Capítulo 13.

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CAPÍTULO 13.— LOS PRIMEROS BESOS SON IMPORTANTES.

No recordaba la última vez que había mantenido una charla con Nickolas en la que no deseáramos arrancarnos los ojos y, tampoco recordaba la última vez que me había dirigido la mirada sin desear asesinarme. Como nos encontrábamos ahora, hacía que añorara los momentos que pasábamos antes de toda esta situación. Nickolas no era el mejor chico pero estar con él era divertido. Ahora sólo quería golpearle. Danica por su parte, observaba la situación junto a Brian con evidente diversión. Decían que a cada momento la tensión sexual aumentaba y yo sólo me limitaba a rodar los ojos con desinterés.

Enfoqué la mirada en el reloj de pared del aula y contemplé la hora, seguidamente, como por arte de magia, casi como si hubiese leído mis pensamientos, sonó la campana con su peculiar sonido estruendoso, causando que las personas se levantaran de su asiento con dirección a la puerta. Yo me quedé fija sobre mi asiento, sólo pensando en el estado actual de mi vida.

—Señorita Smith. La clase ha terminando. Puede irse. ¿Sabe? —informó el maestro con un dejo de fastidio.

Lo miré por el rabillo del ojo y asentí sin mucho entusiasmo. Suspiré, sujeté mi mochila y la colgué sobre mi hombro, para seguidamente encaminarme tomando dirección hacia la cafetería. Me despedí del maestro y el simplemente respondió con un asentimiento.

En cuanto finalmente llegué a la cafetería, divisé a un Brian y una Danica que se hallaban en la fila esperando por su almuerzo, yo simplemente me encogí de hombros, no tenía apetito y la clase siguiente sería la última así que opté por comer al llegar al departamento de Nickolas. Me dirigí hacia la línea de personas, con la idea de informar a mis amigos de mi llegada, pero una mano aferró mi muñeca y me jaló fuera de la cafetería haciendo que la idea ahora fuese imposible.

Me giré en busca del culpable de aquel suceso, encontrándome cara a cara con la persona que menos deseaba ver en un momento como este. Estaba cansada y no necesitaba de otra discusión para culminar el día. Suspiré con disgusto e intenté evadirlo caminando en otra dirección pero el jaló nuevamente mi brazo con brusquedad y me atrapó entre su cuerpo y la pared. El campus no era muy transitado en este momento del día así que dudaba de la existencia de un ser que pudiese sacarme de esa situación. Intenté empujarle con fuerza pero no funcionó. No quería verle. Lo odiaba.

Odiaba a Jeremy.

—Roxana. Basta —ordenó con disgusto, sin embargo, no le obedecí y seguí empujando su torso—. Basta, Roxana —ordenó con irá en esta ocasión—. ¡Demonios, Roxana! ¡Quédate quieta! Mínimamente déjame hablar.

—¡No quiero oírte! —exclamé con disgusto—. ¡Suéltame! ¡Déjame ir! Te comportas como un crío.

—Lo dice la chica que manda golpes tanto como puede —mencionó con ironía—. Lo dice la chica que no da la oportunidad de hablar y no quiere escuchar... ¿Y yo soy el crío?

—Diablos. ¡Pudrete, Jeremy! Haz lo que quieras pero déjame quieta —pronuncié removiéndome con incomodidad.

—¿Por qué no sólo haces algo tan simple como escuchar? —reclamó cruzándose de brazos.

—Escuchar no es simple —confesé enarcando una ceja—. Ahora déjame sola.

—Roxana, por favor... Sólo es...

—Déjame —hablé con disgusto—. Sola —añadí señalándole acusatoriamente—. Jeremy.

Entonces se hizo a un lado, se apartó de mí, dándome la oportunidad de caminar en otra dirección para volver a la cafetería sin ser seguida por él y sin una protesta de su parte. Cosa que sinceramente no comprendí. Levanté una ceja con incredulidad y caminé volviendo sobre mis pasos con dirección a la cafetería. Giré un momento para observarle y Jeremy se hallaba cruzado de brazos, contemplándome con disgusto.

Un compromiso arreglado por el gobierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora