Capitulo 4

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Cuando terminé el dibujo, que no quedó tan mal, bajé y estaban empezando a llegar las familias.

Todas venían vestidos muy elegantemente, las mujeres venían con sus vestidos largos llenas de piedrecitas y adornos bonitos en el cabello, los hombres venían con trajes y con una corbata que combinara con el vestido de sus esposas. Levanté la cabeza y bajé las escaleras. Mi mamá me vio y enseguida me tomó de la mano para irme a presentar con las familias.

- Ella es mi hija, Callie, hija ellos son los señores Allende, Alicia Allende y Armando Allende.

- Hola- dije a secas, ellos devolvieron el saludo, mi mamá me vio con mala cara y me aparto de ahí.

- Compórtate hija, ellos son importantes.

- ¡Pero si les dije hola! - Protesté.

- Mejor di: Encantada, un placer conocerlos, mucho gusto o algo parecido, ¿de acuerdo?

- Ajá, ¿y porqué no les presentas a mi hermana también?

- Ella esta socializando con los muchachos- Respondió, y era de esperarse.

Me tomó de la mano de nuevo, y me llevó con otros señores.

- Hola, que bueno que vinieron, ella es mi hija, Callie.

- Mucho gusto- dije.

- El gusto es nuestro- respondieron.

Había pasado ya media hora, y mi madre no acababa de presentarme con las familias. No se a cuántas habían invitado, pero si que eran muchas. Me senté en el sillón y me aplasté en el, pero luego mi mamá me vio con mala cara, y me acomodé cruzando las piernas como en las películas. Desvié la mirada y me encontré con mi hermana hablando con dos muchachos rubios, como había dicho era de esperarse. Mi mamá me tomo la mano y se dirigió hacía unos señores mientras me decía:

- A ellos trátalos con extremado respeto, es la familia Lascurain, probablemente se queden un mes aquí en la casa.

- ¿Porqué se van a quedar aquí? ¿ no son lo suficientemente ricos para comprarse casa propia?- protesté.

- Ellos vienen de España y solo es un mes, dirigen nuestra empresa pero en España, Madrid.

Los señores eran rubios con ojos muy bonitos.

- Hola, ya les había hablado de mi hija, Callie ¿cierto?

- ¿Ella no era rubia?- dijo el señor, claro, me estaba confundiendo con mi hermana.

- No señor, soy así como me tiene en frente- le dije desafiante pero mi mamá me vio con una mirada asesina.- Discúlpenme, me altero fácilmente, encantada de conocerlos.

- Sí, nosotros igual...- dijeron con acento español.

Me fui de allí y mi mamá siguió hablando con ellos, solo alcancé a escuchar: Discúlpenla ella es un poco impulsiva...

Salí corriendo al jardín a sentarme en una banca. ¿Por qué no coordinaba bien con mi familia? Ellos eran cultos, educados, agradables y luego estaba yo, la rara de la familia. Estaba a punto de hecharme a llorar pero luego vi una sombra que se acercaba con un bastón ¿quién era aquel o aquella? Conforme se iba a acercando descubrí que era una chica, con el cabello recogido en una cola de caballo, castaña y con unos ojos hermosos entre verdes y azulados.

- ¿Quién eres? - le pregunté y ella pego un brincó hacia atrás.

- ¿Hay alguien allí?- dijo.

- Sí, estoy parada frente a ti ¿no me ves?- le dije alterada.

- Discúlpame, pero no poseo el privilegio de la vista...- dijo, y fue cuando comprendí que estaba ciega.

- Discúlpame tu a mi, no debí hablarte así... ¿Cómo te llamas?

- Deph Lascurain- ¿que acaso era hija de los señores que me confundieron con mi hermana?

- ¿Y qué haces aquí afuera? Si quieres podemos ir a mi recámara...- tenía que comportarme amable con ella después de como le hablé.

- No creo que sea buena idea.

- ¿Porqué? Le puedo decir a mi madre... Ven- y la llevé dentro, divisé a mi mamá y fui para preguntarle - Mamá, ¿la puedo llevar a mi cuarto? - Al parecer, no me prestaba atención.

- Sí, claro hija.

La llevé a mi recámara ayudándola a subir por las escalera y la senté en un sillón mientras yo me quitaba los zapatos y me aplastaba en mi sillón preferido...

- ¿Me vas a contar porqué estabas afuera?- le pregunté.

- Bueno...

- ¿Y bien?

- Mis padres son Daniel Lascurain y Deborah Lascurain- Oh. Si eran ellos- tengo un hermano dos años mayor que yo llamado Daniel también, y pues... Siempre él ha sido la estrella de la familia, y mis padres se presentan como una familia de tres personas, ellos dos y mi hermano, yo siempre salgo sobrando. Y no se si sea por mi discapacidad o porque no luzco como ellos pero lo hacen siempre y de alguna maneta me siento apartada...

- ¿Y ellos te dijeron que te quedaras afuera?

- Sí.

Me acerqué a ella y le di un fuerte abrazo, y no lo hice porque me daba lástima, sino porque de alguna manera me sentía identificada con ella. Siempre apartada de la familia, sin llamar la atención. Y mis padres no me trataban mal, ni mucho menos, pero igual no lograba integrarme, ella era igual que yo, y de alguna forma éramos muy parecidas. Me había cerrado a la posibilidad de socializar con mas personas, pero creo que era hora de cambiar eso, al menos con la amistad.

- ¿Me dejarías... dibujarte?- le dije, ella asintió con la cabeza y dio una risa tímida.

Tomé mi cuaderno de dibujo, di la vuelta a la hoja de mi dibujo y empecé a dibujar a Deph, era muy hermosa.

- ¿Te gusta dibujar?

- Sí- le respondí.

- A mi también- le iba preguntar como lo hacía pero no quería lastimarla así que solo reí y seguí dibujándola.

Dibujar me liberaba, dejaba que los sentimientos que tenía guardados salieran transformados en obras de arte. Y no es por presumir pero el dibujo de Deph, quedó espectacular.

Prohibido enamorarme {Partes 1, 2 y 3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora