CAPITULO 32:

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Viviana estaba sorprendida. Aquella desconocida no le parecía tan desconocida. Pero no podía ser lo que estaba pensando, era prácticamente imposible.
Pero no pudo pensar mucho más el chico que la había retado llegó para cumplir con el reto. Viviana miró con asombro el ferrari rojo preguntándose de donde mierda había sacado un delincuente de tres al cuarto el dinero para permitirse semejante coche.
Con una mueca de desprecio se subió al deportivo blanco de su marido. Blanca se acercó sonriente y le dijo:
-Quiero ir contigo.-
-Estás como una puta cabra. ¿Sabes que es peligroso?-
-Si tu puedes yo también.- Contestó orgullosa Blanca.
-Venga ven antes que me arrepienta.- Accedió a regañadientes Viviana.
Blanca sonriendo se subió, le apetecía hacer locuras por una vez en su vida.
Dan y Toro corrieron hacía ellas para evitar que hicieran alguna locura.
Pero no llegaron a tiempo. Viviana aceleró cuando dieron la señal.
Hizo las mismas locas maniobras de la vez anterior mientras Blanca chillaba por la adrenalina del momento.
Y llegó la última curva, Viviana miró por el espejo retrovisor y vio que su adversario estaba a bastante distancia. Así que no se arriesgó, redujo la velocidad y frenó. Cuando salió de la curva peligrosa volvió a acelerar para entrar derrapando en la línea de meta.
Se bajaron del coche y se abrazaron felices.
Toro llegó primero y cogió del brazo a Blanca, la llevó a parte para poder echarle la bronca en privado.
-¿Te volviste loca?- Preguntó él enfadado.
-Tranquilo amorcito. Soy una adolescente y las adolescentes cometemos locuras.- Contestó ella acercándose a abrazarle, Toro se puso tenso, no quería que nadie supiera que Blanca era su debilidad. No quería ponerla en peligro.
-Llevame a casa Toro.- Pidió ella borracha de amor.
-Será lo mejor. Te prepararé un baño.- Propuso él.
-¿Y me harás el amor?- Preguntó Blanca seductoramente.
Toro la única respuesta que le dio fue un pellizco en el culo.
Se despidieron de sus amigos y cogiendo prestado el deportivo blanco de Dan volvieron al barrio.
Dan miró enfadado a su mujer, no sabía que hacer con ella, era una experta en buscar lios.
-Mujer que haré contigo.- Murmuró Dan sintiéndose frustrado. Él sabía que si en ese mundo hacías locuras habrían consecuencias. Y Viviana no parecía darse cuenta.
-Aguantarte cariño. Ahora somos algo más que novios.- Dijo ella bromeando.
En ese momento llegó su oponente en la carrera entre una nube de polvo.
El chico bajó resoplando enfurecido.
-¡Maldita puta! ¡Has echo trampas para ganarme!- Exclamó enfadado.
-¿Qué pasó nene no soportas que te gane una mujer?- Preguntó ella haciendo que él apretara los puños a los costados de su cuerpo.
Dan sonrió internamente al ver la bravuconería de Viviana, sabía como hacer enfadar a la gente. Pero si había algo que él sabía hacer era asustar. Así que se acercó lentamente, con pasos calculados de depredador.
Sonrió cínicamente y con voz ronca dijo:
-Pensaba dejarte marchar sin reclamarte el premio de perdedor. Pero has insultado a mi mujer así que me voy a quedar con tu coche todo un mes.-
-Pero no puedes quitarme el buga mi jefe me partirá las piernas.- Protestó el chico asustado.
-¿Prefieres que te las parta yo?- Preguntó Dan amenazadoramente.
-Por favor.- Dijo con voz débil el chico.
A Viviana le dio pena y quiso ayudarlo de alguna manera. Por eso preguntó:
-¿Quien es tu jefe?-
El chaval palideció y miró el suelo seguro que deseando que la tierra se lo tragara.
-En realidad es de mi padre. Se lo suelo coger prestado sin que se de cuenta. Tengo el premio de otra carrera, unos treinta mil euros.-
-Bien acepto ese dinero, pero quiero sesenta mil más. Y para asegurarme que vuelves a traerlos nos quedaremos con el coche. Podemos quedar mañana.- Dijo Viviana con una sonrisa ladina.
El chico puso cara de susto, no podía irse sin el coche de su padre. Así que pensó en subirse en el coche y salir huyendo.
Viviana adivinó sus intenciones y se abalanzó sobre él quitándole del bolsillo su móvil. Por suerte para ella no estaba bloqueado y buscó el número de teléfono del padre. Sin ningún remordimiento llamó.
Explicó con todo lujo de detalles al señor en los líos que andaba metido su hijo, después colgó.
-¡La mitad de lo que has dicho es mentira!- Protestó el chaval.
-Tú padre va a venir a buscarte dentro de un rato, diselo a él. Si no hubieses querido engañarme esto no te hubiera pasado.- Dijo ella burlándose. Después llamó a Chuky y Gato para que revisaran el coche y le quitaran todo lo de valor.
Dan se acercó a ella sorprendido y también un poco enfadado por haberle interrumpido.
-¿Se puede saber a qué juegas? No quiero que me vuelvas a interrumpir de esa manera.-
-Solo estoy dando a entender que no soy tu juguete, tengo voz propia. No mandas tú solo querido. Si querías que fuera tu adorno y tu trofeo te equivocaste.- Protestó ella cansadamente.
Su discusión fue interrumpida por la llegada de una limusina blanca totalmente fuera de sitio en aquel lugar. Un hombre bajito, barrigudo y calvo bajó sin sentirse avergonzado de su pijama de rayas de otro siglo.
A grandes zancadas se acercó a su hijo y le dio dos bofetadas que sonaron en todo el desierto. Luego lo obligó a subir al lujoso vehículo.
El hombre le ofreció a Viviana un trato, le daría cuarenta mil euros si llevaba el deportivo a su casa.

Locura DesenfrenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora