Capítulo 38.

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CAPÍTULO 38.— NO TE IMAGINAS...

En el momento en que llegamos al departamento, suspiré. Me temblaban ligeramente las manos, estaba completamente nerviosa de afrontar la verdad y temía por lo que diría Nickolas. Tomamos asiento en el sofá del living, uno al lado del otro, su pierna chocó con la mía y aquello fue motivo suficiente para que mi pulso se acelerara notablemente, sentía las manos sudorosas además de temblorosas y sujeté el borde del sofá para disimular un poco.

Aclaré mi garganta.

—¿Y bien? —pregunté con toda la normalidad que pude.

Nickolas simplemente me observó, podía notar la preocupación en su rostro a leguas. Apretó su mandíbula y apoyó su cabeza en mi hombro causando que mi corazón palpitara con más fuerza, estaba demasiado nerviosa, después de no haberlo visto por muchos tiempo, en mi cabeza sólo pasaban cientos de cosas que quería hacer...

Por Dios, ¿qué estoy pensando?

—Te amo, Roxana —murmuró sobre mi hombro y luego comenzó a depositar besos que me dejaron sin aliento.

También te amo.

—¿Por qué lo dices nuevamente? —Sin embargo, eso fue lo que salió de mi boca.

—Porque quiero que nunca lo olvides —respondió levantándose de mi hombro y observándome directamente a los ojos.

Ambos nos mantuvimos observándonos por un lago tiempo, como si fuéramos la obra de arte más compleja y hermosa que se ha visto jamás. Una de sus manos sujetó mi mentón y comenzó a acariciar mis labios. Entre abrí la boca con sorpresa y él no dirigía su mirada a otro lugar que no fueran mis labios. Parecía absorto en sus pensamientos, como si intentara arduramente descubrir algo que le era imposible comprender.

—Quiero escucharte decirlo —habló exhalando una gran cantidad de aire que acarició mis labios.

—¿Qué co...?

No logré terminar porque sus labios besaron los míos con ternura.

—Dilo, di que me amas.

—Yo... —jadeé.

Nuevamente me besó pero esta vez fue más suave y casto.

—Por favor... —suplicó.

¿Nickolas me estaba suplicando?

—Eso... Ya lo sabes... —logré articular.

—Pero quiero oírte decirlo, Roxana. ¿Cuantas veces debo decírtelo para lograr escucharlo de tu parte? Nunca creí que amar a una persona fuera tan difícil.

—¿A qué... te refieres?

—A que nada sale como quiero.

—No entiendo...

—Quiero casarme contigo, quiero un futuro contigo, quiero estar siempre contigo, quiero poder amarte como se debe, no me importa tener hijos si es contigo. Pero te necesito conmigo para eso —declaró convirtiéndome en un manojo de nervios. Las últimas palabras habían sido a penas un susurro.

—¿De qué hablas? Estoy aquí contigo y no voy a irme jamás de tu lado... También quiero crear un futuro contigo... Quiero una familia contigo...

—No lo entiendes.

—¡Entonces dímelo, porque de lo contrario no puedo adivinarlo! —gruñí observándolo con preocupación.

—No tendré un para siempre contigo.

Un compromiso arreglado por el gobierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora