Capitulo 20. Personas molestas

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Ann caminaba por los pasillos con su prima a un lado. No sabía que parentesco familiar tenía con ella así que la dejó como su prima lejana. Yanees había optado por transferirse a esa misma universidad con Ann, lo cual a ella no le gustaba mucho esa idea, pero a fin de cuentas tenía que aceptarla. Después de haber pasado un buen rato en su habitación meditando la idea de tener a alguien con quien platicar, pensó que no sería tan mala idea, sobre todo si esa persona sabia cocinar y vaya que Yanees lo sabía hacer a la perfección. Esa mañana Ann no tuvo que salir de casa con el estomago vacio.

– ¿Donde dices que aprendiste a cocinar? – le preguntó Ann.

– Mi abuela me enseñó – dijo ella my orgullosa.

– Que suerte tuviste, porque es claro que tienes un don para la cocina – avanzó más deprisa, pues tenía que presentarse con el jefe de la carrera para discutir el tema de la tesis que tenía que presentar.

– ¿A ti nunca te enseñó tu abuela?– preguntó Yanees.

– ¿Qué cosa?

– Cocinar – Ann se sumergió en sus pensamientos. Nunca se le había cruzado la idea de cocinar con su abuela. No había sido muy fanática de estar con ella. Cuando era pequeña le gustaba ir mucho con la madre de Laura, ella había creído que su abuela la quería, pero en realidad lo único que quería era el dinero que Laura le daba por cuidar a su hija pequeña. Y ni hablar de la madre de su padre, ella no la querían al igual que los hermanos de su padre. Siempre le habían negado toda clase de ayuda al igual el reconocimiento de ser su nieta. A Ann también le había dolido saber todo aquello, pues ella los había querido muchísimo. – Yo no tengo abuelos – dijo sin mostrar alguna expresión en el rostro.

– Perdona – se disculpó la pelinegra.

– No tienes por que hacerlo. Ahora aquí te dejo, creo que puedes arreglártela para encontrar tus salones – fue en dirección a un edificio dejando a Yanees sola.

Al entrar vio que Ian estaba sentado en una de las sillas de espera.

<<Si, claro. ¿Por qué no encontrármelo aquí también?>>

Ella paso hacia la oficina del señor Harrison ignorándolo. Tocó la puerta y enseguida una compañera la abrió saliendo de la oficina. Ann entró y cerró la puerta detrás de ella.

– Señorita Ann tome asiento por favor. Qué bueno que recibió mi mensaje.

– ¿Qué problema hay? – preguntó la pelirroja.

– Debido al problema que tuvo con el director de CETS al no aceptar la propuesta. Me temó que tendrá que realizar otro proyecto, o en todo caso concluir el que ya tiene, para que este sea evaluado por personas profesionales del ámbito de su carrera y en este caso no seré yo.

– ¿Quiere decir que si logro que alguna compañía o alguien con presupuesto apoye mi proyecto podre titularme?

– No necesita a fuerzas el apoyo de alguien, con que demuestre que funcionará y que no será un peligro para la sociedad será más que suficiente para que después los recursos lleguen a usted sola. Me entiende

– Creo que si

– Bien, entonces si está de acuerdo en todo lo que le dije, no hay más que discutir – Ann asintió y se levanto del asiento. – Por cierto, debería de reconsiderar la oferta del Señor Roswell, me ha dicho que la propuesta sigue en pie.

– Dudo que eso vaya a suceder – dijo en tono burlón.

Al salir de la oficina del señor Harrison, Ann vio que allí seguía Ian.

<<Estúpido>>

Fue hacia la salida sin siquiera voltear a verlo.

– ¡Oye Anna! Espera – escuchó que Ian decía detrás de ella.

– Mi nombre es Ann – siguió caminando hasta llegar al estacionamiento donde vería a Sam.

– Si lo que digas. ¿Puedes detenerte para que podamos hablar?

– No quiero – se detuvo para buscar a Sam hasta que vio un Jetta negro y se dirigió hacia el.

– Necesito saber si ya lo pensaste mejor.

– Solo si hiciste lo que te dije.

– Eso no se puede.

– ¡Que mal! Entonces no tengo nada que pensar y ¿podrías dejar se seguirme? – se detuvo para encararlo.

– ¡¡Ann!! – escuchó que le gritaron a lo lejos.

– ¡Deja de molestar con lo mismo! – le dijo y siguió con su camino.

– ¿Qué hace él aquí? – preguntó Sam.

– Solo fastidiar – dijo subiendo al auto.

– ¿Qué te ha dicho Harrison?

– Necesito continuar con el objeto T, con o sin apoyo. Tal vez no pude aceptar lo que CETS ofrecía, pero estoy segura que en cuanto lo termine habrá mejores propuestas. Solo falta modificar unos pequeños detalles y probarlo en alguien.

– Pero ¿no crees que será peligroso? – Ann sabía que podía haber riesgos al momento de insertarlo por primera vez una persona, e incluso hasta la muerte si no se hacía como debía ser. Pero era un riesgo que correría.

– Posiblemente – dijo pensativa.

– ¿Todavía te vas a quedar?

– No, tengo que irme. Debo entregar unos planes y después iré a casa a pensar – se recostó en el asiento.

– ¿Que tienes que pensar? – preguntó curioso.

– Muchas cosas – dio un largo suspiro. – Me puedes hacer un favor

– ¿Qué cosa?

– ¿Puedes llevar a mi prima cuando salga a la casa? – Sam quedó desconcertado. No sabía si había escuchado muy bien.

– ¿A quién?

– Tengo una nueva prima o como sea que se le llame a lo que sea de mi

– No te entiendo.

– Yo tampoco. ¿Podrías hacerlo? La traje en la camioneta pero me tengo que ir, y no sabe como regresar aun.

– Si, no creo que sea molestia hacerlo – rió.

– Gracias. Me voy. Te veo al rato – dijo saliendo del carro.

– Oye espera...

– ¿Qué?

– ¿Cómo se quien es tu prima?

– Es como de mi tamaño con pelo corto negro y trae un vestido azul. La reconocerás enseguida aparte de que tiene cara de niña – le dijo a Sam después dio la vuelta y se fue a buscar la camioneta.

– ¡¡Que buena descripción me has dado!! – le gritó Sam para que lo escuchara.


Secretos dentro de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora