CAPITULO 4:

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Viviana estaba escondida en la caseta de la piscina con Emilia, sabía que allí no la buscarían ni Sara ni Blanca.
Emilia se sentía muy emocionada de poder estar a solas con Viviana, había echado en falta su locura y su frescura.
Para romper el hielo charlaron de cosas vanales, dándose cuenta que aún tenían mucho en común.
Pero como no podían estar encerradas allí para siempre hablaron del tema que les interesaba.
-Viviana te he echado de menos. Eramos mejores amigas hasta que tu padre y Berto se declaron enemigos. Luego nuestros amigos se dividieron en dos grupos, simpatizantes de Braulio por un lado y de Berto por el otro. Algo estúpido e inútil pero que parecía divertir a todos. Nunca deje de considerarte mi amiga, por eso ahora te voy a cubrir y apoyar. Pero tienes que tener mucho cuidado. ¿Qué sientes por Dan?- Preguntó Emilia.
Viviana necesitaba desahogarse con alguien y no podía hacerlo con nadie. Pero sabía que podía confiar en la chica que tenía delante. A pesar del tiempo transcurrido sin hablarse, cuando Dan la había llamado no lo había dudado. Allí estaba apoyándola.
-Sinceramente Emi no sé que siento. Se que él me atrae, a veces me escondía detras de un libro solo para observarle. Y ahora sé que sea lo que sea este algo esta creciendo e instalándose dentro de mi pecho. Y tengo miedo. Esto es lo peor que me podía haber pasado. Complica mi existencia. ¡Por dios si mi padre me comprometió con Steven! ¿Cómo puedo si quiera atreverme a pensar en tener una relación con alguien distinto a ese tipo aburrido y estirado?-
-Tranquila Vivi respira. Solo no te sientas culpable. Y solo piensa que esto que inician es peligroso. Pero los dos me tendrán para siempre y para todo.- Dijo Emilia abrazandola.
-Gracias, tendremos que salir de aquí.-
-Supongo, pronto tengo que volver a Santander, me espera la vida universitaria. Je je. Tengo que hacer la maleta y coger el tren pero aún tengo tiempo de merendar contigo.-
-De acuerdo vamos a la cocina entonces.-
Juntas fueron a la cocina para beberse un zumo de naranja y comerse unos sándwiches de atún.
Mientras merendaban Emilia le contó anécdotas de la vida en la universidad. Historias de hermandades y fiestas locas y salvajes.
Como se arrepentía de haber echo el vago y haber suspendido el curso. Ahora estaría viviendo esa misma vida. Pero se prometió que ahora sacaría las mejores notas de la clase. Se juró terminar el último año de instituto siendo la mejor.
Blanca entró en la cocina y asesinó a Emilia con la mirada, incómoda salió para ir a buscar a Sara para quejarse.
-Me gustaría mucho verte el próximo fin de semana Vivi.- Dijo Emilia.
-A mi también pero si sigo castigada tendrás que venir a casa.-
Después de un abrazo e intercambiar números de teléfonos Emilia se marchó y Viviana fue a encerrarse en su habitación para estudiar un rato.
Pero no pudo hacer mucho porque su hermana y su amiga habían decidido molestarla.
-¡Quién eres tú y que has hecho con mi hermana! ¡Ayer desapareciste y volviste rara! ¡Encima no nos cuentas nada! ¡Y para colmo recibes al enemigo en casa!- Exclamó teatralmente Sara.
-¡Dinos que ovni te abdujo para lavarte el cerebro!- Gritó Blanca.
-¡Qué ovni ni que ocho cuartos! ¡Estoy rara Sara porque me jodiste los planes de mala manera y ahora estamos castigadas! ¡Si no hablo es por no tengo nada que contar! ¡Por todos los santos ya no somos esas mocosas que jugaban a si tu no soportas a mi papi no te quiero! ¿Por qué me habré dedicado el año pasado a hacer el vago? Ahora estaría en alguna universidad lejos de estas tonterías y viviendo la vida loca. Si no tenéis nada interesante o nuevo que decir ¡largaos! ¡humo! ¡fuera de mi cuarto.- Viviana después de decir esto último se encerró en su baño a esperar que se fueran.
La habían puesto muy nerviosa y enfadada.
Cuando oyó que cerraban la puerta volvió a salir. Se dejó caer pesadamente en la silla y apoyó los codos en el escritorio. Resoplo y maldijo. Y para terminar de fastidiarle el día su madre entró sin llamar para darle la peor noticia del día.
-Hija esta noche tenemos cena en casa con tu prometido y sus padres. Así que te he traído este estupendo vestido de Carolina Herrera para que luzcas preciosa esta noche.-
Miró frunciendo el ceño el vestido, si hubiese tenido treinta años le hubiese gustado pero ahora no le gustaba nada. Quería que le levantaran el castigo aunque solo fuera por buen comportamiento. Así que no dijo nada ni montó escándalo.
-Me alegra ver hija mía que estás madurando. Procura bajar a las nueve al comedor.-
-Estaré puntual.-
Exasperada se dio un baño, se aliso el pelo colocando una diadema con brillantitos, el vestido de marras que ya odiaba y unos peep toe negros que la hacían lucir más alta. No se maquilló en exceso.
Puntual bajó a reunirse con su familia. Se fijó que su hermana estaba ausente, se retorcía las manos en el regazo y aparentaba realmente triste.
Se acercó y la abrazó. Para animarla le dijo:
-Perdona por lo de esta tarde hermanita. No quería ponerte así.-
-No estoy así por ti hermana. Hay algo que me preocupa.- Murmuró con los ojos llenos de lágrimas.
-Si quieres hablar y confiar en mí estaré para ti.-
No pudieron seguir hablando porque las regañaron por estar cuchicheando. Se sentaron a cenar cada una sumida en su propio mundo.

Locura DesenfrenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora