Capítulo 9.

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CAPÍTULO 9.— ACTRIZ BISEXUAL.

Caminé sigilosamente teniendo como objetivo el frigorífico. Era un mañana efectivamente calurosa y aún no llegaba el verano. Tenía sed y quería refrescarme. La flojera me vencía, así que cuando hube llegado al frigorífico, sujeté la jarra y tomé del pico de esta sin que Nickolas pudiese notarme. Quizá le daba demasiada importancia a eso de tomar directamente del pico, sin embargo, eso quería decir que ahora el agua estaba impregnada con mi saliva y mi madre solía reprocharme por hacer aquello en casa.

Escuché sus pasos acercarse a la cocina, así que tomé un sorbo rápido —gracias a que aún tenía sed—, y guardé la jarra apresuradamente, corriendo hasta la isla e intentando actuar normal.

"Normal."

¿Quién en su sano juicio se levantaba una mañana para sentarse en la isla de la cocina jugando con los objetos que yacían sobre ella? Sinceramente yo no. Por lo que gracias a mi apresurado movimiento, terminé cayendo al suelo antes de si quiera lograr hacer lo que tenía planeado.

—Hola, Rox —me saludó el rubio con los ojos entrecerrados y un aspecto desaliñado. Ni siquiera había parecido tomarle importancia al detalle de que yo me hallara en el suelo gimiendo de dolor.

Lo observé con incredulidad cuando me hube calmado. Él por su parte se encontraba luchando —inútilmente— con la tentación de caer dormido. Pude advertir su cabello convertido en un desastre —un fantástico desastre—, sus ojos entornados, casi como si la luz le impidiera la tarea de abrirlos en su totalidad, sus labios ligeramente separados y su torso desnudo —como de costumbre—, sin mayor trozo de tela que pudiera cubrirlo.

—Buenas, Colgate —le saludé dejando pasar por alto su actitud perezosa. Me levanté del suelo acariciando la zona afectada por la caída y suspiré.

Él por su parte, frunció el ceño debido a mi comentario.

—¿Vas a seguir llamándome así? Llevas toda la semana —recriminó rascando sus ojos con el costado de sus manos cual niño pequeño.

El gesto me hizo emitir una sonrisita de ternura. Se veía muy lindo.

—Sí, así que acostúmbrate —confesé tomando asiento en la isla de la cocina—. Piensa de ello como un apodo cariñoso. Así como Rox.

Se encogió de hombros restándole importancia y tomó dirección al frigorífico, caminando a un paso considerablemente lento. Abrió la puerta perezosamente y yo crucé los dedos para que no tomará agua del pico, sin embargo, esa era completamente su intención.

—¡No tomes de pico, idiota! —bramé en un intento por salvar mi pellejo.

Desafortunadamente no funcionó.

—¿Quién eres para decirme que hacer? —reclamó con toda la intención de provocarme, sujetando la jarra y observándome con una sonrisa juguetona.

No obstante, antes de que si quiera tuviera la oportunidad de protestar o dar una razón creíble para que no tomara de allí sin inculparme, sus labios se hallaron justo donde yo había bebido hace sólo un par de segundos.

Dios.

En parte era asqueroso porque estaba bebiendo de mi saliva y en otra parte me sentía avergonzada —debido a que no me había cepillado los dientes aún—, por no habérselo hecho saber.

Iugh.

—Acababas de tomar del pico, ¿verdad? O ¿Acaso me equivoco? —preguntó sin despegar su mirada de mí. No respondí y mi silencio sólo dio una respuesta afirmativa a la pregunta de Nickolas—. Aunque algo me dice que no lo hago.

Un compromiso arreglado por el gobierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora