CAPITULO 1:

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Viviana despertó sintiendo que la cabeza le iba a explotar.  "Maldito alcohol" pensó sobándose la frente.
El estomago también decidió dar su versión de los echos revolviéndose.       Puso la mano en la mesa de noche buscando que la habitación desconocida dejara de dar vueltas.      Intentó recordar algo de anoche pero solo se acordaba de que salió con su hermana un año más pequeña que ella, la mejor amiga que ambas compartían. Si sonaba raro y muy patético. Recordó que el pijo insoportable de Steven también las acompañaba. Ese era su prometido. Si, era ridículo que una adolescente de 18 años tuviera prometido pero es que su padre aun vivía en la edad de piedra.                                                        
Cuando consiguió estabilizarse un poco se movió tropezando con un cuerpo duro y caliente.                  Maldijo por segunda vez, " mierda como me haya acostado con Steven no me lo quito de encima"      
Con un poco de miedo se dio la vuelta esperando encontrarse el perfecto cabello rubio de su prometido. Pero lo que encontró fue algo distinto, el cabello castaño brillaba con los escasos rayos de sol que entraban. Quiso estirar la mano y acariciarle. En cambio miró el suelo. La noche había estado movida y excitante. Unas esposas se hallaban tiradas al lado del cabecero, preservativos de colores también habían usado unos cuantos.  "Viva la responsabilidad aún estando borrachos" Pensó aliviada de que no tendría que enfrentarse a una enfermedad o un embarazo no planificado.      
Y los ojos del extraño se abrieron somnolientos, sorprendidos y luego burlones. Viviana se enfureció en ese momento y le dio un puñetazo en el hombro.        
-¡Mierda Dan te aprovechaste de mi borrachera para aprovecharte de mi!- Exclamó enfadada ella.                               Él solo sonrió burlón y le dijo:                - Pecas si yo hubiese estado en mis cabales tampoco me hubiese acostado contigo.-                                                        -¿Entonces tú también bebiste?- Preguntó estúpidamente Viviana.          -Evidente cariño. Sin alcohol por medio no estaríamos así. Aunque me gustaría saber que bebimos porque no es normal en mí estas lagunas mentales. ¿Nos vería alguien conocido? No quiero que nuestros padres enfurezcan y piensen lo que no es.-
-Tendremos que esperar para saber si nos descubrieron. Ahora debemos vestirnos y marcharnos.- Dijo ella haciendo ademán de levantarse, pero él fue más rápido y se tumbo encima de ella impidiéndole salir de la cama.
-¡Dan quítate de encima!-
-He decidido preciosa que odio no recordar que hice contigo anoche así que voy a recrear todo ahora.- Dijo enseñándole las esposas y sin darle tiempo a reaccionar la esposo al cabecero de hierro.                                        Viviana empezó a maldecirle y gritarle que la soltara. Aunque perdió todo pensamiento coherente cuando la boca de él se perdió en cierta parte de su cuerpo. Pronto sus gritos ya no eran de indignación si no de algo bien diferente.                                                        No se levantaron de la cama hasta que sus estómagos empezaron a rugir escandalosamente. Entonces se fijaron que la habitación donde estaban tenía dos puertas. Una era de un espacioso armario vacío, únicamente una caja fuerte al fondo. La otra puerta era para entrar a un maravilloso cuarto de baño con paredes sin azulejos, solo madera menos en el enorme jacuzzi al que se accedía por otra puerta. Entraron en un paraíso de azulejos blancos y accionaron sistema de masaje. Llenaron la enorme bañera, echaron espuma y se sumergieron para calmar sus doloridos músculos.                             Viviana se preguntó como podría ahora disimular cuando viera a Dan. Antes era muy fácil observarlo a escondidas, pero ahora cada vez que lo viera recordaría que habían compartido una gran noche y parte del día siguiente. Cuando una mano atrevida se adentro dentro de su cuerpo volvió a la realidad.                       -¿ Todavía quieres más? ¿No era que te dolía todo?- Preguntó coqueta ella.     - Pero cuando se trata de ti parece que no termino de saciarme.- Contestó él para despues volverse a tumbar encima de ella para besarla. Pronto olvidaron que tenían hambre y que debían volver a casa.                                   Cuando salieron del baño en busca de su ropa Dan pensó que no sabían donde estaban, entonces se asomó y soltó una exclamación. A Viviana no le gustó y se acercó a mirar.                                                                  - ¡Mierda Dan! ¿Qué coño hicimos anoche para venir a parar a este sitio? ¡Estamos en una jodida cabaña en medio de un jodido bosque a saber donde!-                                                            - Nena me excitas cuando te pones a soltar juramentos.-                                       -¡Ah no! ¡Dan ahora no!-                             Dan no contestó simplemente la arrincono contra la cristalera, le arrancó la toalla lanzandola lejos e hizo que subiera las piernas alrededor de su cintura, adoptando la postura de la flor de loto. Sin juegos previos se perdió en su interior, esta vez se sintieron más libres sabiendo que nadie los estaba oyendo. Los cristales se empañaron y quedaron con las marcas de las manos de ella ya que no encontró otro punto de apoyo en el que sujetarse.                                               Un poco más tarde bajaron dispuestos a marcharse de aquel lugar al que pensaban no volver.
Observaron que la sala era bastante grande y agradable. Un papel en el suelo llamó la atención de Dan. Lo cogio para mirarlo y empezó a reirse a carcajadas.                                                   -Menos mal que tenemos dieciocho años y nuestros padres no se enteran de lo que hacemos. He ganado esta cabaña en una partida de poker y ni sabía que sé jugar. Este papel es el registro de propiedad, esta a tu nombre y al mío.-                                        -¡¿Qué?!- Medio preguntó Viviana. Para cerciorarse de que decía la verdad le quitó el papel de las manos y leyó ella misma.                                         Dan la llamó y la voz preocupada de él la asustó. Se acercó al rincón donde la esperaba. Se fijó en la caja blanca con un lazo rosa que estaba sobre la mesa y presintio que habían echo algo no muy bueno.
- Estamos jodidios Vivi. Anoche no sólo nos acostamos o gané esta cabaña y la puse a nuestro nombre.- Dan era incapaz de decir nada más. Así que ella le quitó otro papel que sostenía en las manos.                                                            Gritó y se dejó caer en una silla, en la caja un álbum de fotos se reían de ellos.                                                                   - Estamos muertos Dan. De esta nuestros padres nos matan.- Murmuró Viviana.              

Locura DesenfrenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora