Tercera parte. Capítulo 19.

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Callie

España seguía igual que como cuando vine hace unos meses. Los edificios altos, autos por doquier, paradas de autobuses en las cuales los estudiantes que llegaban tarde se apresuraban a tomarlo antes de faltar a clases, árboles frondosos en las banquetas.

Todo era hermoso. Pero la situación por la cual estaba aquí, no parecía hermosa del todo.

La limosina en la cual me transportaba estaba fría y solitaria. Sólo el conductor y yo, mientras miraba por la ventana.

-¿A dónde me lleva?

Había preguntado por enésima vez, pero el conductor meneaba la cabeza negativamente y no pronunciaba ni una sola palabra.

Me había llegado un mensaje de Daniel que decía que estaba en España y necesitaba urgentemente que lo visitara allí. El compraría mi boleto y una limosina negra estaría esperando por mí en el aeropuerto.

Y así lo hice. Y ahora estábamos de camino a algún misterioso lugar, cruzando calles complicadas y transportándonos a una velocidad... Impresionante.

Al llegar, lo reconocí al instante: El padre de Daniel. Estaba esperando frente a un gran portón, que daba a un jardín muy amplio, y una mansión crema que se alzaba por detrás.

El conductor me abrió la puerta y enseguida me arrepentí de no vestirme de manera más formal.

Llevaba pantalones de mezclilla y una blusa a cuadros roja. El padre de Daniel me había conocido como una chica fina y educada, bueno, me confundió con mi hermana Cecillia, y yo dije... Cosas, pero eso es otro tema.

-Ha llevado tiempo volver a verla,-Dijo mientras el portón se abría automáticamente y caminaba hacia dentro-sígame.

Pasamos sobre un camino bordeado por rocas de distintos tamaños y colores, y una puerta café con ventanales inmensos de cristal se abría.

Al entrar, me quedé anonada de cuán grande era su casa: Era parecida a la mía anteriormente, pero había estado alejada de esa casa desde la pelea con mi padre.

Una chica de cabello castaño y corto me miró confundida con unos hermosos ojos grises.

-No te preocupes, Lisa, vuelve arriba.

El padre de Daniel le sonrió cómodamente, lo cual me hizo a mí sentir incómoda. ¿Quién era esa chica?

Cruzamos unas puertas hasta llegar a un pequeño estudio, en el cual el padre de Daniel se sentó detrás de un escritorio de madera y me dijo que me sentara en las sillas de enfrente.

Así lo hice.

-Seré directo...-Dijo mientras carraspeaba la garganta, su padre siempre me había dado miedo, era intimidante, y después de saber que había golpeado a su propia familia antes, siempre lo veía con ojos temerosos.-La chica que acabas de ver, se casará con mi hijo.

Mi corazón comenzó a palpitar cada vez más fuerte y mi estómago dio un vuelco entero.

Pude sentir como mis manos dejaban de temblar y se quedaban quietas, como mis labios fruncidos dejaban de estarlo para convertirse en una línea recta, como mis piernas dejaban de estar erizadas para volver a su posición normal, como mi corazón de palpitar cada vez más fuerte, se iba apagando.

-¿Cómo... Qué dice?-Dije sin mirarlo directamente.

-Verás... Tu relación con mi hijo siempre fue enfermiza y tuvo sus altos y sus bajos, aceptaba sus niñerías porque pensé que se le pasaría, y porque, bueno, tu apellido era relevante y nos ayudaba a ambos. De hecho, aún tenemos un acuerdo con tu padre. Pero el problema en cuestión, es que tu ya no eres una Bush. Ya no perteneces a la familia de tu padre. Ya no tienes un buen apellido. Ya no eres parte de las familias con las que nos frecuentamos. Ya no nos sirves.

Tragué saliva y sentí como mi garganta estaba atascada con un nudo inmenso en mi garganta. Reí irónicamente.

-¿Está diciendo qué...-Inconscientemente había comenzado a llorar, e inconscientemente mi mano se pasó torpemente por mis mejillas húmedas.-qué ya no les sirvo? ¿Me está haciendo a un lado así de fácil? ¿Cómo si fuera un juguete, un pedazo de basura?

-Sí. Eso es lo que eres, Callie. Un estorbo. Un estorbo en la vida de mi hijo.

Las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas y mis manos comenzaban a temblar mientras seguían enjugándome los ojos.

-No importa qué...-Continuó su padre.-Nunca serás feliz con Daniel.

Mi cabeza comenzaba a dolerme del llanto, y justo entonces, escuché un golpe en la puerta. Uno estruendoso.

-¡Abre la puerta! ¡No te atrevas a tocarla!-Era Daniel. Y estaba hablando de mí.

-Ahora vas a salir del lugar, Callie. Y vas a ignorar por completo sus gritos, no importa cuán fuertes sean o qué digan. Saldrás de mi casa, y no volverás a entrar en ella. O, tu familia... Se queda sin nada.

Me tendió un sobre, el cual abrí y estaba lleno de fotografías de mi hermana, mi madre e incluso mías, en nuestras vidas diarias, y las escrituras de nuestra casa.

-¿Ha estado... Espiándonos?

-Vete.-Dijo secamente.

Tragué saliva y llevé conmigo el sobre. Me enjugué los ojos una vez más y traté d hacer caso omiso a los gritos de Daniel. Abrí la puerta lentamente, Daniel, al verme, me abrazó fuertemente. Pero no le devolví el abrazo. Simplemente memoricé cada una de sus facciones, la forma de su cuerpo, su olor en el cuello, su forma de vestir, el color de su cabello, sus hermosos ojos.

-Todo estará bien, ¿si?-Dijo tomándome el rostro con ambas manos. Y yo seguí caminando.

Me alejé, mientras sentía su mirada confundida clavárseme como espinas en la espalda.

-¿Callie? Lo que sea que te haya dicho, lo superaremos. ¡Callie! ¡No te vayas!

El corrió y me tomó de la mano. Y, probablemente, esta fue de las acciones de las cuales más me arrepentiré en toda mi vida, y, sin duda, una de las más difíciles.

Solté su mano, y caminé derecho y sin rumbo hacia afuera.

No volteé una sola vez. Y, vaya, debí haberlo hecho.

Porque esa sería la última vez que lo vería, porque me hubiera dado la oportunidad de memorizarme todo de él un poco mejor.

Pero no lo hice, simplemente caminé con el sobre en una mano, y mi corazón en la otra.

Prohibido enamorarme {Partes 1, 2 y 3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora