Segunda parte. Capítulo 17.

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-Déjame hablar... No me interrumpas. ¿De acuerdo?

Mis manos temblaban un poco. Daniel llevaba una maleta colgada al hombro. No me había equivocado. Se iba a ir nuevamente.

-Primero que nada... Perdóname por lo de Sam, eso fue muy inmaduro de mi parte. Yo... Mi plan era vengarme. No te voy a mentir, mi plan era enamorarte y que tu cayeras por mí. Pero todo sucedió al revés, volví a enamorarme de ti, y no podía permitir que eso pasara. Por eso huí. Fue mi mejor opción. Esta parte la tengo algo borrosa... No recuerdo bien lo que sucedió...

-Pensé que te había lastimado y no me querías recordar.-Parecía molesto, tenía el ceño fruncido y sostenía con fuerza la maleta.

-Yo... Te quiero recordar cada día de mi vida, no quiero que te vuelvas a ir, eres tan indispensable en mi vida... No puedo no amarte. Te veo y vuelvo a caer, estoy atrapada. No puedo dejar de amarte, Daniel, y eso lastima tanto. Me lastima porque se que no puedo cerrar heridas que yo misma creé. No puedo simplemente llegar, decirte lo siento, y esperar que tu me vuelvas a...

Me tomó de la nuca y me acercó a él. Juntó sus labios con los míos y yo no detuve el beso. Cuanto lo necesitaba, necesitaba sus labios en los míos. Lo extrañaba tanto. No era un beso agresivo, era un beso tierno, era un beso lento y lleno de amor. No pude no continuar con el beso, pero estaba en shock. Cuando lo asimilé el ya se había separado de mí, pero su rostro quedó a unos centímetros del mío.

-Si puedes. Te doy el permiso de que lo hagas, Callie. Entra en mi vida de nuevo. No te voy a dejar ir nunca más. Me aferraré a ti. Nadie podrá separarme de ti.-Me sostuvo las manos y entrelacé sus dedos con los míos.

-Gracias. Pero... Creo que tú tienes un vuelo el cual atender.-Me limpié una lágrima y señalé su maleta con mi cabeza.

-Me encantaría decirte "No, el vuelo puede esperar, nuestro amor no." "Te prefiero a ti mucho más que a este estúpido vuelo", pero no puedo. Tengo que irme. Se que tu te quedarás aquí. Y un océano entero nos separará, pero... Volveré por ti. ¿De acuerdo? Prométemelo, Callie. Prométeme que te vas a quedar aquí, no te moverás de tu casa. Cuando vuelva, te buscaré ahí, y podremos estar juntos. ¿Si?

-Sí.-Me dio un beso en la frente y se alejó lo más rápido que pudo, sus ojos estaban cristalizados pero su semblante se tensó enseguida. Mi labio inferior temblaba, mi corazón se detenía poco a poco. Sin Daniel, ¿cómo iba hacer para que este latiera con fuerza de nuevo?

•••
Tres años después

Mi cumpleaños número 21. Eran ya tres años sin Daniel. Probablemente el ya no iba a volver, ¿cierto? Probablemente se encontró con una chica mucho mejor que yo, que le dio lo que yo no pude darle y lo llenó de amor. Y no lo lastimó ni una sola vez.

Estaba en mi recámara. Tenía un pequeño pastel en frente de mí y un ramo de rosas de parte de Thomas. Al otro lado tenía un pequeño collar que decía «Callie», me lo había regalado Alexander, pero no había recibido nada de Daniel. Y el era el que en verdad me importaba. Claro, agradecía todos los regalos, pero mi corazón solo se logra acelerar con alguien, con una persona que no está.

Una lágrima resbaló por mi mejilla y me miré en el espejo. Había cambiado un poco. Seguía siendo bajita, no había crecido más que 5 centímetros. Mi cabello me llegaba a la cintura y estaba más ondulado. Tenía la piel un poco más pálida y mis ojos seguían siendo negros (obviamente), sólo que estaban rojos de tanto llorar. Llevaba una camiseta de manga larga que me llegaba hasta las rodillas, y unas pantuflas negras.

Hacía mucho frío afuera, (como todo 18 de diciembre), pero no sentía el frío. A decir verdad, casi no sentía mucho.

-¡Daniel! ¿Dónde demonios estás? He esperado mucho. ¿No crees que también tengo derecho a conocer a gente nueva? ¡Daniel!-Grité desde el balcón. La gente volteaba a verme como una loca. Seguro es lo que piensas de una chica con mi aspecto que grita desde el balcón que pensaron que estaba abandonada. Desde que mi madre y mi hermana se habían ido a vivir a Chicago, mi padre y yo éramos los únicos en casa. Mi padre y la mujer con quien ahora vivía. Que, por cierto, no me dejaba salir de mi recámara, lo cual no me molestaba mucho, pero siempre me encerraba ahí dentro. El punto es que, ellos nunca estaban en casa. De luna de miel habían ido a dar una vuelta al mundo, y no tenían intenciones de regresar. Pasé mi cumpleaños sola. En una casa sola. Con un alma sola.

¿Cómo no llorar con una vida así? ¿Cómo no sentirse triste encerrada en una habitación? ¿Cómo no querer lanzarse del balcón en ese mismo instante? ¿Cómo puedo soportar el dolor sin ti?

-¡Daniel! ¡Daniel, vuelve! Te lo suplico...

Prohibido enamorarme {Partes 1, 2 y 3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora