CAPÍTULO 34:

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Viviana sonrió, por un lado tenía miedo de que los descubrieran y por otro se sentía feliz de que Dan la hubiese buscado para despedirse.
Su padre tocó a su puerta le había sorprendido que su hija dejara la fiesta.
-Hija ¿Estás bien?-
-Si papá, solo agotada de toda esta semana. Quiero descansar.- Contestó ella intentando que su voz sonara normal.
-Déjame entrar. Quiero comprobar algo.- Ordenó Braulio.
-Espera un momento. Estoy desnuda. Iba a bañarme.- Dijo Viviana señalándole a Dan el baño para que se encerrara allí. Cosa que hizo rápidamente recogiendo su ropa por el camino.
Ella se colocó una toalla envolviendo su cuerpo. Miró que no hubiera nada que le pareciera extraño a su padre y abrió enfadada.
Braulio entró con sus guardaespaldas y miró todo a su alrededor con el ceño fruncido.
-¿Se puede saber por qué te encierras en tu propia casa?- Preguntó molesto a su hija.
-Hay algo que llaman intimidad. Si dejo abierto cualquiera puede entrar. Te recuerdo que en esta casa hay tantos criados que tener algo de soledad es imposible. Por eso mi cuarto es mi santuario, por eso cierro la puerta para que nadie moleste.- Contestó ella y mientras observaba a su padre que se había dado la vuelta para irse, se le ocurrió otra idea.
-Papá espero que sepas respetar mis momentos de soledad, si no me iré a casa de mi hermana Sara.-
-No me hagas reír hija. ¿De verdad serías capaz de vivir con dos personas que te han traicionado?- Preguntó con burla Braulio.
-En realidad no me han traicionado mucho, porque era una relación que tú elegiste para mí. Yo jamás hubiera elegido a Steven.- Contestó retadora ella.
-Espero que cuando elijas a alguien sea de mi total agrado. Si no las cosas pueden torcerse mucho para ti.- Amenazó el a su hija, para después marcharse dejando la puerta abierta.
Viviana enfadada dio un portazo. Para después cerrar con el seguro. Dan se acercó a ella abrazándola, dándole tranquilidad. Acarició su espalda haciendo resbalar la toalla hasta el suelo.
La levantó y ella enrollo las piernas en su cintura, él la penetro despacio, muy lentamente mirándola a los ojos. Apagó sus suspiros tragandoselos en un profundo e intenso beso.
Cuando Dan sintió que le empezaban a fallar las fuerzas caminó con ella hasta la cama. Y allí continuaron su baile de amantes, siguieron su guerra de besos.
Terminaron sudorosos y abrazados, deseando que esa noche no terminara nunca.
-Quiero irme de aquí Dan, quiero irme lejos, a un lugar en el que solo seamos tu y yo.- Dijo Viviana triste.
-No queda tanto cariño, ya este trimestre esta casi acabado. Solo cuatro meses más y después de las vacaciones iremos a la universidad. Acuérdate iremos al mismo centro. Y viviremos juntos. Cuando volvamos ya nada podrá separarnos.- Consoló Daniel.
-Que ganas que pase el tiempo, de estar por ejemplo en Londres. Tú estudiando marketing y dirección de empresas. Yo arqueología.- Soñó en voz alta ella.
Él solo sonrió y la abrazó más fuerte. No se enteraron en que momento se quedaron dormidos, pero despertaron cuando los primero rayos de sol entraron por la ventana.
De mala gana se levantaron y se dieron una ducha que se alargó más de lo necesario.
Daniel salió por el balcón haciendo gala de su habilidad para escapar.
Viviana se quedó un rato más en la cama deleitandose con ese olor a sexo que había quedado impregnado.

Dos semanas después Dan no había regresado y ella cada vez estaba más triste, era la hora del recreo y se paseaba por la parte trasera del patio. Alguien la cogió por la cintura y la arrastró a la caseta de las herramientas del conserje. Cuando la persona cerró la puerta a sus espladas y se dio la vuelta por fin pudo saber quien era.
Se abalanzó sobre él para besarlo con ansia, parecía que había estado caminando por un árido desierto y la boca de él era su oasis.
Dan levantó la falda verde del uniforme y echando a un lado sus bragas la penetro salvajamente. Ella para buscar un punto de apoyo para no caer se agarró a una estantería. Pero como estaba mal clavada a la pared todas las latas de pintura cayeron haciendo un horrible estruendo.
No les importó, él siguió pujando dentro de ella y tragándose el grito de su orgasmo. La puerta se abrió de repente y Dan para proteger a Viviana la ocultó con su cuerpo. Así le dio tiempo a colocarse la ropa y el pelo.
El director del centro los miraba con el ceño fruncido, después de preguntarles un montón de veces que hacían allí.
-Como se ve que los señoritos se niegan a responderme acompañenme a mi despacho.- Pidió el hombre calvo.
Ellos le siguieron sin arrepentirse por lo que habían echo.
Viviana notaba el semen de Dan corriendo por su pierna y deseó poder ir al baño a limpiarse.
Aceptaron el castigo que se les impuso sin rechistar.
-Y si esto se vuelve a repetir se llamará a sus padres. ¿Queda claro?- Amenazó el director.
Cuando salieron del despacho se abrazaron sonrientes, tendrían que limpiar el instituto durante quince días al acabar las clases pero por lo menos no llamarían a sus padres.
Les costó separarse para irse a sus respectivas clases pero tuvieron que hacerlo.
Viviana pasó primero por los aseos para poder limpiarse un poco.
Se sentía tan feliz que podía ponerse a cantar. Por fin Dan había regresado.


Locura DesenfrenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora