Segunda parte. Capitulo 9.

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Callie

Me trencé el cabello de lado y me vi al espejo. Me quité las lentes azules. Mis ojos negros se encontraron en el espejo. No había cambiado nada.

Tenía una camiseta con las cuatro casas de Harry Potter y unos pantalones de mezclilla con botas de cuero. Suspiré.

Tomé la maleta y salí de la recámara. Eran las doce de la madrugada. Daniel se había ido, Deph estaba dormida, y sus padres no habían regresado desde la mañana. Perfecto.

Sin hacer ruido, bajé las escaleras. Dejé el papel doblado en dos partes en el sillón de la sala. Salí al jardín y giré mi cabeza para ver de nuevo la casa. Por detrás alguien me tomó de los hombros. Mi corazón dio un vuelco. Victoria tenía un pañuelo en las manos. Me lo puso en la nariz y de repente. Todo era negro.
•••

Daniel

No estaba, no estaba en ninguna parte. Mi cabeza comenzó a martillear y me dejé caer en el suelo. Ya llevaba dos horas preguntando por ella, y no había rastro de Callie aquí.

Decidí regresar a la casa. Tomé un taxi y llegando, pude sentir gotas de lluvia en el cabello.

Antes de que se desatara una tormenta entré a la casa. Mis padres no habían llegado, que sorpresa.

Deph y Sam probablemente estarían dormidas. Decidí quedarme en la sala. Cuando iba a recostar mi cabeza en el cojín. Sentí algo. Un pedazo de papel.

Levanté la cabeza y lo tomé. Estaba arrugado donde lo había aplastado.

Decía:

Daniel

En una letra que recordaba perfectamente bien.

La abrí.

Se que no me vas a creer, pero no importa. No importa porque yo sé que si. Y te debo olvidar, te debo olvidar porque me haces mal, me haces daño, no me haces bien, solo me lastimas y me haces llorar. Vine aquí con un propósito, estaba enojada y quería vengarme, pero no pude, no pude porque no hiciste nada mal. Yo fui la estúpida que se enamoró de alguien imposible.

Así que me iré a donde pertenezco. Si no te molesta, dile a Thomas que estaré en casa, si quiere ir lo esperaré. Sino, de acuerdo. Estoy acostumbrada a que le gente me deje. Jaja. ¿Te recuerda a algo? No hice esta carta para echarte en cara lo mucho que odio seguir sintiendo cosas por ti, la hice para que supieras que la chica rubia de ojos azules es en realidad la chica duque buscabas. Te besé. Era parte del plan, enamorarte. Pero me estaba enamorando, Daniel.

Me estaba volviendo a encajar una estaca directo al corazón. Así que no, me iré. No volveré, lo juro. Juro que no me moveré d México. Por mi bien, no puedo volver a la depresión. Los cortes siguen frescos y no los volveré a abrir. No lo tomes hipotético, puede que sea literal. Adiós, Daniel. Esta vez para siempre.

Sam... O Callie.

Me levanté enseguida, como un reflejo.

Callie era Sam. Sam... Sam era Callie.

Me dirigí a su recámara, pero estaba vacía. Siquiera la maleta estaba ahí. En la cama. Había dos fotos.

Una era de Callie y mía. Ella estaba sonriendo y yo tomaba la foto.

En la otra, Sam estaba guiñando el ojo y haciendo un signo de paz, estilo anime. Y yo la veía raro.

Había una pequeña nota.

Quédate con cualquiera de las historias.

Y, encima del buró había una rosa y otra nota.

¿Y que te parece? Ahora yo te dejo a ti. Ahora yo me voy. Siente lo que yo sentí. Eso es lo justo.

Las lágrimas salieron de mis ojos y grité. Destrocé la rosa y rompí la nota. Tumbé el florero en el buró y aplasté las flores. Tomé las dos fotos y rompí la de Sam. Estruje la foto de Callie y mía en el pecho y la tiré al suelo. Desacomodé la sobrecama roja encima de su cama. Me recosté en el suelo y volví a gritar.

-Te voy a encontrar, Callie Bush. Lo juro.

Prohibido enamorarme {Partes 1, 2 y 3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora