CAPITULO 18:

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Viviana miró muy cabreada a su marido, quiso golpearlo, empujarlo y se acercó peligrosamente. Pero se acordó de su herida y se alejó. Se conformaría con gritarle.
-¡Eres gilipollas! ¡Tonto del culo! Me parece a mí que me estoy cansando de ser tu mujer. No soy tuya ni de nadie.  Y te salvas de que te siga gritando porque hoy tengo mucho que hacer con Steven.- Dijo dirigiendose a la puerta de salida.
-No te atrevas. ¡Ibas a dejarle!-
-Sí, pero he pensado que puedo estar con los dos, folla de puta madre y no me cela como tú.- Sabía que eso le dolería y le enfadaria. Le vio apretar los puños a los costados, la vena del cuello le palpitaba furiosamente.
No supo porque pero se acordó de la peluca, entonces fue por ella a la habitación. Sería un problema ponerse en ese momento unas lentillas. Así que cogió una de las gafas de Dan y así sin decir nada se fue.
Cuando llegó al portal se apoyó en la puerta, no sabía como volver a casa. Para su suerte Chuky llegaba en ese momento.
-¡ Eh tú! Llévame a mi casa. Te pongo gasolina para pagarte el favor.-
-Venga vamos, no dejaré a la mujer de mi colega, que es como un hermano en un barrio como este.-
Ella le siguió feliz, ya no tenía que preocuparse de como volver.
Dan furioso rompió un jarrón contra la pared. Medio sonrió a su amigo y le dijo:
-Mujeres no se puede vivir con ellas pero sin ellas tampoco.-
Sara esperaba a Viviana impaciente, como sabía que el día iba a ser largo se había puesto un vestido azul de manga corta. Se sentía especial con el porque era el regalo de una persona que ella apreciaba mucho. Una persona que ya no estaba en su vida.
Viviana indicó a Chuky donde estaba su casa. Cuando llegó le dio dinero para la gasolina como había prometido. También se quitó la peluca y la metió a medias en el bolso. No le cogia.
Se despidió de su nuevo amigo y se apuró en llegar a la entrada de su mansión para reunirse con Sara.
Ya tenía en mente donde ir a comprar sus vestidos.
Entró y subió rápidamente a su habitación, escondió la peluca en una caja de zapatos, cambió el bolso y cogió las llaves de su coche.
Toco a la puerta de su hermana y le pidió que la esperara abajo que iba a hablar un momento con su padre antes de irse.
Entonces fue al despacho de su padre esperaba que estuviera allí, iba a tocar a la puerta pero sus padres parecían tener una conversación muy interesante. Sabia que era de mala educación pero se quedó unos instantes escuchando.
-¿Por qué nuestras hijas son así? No son lo que esperaba, hacen lo que les da la gana. Yo quería que Viviana fuera como yo y que Sara fuera como tú. Y esa idiota arruinó todo, odio que todo sea al revés. Te dije que no quería tener hijos.- Decía la madre, se notaba que había bebido.
Viviana se sintió defraudada, dolida, triste y enfadada.
-Yo adoro a nuestras hijas, pero no son niñas, empiezan a tener sentimientos y pensamientos propios, no te voy a negar que el carácter de Sara es mejor para llevar el negocio familiar pero con el tiempo Viviana aprenderá y llevará todo. Ahora volviendo a nosotros no te parece que ya has bebido demasiado.- Reprochó Braulio.
-Odio haberme casado contigo, odio haber estropeado mi cuerpo para darte hijas y odio mi vida.- Protestó ella como niña pequeña.
Viviana estaba asombrada, no conocía esa faceta superficial de su madre. Los hijos debían ser el mayor tesoro en la vida de una mujer. Insconcientemente se llevó la mano a su vientre y se prometió a si misma que si algún día era madre amaría a sus hijos por encima de todo.
Luego decidió que era hora de entrar, no tocó a la puerta, simplemente entró y con irritación le pidió dinero a su padre.
- No tenía pensado que gastarás de tu asignación para organizar la boda de tu hermana. Toma una nueva tarjeta. No tienes limitación con los gastos.- Dijo Braulio.
-Gracias papá te quiero.- Dijo Viviana dándole un beso en la mejilla e ignorando a su madre.
Sara la esperaba en la cocina tomándose un zumo de naranja, ella se sirvió otro y después en silencio fueron hasta el garaje para coger el coche y poner rumbo al centro comercial.
No hablaron, cada una estaba sumida en diferentes pensamientos.
Después de dos largas horas Viviana tenía el vestido perfecto para ella y para su hermana. Los zapatos y los complementos no dieron tanto trabajo.
Cansadas se fueron a una creperia a desayunar. Viviana pidió un café bien cargado y dos crepes de mermelada. Sara un chocolate caliente y dos crepes de nocilla.
La hermana pequeña estaba feliz por fin iba a enterarse de la verdad por boca de Viviana.
Esperó pacientemente a que llegarán los pedidos y cuando su hermana estaba a punto de llevarse a la boca el primer bocado de crepe soltó la bomba:
-Hermana me gustaría saber que cojones tienes con Daniel Balenciaga.-
Viviana alejó el crepe de su boca sorprendida y asustada. E hizo lo que creyó más inteligente, negar toda relación con Dan.
Sara la miró con suspicacia y sonrió con superioridad, entonces soltó la otra bomba:
- No niegues más, anoche te seguí. Ahora quiero que confíes en mí y sueltes la sopa. Quiero saber el motivo por el cual te estás jugando la cabeza. Si me mientes lo sabré. Además quiero apoyarte.-
Viviana cerró los ojos, dejó definitivamente su comida en el plato, suspiró y escuchó por unos instantes a su alma y su corazón. Entonces se animó a contarle su historia a Sara.
-Quizá deba empezar diciendo que siempre me gustó Dan. Todo en él es tan perfecto, sus lindos ojos tan tiernos y a la vez tan pícaros y que decir de esa sonrisa moja bragas. También su pose de líder. Me conformaba con observarle y admirarle de lejos. Él significa lo prohibido. Pero una mañana de hace más o menos dos semanas desperté en una cama desconocida y Dan a mi lado. No recordaba nada ni él tampoco, debimos beber como cosacos. Le observé mientras dormía y algo se movió aquí dentro y desde entonces aunque hubiese querido no he podido dejar de verle. Además en medio de nuestra borrachera hicimos algo muy loco y malo. Nos casamos Sara, ahora estamos casados realmente. Cuando su padre y el nuestro se enteren estamos muertos y aunque quiera no puedo alejarme.-
Sara miró ha su hermana sin sorprenderse y dijo algo que a Viviana le puso la carne de gallina.
-Estas muy jodida hermana, estas estúpidamente enamorada de alguien prohibido y cuando papá se entere te mandará al polo norte la castigarte de por vida.-

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La foto de este capítulo es de Sara.

Locura DesenfrenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora