Capítulo 2: El objeto "T"

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Faltaban cinco minutos para que dieran las nueve. Ann caminaba por los pasillos rápidamente resonando sus tacones de no más de ocho centímetros que se había puesto, en el piso. Iba camino hacia el auditorio donde posiblemente ya estarían presentes todos los directores de CETS (Coporation of Essential Technological Sciences) y unos cuantos alumnos. <<Malditos tacones>> pensó ella. Si no fuera por ellos, a esas alturas ya habría llegado corriendo.

Su mañana no había sido nada fácil después de haber tenido tal sueño y haber encontrado a Laura con Mike en pleno acto sexual en la cocina. De haber sabido que se encontraría frente a tal situación, hubiera preferido irse con el estomago vacío. Aunque para Ann el no comer no se le hacía algo adecuado, así fuera una manzana, una dona o un dulce, siempre tenía que tener algo en el estomago y claro, ese día iba a presentar su gran proyecto a personas de mayor importancia con la pansa vacía. Igual agradecía haber visto las llaves de la Renault Duster roja de Mike; con la ropa que llevaba había sido muy incomodo para ella transportarse en su Harley Davidson, la cual había sido un regalo de su padre Eros. Por lo regular el nunca tenía tiempo para ver a su hija, así que la compensaba con regalos caros como si eso le hiciera falta a ella más que el amor propio de su padre.

– Creí que nunca llegarías – le dijo Sam justo cuando ella iba cruzando la puerta para entrar al auditorio.

– ¡Cállate! Se me hizo tarde – le dio su memoria USB donde tenía guardado su proyecto. – Encárgate de manejar el computador – Sam la veía de la cabeza a los pies y de los pies a la cabeza. Se había quedado impresionado por la manera tan formal que ese día iba vestida Ann. Nunca la había visto de tal modo y sobre todo: peinada. Sin ningún pelo fuera de su lugar a como acostumbraba ella. – ¿Qué tanto me miras? – le pregunto Ann cruzada de brazos.

– Hoy estas diferente. ¿Quién eres y que has hecho con Ann? – le dijo Sam burlándose.

– Eres un tonto ¿Lo sabías? – respondió Ann entrecerrando los ojos. – Mejor ponte a hacer lo que te dije si no quieres amanecer mañana lleno de serpientes – finalizó su conversación y continuo hacia el estrado. Sam ya no dijo nada más, sabía que si le seguía molestando, haría realidad lo que ella le decía. Nunca se andaba con bromas y eso a él le constaba.

– Se ve que te levantaste con el pie izquierdo – dijo Sam desde la parte de abajo, donde estaban los computadores con los proyectos.

– No tuve una agradable mañana – dijo la pelirroja acomodándose el saco. No quería recordar la escena de la cocina. – Hoy es un día importante y necesito estar concentrada. Ya no me preguntes más hasta que haya terminado con esto Sam.

– De acuerdo. Pero no vuelvas a mencionar la palabra serpientes, sabes que me dan terror – le guiñó el ojo y se volvió para insertar la memoria en el computador. Ann solo se limito a negar y rodear los ojos. Seguía sin poder creer que tuviera un amigo al que le dieran tanto miedo las serpientes y arañas.

– Tranquila nenita, tu secreto está a salvo conmigo – bajó hacia donde se encontraba él, agarro sus cachetes y los jalo, tanto que empezó a gritarle para que los dejara. Al poco rato de que Ann los dejo, se pusieron rojos con las marcas de los dedos de ella. – Niñita – le susurró cerca del oído.

– Bienvenidos a todos los presentes que el día de hoy se encuentran acompañados en esta institución. Como verán esta escuela empezó desde el año mil novecientos sesenta y ocho, así que... – El director de la facultad ya había empezado con su discurso de presentación. Ann escuchaba atentamente para que cuando la nombraran pudiera pasar. Se sentía nerviosa por dentro, pero por fuera daba a entender que no tenía miedo de nada. Así era ella, no quería que nadie supiera cómo se sentía en realidad. Era una persona reservada a la que no le gustaba ir contando sus problemas a medio mundo tratando de dar lastima, vaya ni siquiera a Sam quien era lo más cercano que tenia por amigo. El director no tardo mucho en darle la palabra a Ann. Ella se dirigió hacia donde estaba el micrófono. Su corazón había comenzado a latir muy rápido y sus manos comenzaron a temblar <<cálmate Ann, tu puedes>>.

Secretos dentro de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora