Segunda parte. Capítulo 29.

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-¡Callie, ábreme!

Cecillia estaba al lado de mí frente a la puerta, parecía igual de impresionada que yo.

-Ésta es su casa, sólo abre.

Tomé el mango de la puerta y lo giré. Mi padre entró tomando de la mano a su esposa. La cerró y me agarró por los hombros.

-¿Cómo te atreves a...?-Pareció dudar lo que iba a decir, y justo cuando iba a soltar la última palabra notó a Cecillia.-¿Tú también estás aquí? ¿¡Qué hacen en mi casa!?

-Estábamos... Haciéndole compañía a Callie.-Cecillia parecía asustada. Tenía la cabeza agachada y los brazos delgados a cada costado. Nunca la había visto más débil e importante. Me solté del agarre de mi padre y la abracé.

-¡Yo las traje! Desde que tu estás con esta... señora, te has ido y me has dejado aquí sola, esperando que pudiera sobrevivir a la soledad y a la locura que estas paredes encierran. No estuviste en mis cumpleaños, no estuviste cuando enfermé, no estuviste. Nunca. Viví sola... Y ojalá te hubieras quedado donde estabas, nadie te necesita aquí.

-¡Eso no te da permiso a meterlas en mi casa! ¡Corté todo tipo de relación con ellas cuando firmé el divorcio! No son mi responsabilidad.

-No lo somos-Mi madre estaba en el marco de la puerta. Cierto, la había dejado sin llave.-Nos iremos.

-¡No!-grité.-¡No! El que se va a ir es otra persona. Es decir, otras personas.

-¿Cómo te atreves, niña malcriada?-Soltó Zoey, la esposa de mi padre.

-¿Cómo me atrevo? ¿Cómo te atreves tú?

-¿A qué?

-¡A meterte con un hombre casado! ¡Siempre fuiste su amante! ¡Desde que este señor estaba casado con mi madre! ¡Pero estoy harta! De ti y de mi papá. Me tratan como si fuera... Como si no fuera tu hija.

Hubo un silencio en la sala. Tragué el nudo que se me hizo en la garganta.

-No es necesario todo esto... Cecillia y yo nos iremos, pero Callie vendrá con nosotras.

-Ella se queda aquí. Es de mi propiedad.

-¿De tu propiedad? ¡No soy una cosa! Y, ¿sabes? Desde hace mucho que tu y yo ya no somos nada. Desde que engañaste a mi madre con esta persona. Desde que te fuiste y no te importé. Desde que dejabas que ella me maltratara. Desde que no te importó como estuviese en este lugar. Desde que por dos años te olvidaste de mí. Desde siempre, no he sido nada tuyo. Tienes solo una hija. Y no soy yo.

-Te equivocas. No tiene hijas. Este señor no podría ser mi padre.-Cecillia levantó la cabeza. Nunca había visto tanto odio dentro de los ojos de una persona. Mi padre enarcó una ceja.

-¿Ahora es así? De acuerdo. Váyanse ambas. Pero si cruzan esa puerta, olvídense de la herencia, olvídense de las tarjetas de crédito, olvídense de sus celulares, olvídense de su antigua vida, olvídense del apellido Bush.

-Hay cosas más importantes que las cosas materiales.-Pensé en Thomas, pensé en Alex, pensé en mi madre y mi hermana, pensé en (raramente) Victoria... Y pensé en Daniel.-Y con respecto al apellido, gracias por sugerirlo, sino te lo iba a sugerir yo. No me interesa tu maldito apellido.

-Púdranse.-Soltó Cecillia.-Ambos.

-No es necesario eso. Nos vamos.-Mi madre abrió la puerta y dejó que pasáramos primero, pude sentir los ojos de mi padre clavados en nuestras espaldas. No pensaba lo que hacía, simplemente me dejaba llevar, no me importó que todas mis cosas estuvieran en mi recámara arriba. No me importó dejar mis libros y mis dibujos. Me sentía bien. Me sentía bien por haber confrontado a las personas que me hicieron daño y poder decirles adiós para siempre.

Al cerrar la puerta. Pude ver la expresión de tristeza en el rostro de mi madre. Duró un instante: El ceño fruncido, una bocanada de aire, la voz cortada y los ojos cristalinos. Giró su cabeza por unos segundos y dibujó una sonrisa en su rostro.

-No tenemos a donde ir... Más que donde tenemos la casa de Cecillia y mía. Callie, ¿estas dispuesta a mudarte?

Dudé. Vi mi pequeña escuela de pintura, vi las sonrisas de mis estudiantes y las hermosas obras, vi a Thomas y vi a Alex. Ellos estaban aquí, y en Chicago no había nada mío, nada para mí.

-Sí.-Solté. Me abracé a mi misma, había comenzado a llorar.-Aunque eso signifique cerrar la escuela... Abriré una nueva allá, ¿cierto? No me quedaré atascada nuevamente... Yo lo volveré a lograr.

-Ambas. Esto solo fue un mal periodo. Ambas van a salir adelante, las tres.

-Lo vamos a lograr.-Sonreí cálidamente y abracé a mi madre y a mi hermana.

Me mudaría. Todo estaba sucediendo muy rápido. Yo me iba, pero todo se quedaba. Una parte de mí se quedaba aquí. ¿Estaba haciendo lo correcto?

Prohibido enamorarme {Partes 1, 2 y 3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora