ¿Éramos novios? ¿Éramos pareja? ¿Éramos conocidos? ¿Amigos? Todo esto pasaba por mi cabeza. Estaba pensando demasiado y actuando muy poco.

-No, soy una amiga. Pero necesito decirle algo importante.-La enfermera salió y cerró la puerta. Entonces tomé su lugar en la camilla. Se veía bien. Pero desgastado. Tenía las manos vendadas. Su cabello rubio estaba cubierto por una venda blanca. Tenía un curita en la nariz. Una gasa en el cuello. Miles de tubos conectados a su cuerpo. Y una máquina a su lado que iba haciendo pitidos. ¿Desconectarlo? ¿Eso es lo qué le harían? Simplemente eso. Quitarle los tubos que lo mantenían vivo, y matarlo. Entonces, sin previo aviso. Lo besé. Un beso simple. Sólo presione sus labios contra los míos. Y me separé al instante.-Fui muy estúpida, ¿sabes? Sólo pensaba en mí, en porque no ibas a visitarme. Simplemente, todos los días, me decía que seguro te habías conseguido a otra persona. Que habías preferido estar aquí que ir a visitarme. Pero fui tonta y egoísta, solo pensaba en porqué no ibas hacia mi, en vez de pensar en qué te había sucedido al no ir hacia mi. Me disculpo, Daniel. Nunca voy a conseguir una persona como tu. A alguien tan maravilloso y perfecto para mi. Eres... Eres una persona que me llena de amor sin siquiera decir nada, me haces sentir cosas sin hablarme. Pudiste estar ahí, sin hablar, sin emitir sonido alguno, y me hubiera enamorado de todas formas. Y, me duele dejarte ir. Pero si no te dejo ir, no vas a descansar en paz. Y no quiero eso para tu alma. Ojalá cuando te desconecten, estés bien... Esta es mi despedida, Daniel.

Sollozaba a cada palabra. Mis lágrimas estaban mojando la cobija blanca de la camilla, siquiera me había dado cuenta de cuán fuerte le estaba sujetando la mano.

-Adiós. Aunque no estés aquí, te voy a recordar. Te extrañaré. Mucho. Demasiado. Exageradamente. Con mi vida. Serás el único.

Estuve esperando. Esperaba una señal. Como en las novelas que leo, repentinamente, se siente una respuesta, abre los ojos, o te presiona la mano, o mueve levemente el brazo. Pero no. Daniel no se movió.

Permaneció ahí. Me solté de el y lloré en su hombro. ¿Cómo demonios haría sin el?

La maquina comenzó a emitir un sonido continúo. Un pitido que no paraba. Comencé a asustarme. En la máquina, en vez de estar ondulada y verde, la línea se había vuelto recta y roja.

-¡Un doctor! ¡Un doctor!-Abrí las puertas y grité aún más fuerte.-¿¡Es un hospital y no hay un maldito doctor!? ¡Doctor!

Varias personas vestidas con bata blanca me echaron de la habitación y me cerraron las puertas en la cara.

Y, me sentí rota. Como si alguien me hubiera quebrado. Me desplomé en el suelo.

•••

-No puedo estar así.-Victoria se pasó una mano por el rojo cabello.-Se supone que de alguna manera tu lo harías devolver a la vida, no matarlo.

Me apuntó.

-No necesitas recordarme que es mi culpa.

-Yo si lo necesito.-El padre de Daniel se levantó del sillón.-Si tu no hubieses vuelto, nada de esto estuviera pasando. Daniel se accidentó por ti. Y entraste a despedirte de el, y ahora está así. ¿Quieres matarlo doble vez?

Mi labio inferior comenzó a temblar. Se la habían pasado diciendo lo mismo, una y otra vez. Por cuatro horas.

Un doctor se acercó a nosotros con expresión impasible.

-Daniel... Estuvo muerto. Es decir, su corazón se detuvo, dejó de palpitar por minutos enteros.

-Vaya al punto. No de más rodeos. Simplemente diga, "murió" o "sobrevivió".

Dijo su madre.

-Él sobrevivió.

Sentí como un peso en mis hombros y en mi pecho se me caía de encima. Me había acostumbrado tanto al dolor que no recordaba como se sentía no tenerlo.

-Ha pasado la coma. Está inconsciente, pero no tarda en despertar. Lamento decirles esto, de un accidente así no puedes salir ileso. Se golpeó la cabeza, puede no recordar diferentes situaciones o sucesos, incluso personas, de su vida. Pero sólo necesitan ayudarle y recordarle cosas de lo que su vida era antes del coma. Ha pasado mucho tiempo.

-No se preocupe. ¿Qué me dice del físico? ¿Tiene... Heridas?

-No lo podemos saber sin que el esté consciente para decirnos si puede levantarse, caminar, o moverse. Tendremos que esperar. Por ahora, sólo tiene golpes y aberturas. Por ahora.

Todos parecieron calmarse. Incluso su padre calmó su mirada asesina.

-Gracias, doctor.-Finalizó Victoria.

Daniel estaba vivo. Daniel estaba vivo.

Y yo no lo iba a soltar.

Prohibido enamorarme {Partes 1, 2 y 3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora