Me desperté con los rayos del sol alumbrando mi rostro. Me levanté de la cama y volteé a ver el reloj, eran las 10:30, algo temprano para despertarse en fin de semana, de todas fromas me puse mis pantuflas y caminé hacia la puerta de mi recámara. Como tengo un espejo colgado en la puerta me vi, y ahí estaba la gran Callie Bush, de tez blanca, cabello negro y ojos negros, todas las familias ricas que vienen a visitar a mis padres dicen que me parezco a mi madre, yo la verdad no le encuentro el parecido.
Abrí la puerta, mi hermana iba saliendo de su recámara y al verme gritó, era usual en ella, Cecillia jamás habría salido de su recámara como yo estaba vestida, con la pijama y sus pantuflas, yo la ignoré y bajé las escaleras, mi mamá y mi papá estaban desayunando, así que me senté en el comedor y la cocinera me llevó el desayuno.
-Buenos días, Callie- dijo mi mamá.
-Buenos días- le dije con la boca llena de pancakes, enseguida supe que no debí haberlo hecho.
-¡CALLIE! No te hemos enseñado modales desde tus 5 años para que un día vengas, te sientes al comedor, y empieces a parlotear con la boca llena de comida.
- Mamá, es usual en mi hermanita- interrumpió Cecillia.
- ¿Qué es usual en mí? - le pregunté desafiante.
- Hijas, cálmense. No es bueno pelear mientras desayunamos- intervino mi padre, siempre con su voz seria y culta.
- Su padre y yo iremos a la empresa a resolver unos asuntos- dijo levántandose mi mamá.
- De acuerdo, voy a ir con mis amigas al centro comercial- Terció mi hermana.
- ¿Y nos estás pidiendo permiso?- preguntó mi madre.
- No, les estoy avisando, y les estoy diciendo indirectamente que necesito más crédito en mi tarjeta si no quieren que la sobrecargue- respondió Cecillia con una sonrisa.
- Entonces será mejor que nos vayamos en este instante para poder ir al banco y no llegar tarde a la reunión en la empresa- dice mi padre mirando a mi madre.
- Bueno, nos vamos- Mis padres se despidieron con un beso en la mejilla de nosotras y salieron.
Acabé de desayunar y antes de levantarme le dije a mi hermana:
- Sabes, no te ves bien con ese vestido blanco, porque hace que parezcas una mancha blanca, tu piel es demasiado pálida, tu cabello es rubio y para rematar te vistes de blanco, si yo fuera tú me cambiaría- ella puso cara de indignación y corrí escaleras arriba riéndome.
Entré a mi recámara y me tumbé en la cama, luego empezó a sonar mi celular, era Thomas.
-¿Sí?
- Hola, señorita Bush, tengo la encomienda de decirle que ha sido elegida para transportarla al espacio y allá emprender una misión en la cual su vida corre peligro pero igual tiene la obligación de emprenderla- solté una carcajada.
- Ya, basta de bromas.
- ¿Te gustaría acompañarme a tomar un café?
- Sí, me gustaría, pasa por mi en 20 minutos.
- Pasaría por ti pero el problema es que no tengo en qué, y sólo tengo 16 años por lo que no puedo manejar, y aparte estaría transportando a una menor de edad, que para empeorarlo lleva el apellido Bush, así que no creo que sea buena idea- eso hizo que soltara otra carcajada, Thomas era el único capaz de hacerme reír así.
- De acuerdo, entonces nos vemos en el mismo café de siempre- Colgué.
Me levanté y fui a mi armario, tenía tanta ropa, y no era porque me gustaba tener tanta ropa, sino porque mi mamá se empeñaba en comprarme como 20 prendas al mes. Decidí ponerme unos jeans azules, con una blusa color ámbar sencilla, mis Vans negras y una chaqueta. Me hice una cola de caballo alta y tomé una bolsa con dinero, las llaves de la casa, y mi celular. Salí de mi recámara y en la sala mi hermana se estaba tomando fotos, ahora llevaba un vestido rojo, y no se veía nada mal, en realidad ella era muy bonita y no se parecía mí, Cecillia era rubia con ojos color miel, antes solía ser mi amiga aunque fuese 2 años mayor que yo, me llevaba bien con ella, ella me daba consejos y yo le daba consejos, de hecho ella fue la que me aconsejó hacerme novia de Cameron, pero luego él me traicionó y me deprimí, le heché la culpa a ella y nuestra amistad se rompió. Bajé las escaleras y ella me vio.
- Por fin te vistes como una persona normal- me dijo.
- Que graciosa, en cambio tú...
Ella dijo algo, pero no la escuche y solo me fui, le dije al chófer que me llevara al café de siempre y luego me recogiera 30 minutos después. Me dejó en el café y ahí estaba Thomas.
- ¡Hola!- me dijo y me dio un fuerte abrazo.
- Hey, así que no me esperaste y ya empezaste a desayunar.
- Oh, discúlpame.
- No te preocupes, ya desayuné.
- ¿ A que no sabes que me compré?
- Déjame adivinar, ¿un nuevo iPhone?
- ¡Sí!- lo sacó de su bolsillo y empezó a juguetear con él, estaba acostumbrada a hablar de sus cosas hipsters.
- Por aquí huele a hipster- le dije.
- Bueno, tu también tienes uno y no te digo hipster.
- Sí, pero yo no uso lentes de hipsters, ni me comporto como uno.
Y nos pasamos los 30 minutos hablando de quien tenía mas aspectos de hipster (obviamente era Thomas). El chofer paso por mi y me dejó en la casa. Abrí la puerta y no había nadie aparte de los que ayudaban para el aseo y la comida y todas esas cosas. Subí a mi recámara y me senté en el sillón tan cómodo que tengo al lado de mi cama.
Luego me puse a reflexionar sobre mi vida, todos los días eran igual: mis padres trabajando, peleas con mi hermana, y luego estaba Thomas que siempre me subía el ánimo, pero al final volvía a pensar en lo mismo, en que antes estaba rodeada de amigos aparte de Thomas, antes siempre salía y antes siempre sonreía, ahora eso ya no sucede jamás. Pero lo peor de todo es que tal vez jamás vuelva a suceder. Desde aquella relación le cerré las puertas al amor y me prohibí la posibilidad de volver a enamorarme. Declaré prohibido enamorarme.
ESTÁS LEYENDO
Prohibido enamorarme {Partes 1, 2 y 3}
RomanceCallie es una chica común y regular, aunque su familia no sea igual. Los últimos años de su vida se ha dedicado a la preparatoria. Sufrió una decepción amorosa que la dejó destrozada, y el único que ha estado ahí ha sido su amigo Thomas. Callie trat...