Capítulo 26.

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Bueno, veo que alguna personas creyeron que Nickolas y Roxana se liaron en el capítulo anterior, pero no, aún no lo han hecho. Es puro bacilón xd —Tenía que aclararlo—.

CAPÍTULO 26.
ESTÁS SONROJADO.

—¿Acaso esto es una declaración de amor? —preguntó alejándose levemente y juntando su frente con la mía sin dejar de observarme.

Al instante me sobresalté.

—Dímelo tú... Primero dices todas esas cosas cursis y luego te preguntas si me ves como una hermanita. ¿De qué estas hablando? Si me vieras como una hermana no harías este tipo de cosas...

Le observé por un breve instante notando su mirada verde contemplarme de una manera increíble, una mirada que jamás pensé que vería en sus ojos o quizá no dirigida a mí. Sentía que me veía de una forma especial, como si fuese la obra de arte más hermosa en el museo y la intención del autor le conmoviera enormemente. Y como si aquello fuera poco, aunque solo por aquella mirada mi corazón palpitara de manera incontrolable, Nickolas mantenía una sonrisa en sus labios que simplemente causaba que no pudiese observar en otra dirección más que sus labios.

—Eso fue... —habló entre respiros—... Yo... Tal vez no quiero aceptar que me gustas.

Contuve el aire en mis pulmones.

—¿Qué?

—Lo has oído, Roxana —murmuró desviando la mirada.

Sujeté su rostro entre mis manos temblorosas obligándole a verme, mi pulso se aceleraba cada segundo más, sentía una euforia que me negaba a hacer visible y mi cabeza estaba hecha un lío. No era la confesión que esperaba, pero había dicho “me gustas”, tal vez no era suficiente para otras chicas pero para mí era justo lo que necesitaba.

Mordí mi labio inferior apreciando directamente su mirada verde. ¿Siempre se había sentido de este modo ver a Nickolas? Era increíblemente tentador tenerlo frente a mí de ese modo... Podía hacer lo que quisiera con él y ninguno de los dos necesitaría de una explicación para justificarlo, sin embargo, debía calmarme un poco. Finalmente, agradecí por un instante el detalle de que se alejara de mí gracias a que pude respirar y ser consciente por primera vez de que mi torso se encontraba solo con mi sostén y actuando precipitadamente, jalé una manta e intenté cubrir mi cuerpo. Debía detener esto o se saldría de control.

Sin mencionar que aún seguiamos sentados sobre una cama.

—Mi cabeza está dando vueltas sobre el asunto y si no me lo aclaras no podré dormir esta noche pensando que lo que escuché pudo ser un error y me estoy ilusionando sola.

Aunque sí me lo aclarara tampoco podría dormir... Y mucho menos sabiendo que él estaba en la misma habitación que yo.

—He dicho que...

Se levantó de la cama, recogió su libro y lo lanzó hacia sus cosas. Esperé impaciente por su respuesta, pero cada segundo que pasaba se hacía más largo. Sujetó una camiseta negra y la utilizó cubriendo su perfecto abdomen, dejándome aún ansiosa por su respuesta. Miró hacía el suelo y luego levantó su mirada observándome inquisitivo. Mordió su labio y se acercó hacia mí ubicándose en una esquina de la cama. Despeinó mi cabello empujándome ligeramente, causando que casi cayera de espaldas pero me sostuve justo antes de caer.

—He dicho que tengo hambre. Iré por un bocadillo.

Fruncí el ceño.

—Puedes llamar a servicio a la habitación.

Se acercó hasta mi rostro pero desvié la mirada, aunque eso no evitó que se detuviera, sus labios se ubicaron en mi nuca y su mano sujetó mi cintura, acercándome a su cuerpo. Por instinto, miré en su dirección y tomándolo como oportunidad, me besó nuevamente. Fue suave y tierno, un beso con el que sentí que no me tomaba en serio y sólo lo hacia para calmar la situación o porque se sentía obligado a hacerlo. Un beso que no le correspondí. Sujeté el cuello de su camisa y lo obligué a que no se alejara.

Un compromiso arreglado por el gobierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora