Segunda parte. Capítulo 18.

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Callie
Dicen que el tiempo cura el dolor. Pero pienso que lo que en realidad sucede es que te acostumbras al dolor. Siempre ha sido así en mi vida. Llevaba ya tres años sin Daniel, hoy era Nochebuena. Desde mi balcón veía a todos felices, cantando villancicos y envolviendo regalos inmensos.

Había intentando ya salir de mi recámara, y de hecho, lo había logrado. Pero no sabía que hacer al estar afuera. Había terminado ya mis estudios, pero no me apetecía encontrar trabajo. Alexander me marcaba todos los días, pero me había vuelto cortante. Thomas de vez en cuando iba a la casa y traía comida china. Cuando esto no pasaba, me encontraba en mi balcón pensando.

Decidí regresar a mi habitación. Con el tiempo, había perdido el interés por el dibujo, y todos los libros en mi librero habían sido leídos, y releídos, y releídos. ¿Escribir? Sin una fuente de inspiración, ¿qué escribiría? Así que solo me recostaba en la cama, veía pasar los días, y lloraba. Era lo rutinario.

Escuché un grito de afuera. Rápidamente abrí la puerta hacia mi balcón. ¿Daniel? ¿Daniel estaba aquí? ¿Venía por mi? Tenia lágrimas en los ojos, y no iba bien vestida, pero si Daniel estaba ahí. ¿Qué tan mal podría lucir?

Pero no. Eran gritos femeninos. Intenté ver quien estaba ahí abajo, pero sólo logré ver algo: Un cabello rojizo.

-¿Vic-Victoria?-Grité.

-Callie, ¿puedes abrirme? Me estoy muriendo de frío aquí afuera.

-¿Porqué demonios te abriría? ¡Tú hiciste todo esto! ¡Tú me diste esa droga para olvidar todo!

-¡Sí, lo hice! ¡Pero tengo noticias de Daniel, y a menos que lo quieras ver antes de que muera, abrirás!

Mi corazón pegó un brinco. ¿Había dicho morir? No seguro se habían revuelto las palabras en el viento. No. No podía ser.

Bajé las escaleras lo más rápido posible, y abrí la puerta principal.

-Gracias. Está helado ahí afuera.-Llevaba un fino suéter azul. Y unos pantalones negros.

-¿Morir?

Su expresión cambió por completo. Apenas me di cuenta de algo: Tenía unas enromes ojeras bajo los ojos, el cabello rojo despeinado y la ropa desgastada.

-Daniel está en coma.-Algo se rompió dentro de mí. Me tire en el suelo ahí mismo. Mi corazón se detuvo por un largo tiempo. Las lágrimas cayeron sin que las notara. Estaba susurrando palabras que ni yo misma entendía. Mis labios temblaban. Mis manos también, toda yo estaba temblando.-Lleva dos años en coma, Callie. Tuvo... Un accidente de coche el 18 de diciembre, hace dos años. No debes sentirte culpable aunque haya sido en tu cumpleaños. El estaba mal por no verte y simplemente hizo algo estúpido. En todo caso, la culpa es de él. El punto es que...

-¡No!-Exploté. Salté hacia Victoria y la tomé por el suéter-¿Porqué? ¡Obviamente es mi culpa! ¡Él está así por mi! Por eso no venía a visitarme... Dime que está bien. ¡Dímelo!

-¡No está bien, Callie! ¡No lo está, y no lo estará! Porqué crees que estoy aquí? Hay muy pocas posibilidades de que esté bien, si te quieres despedir, deberías ir ahora. Si no, me hiciste gastar un boleto de avión. Os estoy dando la oportunidad a ambos de que sean felices.-Victoria tenía lágrimas en los ojos, podía ver su dolor.-¡Lo estoy dejando ir! ¿Qué no te has dado cuenta? ¡Deja de pensar en ti y en tu felicidad por un momento! ¡Piensa en Daniel! ¡No hagas que me arrepienta de haberlo dejado ir! ¡No!

La solté. Me limpié las lágrimas de los ojos y me levanté.

-¿Qué estamos esperando?

•••

España, 25 de diciembre.

En España no hacía frío. El sol estaba brillante en el cielo y devoraba todo a su paso. La gente me veía raro al llevar suéter. Me lo quité y quedó solo mi camiseta de Aéropostale. Entramos al hospital. Ahí estaban los padres de Daniel y Deph.

No sabía como reaccionar. Los saludé con la mano. Victoria les dio un beso en la mejilla a todos.

-Aquí está.-Dijo moviendo su cabeza hacia mi.

-Hola. ¿Puedo verlo?

-No, no la debieron traer, ¡bien sabemos que todo es culpa de esta niña!-Su padre me veía con recelo. La madre de Daniel le puso la mano en el hombro para calmarlo. Sabía que era mi culpa, pero no sabía que me lo diría en la cara.

-Si no puedo, me iré, yo...

-Claro que puede.-Deph habló por primera vez desde mi llegada.-Bien sabemos que Callie no le dijo a Daniel que fuese hasta su casa. El lo decidió por sí solo. Es su culpa. Callie, es la habitación 605.

-Siento no entender bien esto, pero en mi país, cuando se está en coma se les tiene en terapia intensiva.

-Están esperando a que lo desconectemos.-Anunció Victoria.-Ya no tienen esperanzas. Es por eso que simplemente está en una habitación, cuando nosotros digamos, lo desconectaran y su latido cesará.

No pude evitar una lágrima. Me dirigí al elevador decidida. Si iba a morir, tenía derecho a hablarle una última vez.

Prohibido enamorarme {Partes 1, 2 y 3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora