Segunda parte. Capítulo 13.

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Callie

El chico rubio y de ojos bonitos se acercó a mí con las manos en frente.

-Cálmate, Callie. Yo... Tú me conoces. No sé que te está pasando, o si lo estás actuando. Pero... Deténte. Mírame.

La mano con la que sostenía la navaja me temblaba. ¿Cómo había entrado ahí, quién se creía?

-No. No te conozco. No se quien seas, y no me interesa saber. Sal por donde hayas entrado, supongo que el balcón, y desaparece. Sino, te cortaré la yugular.

Noté su inseguridad. Su confidencialidad y confianza se destrozó. Se acercó a mi peinador y yo me alejé hasta el otro extremo, tanto que me pegué en la cabeza con mi librero. Un libro se cayó, pero siquiera volteé a verlo.

Tomó una foto del peinador.

-Soy este chico. El de aquí.-Sostenía la foto con todas sus esperanzas. ¿Quien era?-Fui tu novio. Nos amamos.

Tenía acento español. Había estado tan absorta que no lo había notado. Y, le recordó a algo, pero estaba segura de no haber tenido novios españoles.

-Nunca he ido a España, genio.

-Si has ido. Hace tres semanas estabas ahí. Te pintaste el cabello. No tengo idea de como volvió a ser negro. Pero era rubio. Te pusiste unas lentes en los ojos y cambiaste su color a azul. Te vestías diferente, actuabas diferente. Y no te reconocí por estúpido.

-Estás demente. Nunca me disfrazaría de otra persona. Que sea época de Halloween no significa que quiera disfrazarme y pedir dulces.

Los ojos le brillaban, estaba a punto de llorar. Entonces cambió su semblante pro completo.

-Bien, sí, lo que quieras, estoy demente... Yo, en realidad tengo novia, ella se llama Victoria. Es muy linda. ¿Sabes?

-¡¿Qué haces aquí entonces?!-Solté la navaja y cayó con un repiqueteo al suelo. La iba a levantar pero el la tomó antes que yo, me asusté.

-No te haré daño, mira.-la guardó nuevamente en el cajón.-Ya me voy. Te debo un helado.

Señaló con la cabeza el suelo, donde mi helado de chocolate se había estrellado.

-No me debes nada. Eres un psicópata. ¿Porqué te metiste aquí?

-Pensé que remorderías. Me equivoqué.

Salió por el balcón y agarró una cuerda, que estaba encajada en el suelo. Lo ultimo que vi de ese chico extraño fue su cabello rubio. Deseando no volver a verlo jamás.

•••

-Mamá.

Mi mamá parecía no haber dormido en días. Tenía el cabello rubio alborotado y los ojos caídos. Su vestido negro estaba desordenado, y tenía miles de papeles en el escritorio.

-Hija... Siento que...

-Ya te lo dije. No preocupes por mí. Tu quédate con mi hermana. Yo puedo vivir sola.

-Pero... Te voy a extrañar demasiado y, no puedes quedarte sola. Eres la menor de las dos.

-Tengo 18. Cumpliré 19 en una semana. Voy a estar bien.

La tomé de las manos y las apreté. Dándole mi apoyo.

-Gracias, Callie.-Se apoyó en mi hombro y sentí lágrimas en mi blusa.

-Siento romper el momento, pero...-Saqué la fotografía del chico y yo.-¿quién es este chico?

-¿Daniel? Oh. Fue tu novio, sí. Y luego se fue y terminaron la relación. Eso fue todo.

-¿Mi... Mi novio? Él no mintió.

-¿Qué?

-¿Sabes donde vive este chico? ¿Daniel?

-Sí... En otro continente hija, en España, Madrid.

-Pero estaba aquí hace unas horas. Tengo que buscarlo... Ya vengo.

-¿Callie?

-Tengo que recordar... ¿Porqué no lo hago? Ya... Ya regreso.

Salí del despacho corriendo, dibujando en mi mente aquellos ojos, aquel cabello, recuerda, Callie.

Recuerda.

Prohibido enamorarme {Partes 1, 2 y 3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora