Chapter Thirteen

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Chapter Thirteen: ¿Grey's Daughter?
Capítulo Trece: ¿Hija de Grey?

James

Estaba estresado. No pude encontrar a Caroline en ningún lado.
Y ahora estoy en el trabajo de nuevo.
Ni siquiera se por que me siento estresado.

En realidad, me siento más como un idiota. No debía haberla presionado para que me lo contará. Sólo debí cerrar mi puta boca, pero claro, me encanta hablar.

— ¡Ah! — dejé escapar un pequeño gritó mientras golpeaba el escritorio.

— ¡Alguien amaneció de mal humor! — entró Clara con una taza de café en su mano. No respondí. Sólo seguí haciendo mi trabajo en la computadora — ¿Qué te pasa, Elliot? — preguntó mientras se sentaba enfrente de mi.

— Nada ¿No puedo estar enojado por que quiero? — interferí enojado, sin alejar mi vista del ordenador.

— Puedes, pero no sería saludable. Creó que tiene que haber una razón y si no la hay... Te puede conseguir a un psicólogo — dijo mientras tomaba un sorbo de café.

— Creí que era mi café — entrecerré mis ojos.

— No me pediste uno — se excusó y levantó sus hombros — Ahora, habla ¿Porqué el enojo tan repentino?

— ¿Nunca te has sentido muy estresado y/o desesperado porqué hiciste algo mal? — pregunté, mientras brindaba pequeños masajes en mi sien.

— Claro que si, pero la clave esta en solucionarlo.

— Lo veo difícil. Creó que ella no me quiere ver ni en pintura.

— ¿ELLA? — gritó Clara, con los abiertos como platos. Dejé escapar un bufido.

— No es importante —

— ¿Qué no es importante? — remarcó — Nunca. Nunca te ha importado una mujer que no sea de tu familia — dijo sin creerlo.

— Claro que sí — me defendí. Ella subió una ceja.

— Dime una, James — contraatacó. Tarde unos segundos antes de poder  hablar.

— Por ejemplo, tú — repliqué. Ella rió burlona.

— Yo soy casi como tu familia — respondió — Habló de una mujer con la que mantengas una amistad — hizo una pausa — O más — añadió, mientras movía sus cejas de arriba a abajo repetidamente.

Puse mis ojos en blanco.

— Esta bien. Nunca había pasado — ella me miró sorprendida — ¡No significa nada! — gruñí.

— Si tu lo dices, Elliot — canturreó — Cambiando de tema, la Señorita Stone quiere verte.

— ¿En serio? — pregunté con más emoción de la que debía. Me golpeé mentalmente por que me había puesto la soga al cuello yo mismo.

— ¡Ella te gusta! — gritó feliz. Negué múltiples veces.

— ¡No me gusta! — le contesté desesperado.

JEFE [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora