Un compromiso arreglado por el gobierno.

Capítulo 10.

CAPÍTULO 10.— LA FIESTA DE LILAH. PRT. I

A medio camino de hallarnos por llegar a su auto, sujetó mi mano tomándome desprevenida y entrelazando nuestros dedos. El mero contacto causó un ligero rubor en mis mejillas y debido a la situación, me sentí obligada a aceptar su agarre, terminando por sujetar su mano igualmente. Sin embargo, el contacto no perduró demasiado, pronto llegamos al estacionamiento y tuve que soltar su mano para tomar asiento dentro. Donde sólo recibí cortas miradas —para nada disimuladas de su parte—, sonrisas lascivas cada que el auto se detenía en un semáforo, causando una risa de mi parte y cumplidos que me hacían sentir incómoda.

En cuanto el auto se detuvo dándome a entender que finalmente habíamos llegado al destino, mi corazón no detenía el latir con fuerza. Me encontraba infinitamente nerviosa, con una capa de sudor que me cubría el cuerpo entero y la garganta reseca. No había sido muy inteligente de mi parte el aceptar una invitación donde asistirían cientos de personas de la escuela, que seguramente se enterarían de mi relación con Nickolas y el rumor correría como un tornado por los pasillos.

Aún así, ya me encontraba aquí. Era un poco tarde para arrepentirse después de todo.

Nickolas me instó a entrelazar nuestros brazos con un gesto, quise negarme pero mi autocontrol fue más débil y tras una carcajada terminé aceptando, no obstante, al entrar y encontrarme con la casa atestada de personas, mi incontrolable nerviosismo volvió y terminé por soltar el brazo de Nickolas simplemente caminando a su lado, cosa a la que él respondió con una ceja alzada.

El hogar de de Lilah era increíblemente inmenso, no podía asegurar cuantas plantas poseía debido a que no me había fijado al entrar y, sin embargo, la primera planta sin duda era cuatro veces el departamento de Nickolas. Se encontraba iluminado con diversas luces innecesarias que si observaba demasiado tiempo podían fácilmente cegar la visión. Todo se encontraba delicadamente decorado dándole una hermosa apariencia y cada cosa que se hallaba en la casa se veía perfectamente en su lugar.

Lilah nos recibió a la entrada con una sonrisa y un "Bienvenidos", sin embargo, pude atisbar que ello sólo estaba dirigido al rubio a mi derecha, debido a que en cuanto sus ojos se posaron en él, obtuvieron un brillo que no supe cómo identificar y se dirigió a él en una animada charla, dándole como saludo un beso en la mejilla que le dejó restos de pintalabios y que intentó borrar con un pañuelo. Yo por mi parte, incapaz de seguirles la conversación, me dirigí dentro con la esperanza de encontrarme a Brian y Danica.

Le había pedido a Nickolas que no me dejara sola en ningún momento, esa era mi única condición. Claro estaba que no sabía sí, si quiera yo podía soportar mi propia petición. Estar toda la noche juntos probablemente significaría un fastidio para ambos.

Finalmente, mis ojos se enfocaron en la pelirroja. Su atuendo consistía en un hermoso vestido unicolor de un precioso azul similar al del mar, acentuado con tacones negros que casi la hacían llegar a la altura de su prometido. Su cabello rojizo se encontraba recogido en un increíble peinado dando más atención a su rostro que se encontraba delicadamente maquillado.

Brian por su parte, aquel castaño de ojos similares al café, con cientos de lunares torno a su rostro, se hallaba enfundado en un traje de un profundo gris con una corbata negra. Ninguno de los dos había advertido mi presencia, así que llamé su atención con una exclamación que los tomó por sorpresa.

—¡Se ven increíbles! —dije a modo de saludo.

Ambos se giraron claramente sorprendidos y la pelirroja sonrió en cuanto sus ojos se encontraron con los míos.

—¡¿Qué dices?! ¡Mírate! —gritó eufórica—. ¡Te ves preciosa!

Le devolví la sonrisa.