Capitulo 16 (Parte II). Un encuentro no muy motivador

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Ann estaba sentada frente a su computadora tratando de rescatar unos archivos que había eliminado por accidente. Después de haber estado Dean en su habitación no pudo volver a la cama. Se sentía muy inquieta por lo que había decidido seguir con los trabajos a pesar de que ya había pensado en no hacer nada.

<<Estúpida computadora que no sirve>>.

Si, estaba enojada pero sabia que desquitarse con la computadora no resolvería nada. Así que la cerró de golpe recargando su cabeza en sus manos y estas a la vez en el escritorio. Dio un largo suspiro y pensó que lo mejor sería salir a comer algo, y quien mejor para acompañarla si no Sam.

Marcó el número de su amigo y al tercer pitido contestó él.

– Hola – se escuchaba con voz somnolienta.

– Así que sigues durmiendo.

– Es la una de la tarde y me siento cansado. Espero que tu llamada haya sido para algo importante – dijo Sam.

– Para que lo sepas mis llamadas siempre son importantes, así que vístete y pon buena cara que quiero ir a comer y tu serás mi acompañante por hoy – le dijo Ann agarrando las llaves de su carro.

– No. Esta vez paso. Tengo mucho que hacer y aun no termino mis reportes de trabajo.

– ¡Dios mío! ¿Pues que estuviste haciendo toda la noche? – preguntó sorprendida de que no hubiese terminado.

– Nada importante. Solo que no puedo acompañarte por esta ocasión. Lo siento Ann.

– Esta bien. Creo que puedo ir yo sola – bufó ella.

– Te veo mañana, vale – y colgó.

– ¿Quien lo necesita si me tengo a mí? – se dijo y salió de la casa.

Al llegar al primer restaurante que se le había cruzado por el camino, pidió una mesa lo más alejada de las personas que había en ese lugar. El restaurante no era lujoso pero era muy mono y tenia buena pinta de servir una agradable comida y eso era lo que a ella le importaba y debido a su falta de cocinar y que casi nunca había buena comida en su casa, tenía que buscar por otro lado para no morir de hambre.

– ¿Que va a ordenar señorita? – preguntó el mesero.

– Mmm... – No podía decidirse por ningún platillo ya que todos sonaban deliciosos. – Una sopa de zanahoria con la torta a la española y una naranjada por favor.

– Enseguida le traigo su orden.

Para matar el tiempo de en lo que llegaba su comida, decisión ponerse a revisar sus redes sociales en el celular. Tenía mensajes y notificaciones que por lo regular casi nunca las revisaba debido al tiempo que lo ocupaba en el trabajo y la escuela.

Estaba tan entretenida que ni siquiera se había percatado de que alguien se había puesto enfrente de su mesa.

No fue hasta que oyó un quejido y despego los ojos del teléfono para posarlos en el hombre de traje que la miraba fijamente.

– Que grata sorpresa encontrármela en este lugar – le dijo él.

– Lo mismo digo de usted – dijo Ann levantando una ceja.

– ¿Puedo sentarme? – preguntó el hombre.

– Adelante – le señaló el asiento que estaba del otro lado de la mesa.

– ¿Y a que se debe su presencia por aquí?

– No se usted pero la gente viene a aquí a pagar para que le sirvan comida y como puede usted notarlo, no vine a comprar flores – dijo en tono de burla.

– ¿Puedo tutearte? – Ann volvió a alzar la ceja. No sabía porque estaba una persona como él en aquel lugar y tampoco el porqué le trataba con respeto cuando desde un principio se había comportado muy grosero con ella.

– SI yo también puedo entonces adelante – dijo secamente.

– Se que empezamos con el pie izquierdo y quiero disculparme por haber sido tan grosero contigo la primera vez que nos vimos... no podía crees que se estuviese disculpando. Pero aunque lo hiciese, sentía que no estaba siendo sincero del todo.

– Me puedes recordar tu nombre – dijo entrecerrando los ojos.

– Perdona, ni siquiera me he presentado formalmente. Mi nombre es Ian Evans – dijo estirando la mano.

– ¿Evans? – susurró Ann. – ¿No se supone que eres Roswell? – dijo dejándolo con la mano en el aire.

– En realidad ese es mi tío. Veras él es hermano de mi madre y mi padre es Evans.

– Ooh ya – dijo sorprendida. – Bien, acepto tus disculpas pero no me las creo. Te hace falta actuar mejor, deberías seguir practicando más.

– ¿Por qué piensas que estoy mintiendo? ¿No crees que estoy siendo sincero?

–No. Di la verdad y así nos evitamos disculpas y tanta charla. ¿Te parece? – lo miró fijamente.

– De acuerdo. Estoy aquí porque mi tío me lo ha pedido. Le debo unos cuantos favores y a cambio de ellos me ha pedido que hable contigo para convencerte de que aceptes su propuesta – dijo Ian quitando la sonrisa falsa que había puesto desde un principio.

Ann se inclino sobre la mesa para acercarse más a Ian. – Dime porque habría de hacerte caso a ti cuando apenas y te conozco.

– Porque es una muy buena oportunidad, aparte de que recibirás una buena paga por hacer lo que más te gusta y terminar tu carrera profesional – se inclino el también para quedar frente a frente.

– Muy buen punto. Pero eso no me basta. Yo quiero algo mas y eso no lo pueden hacer – dijo volviéndose a recargar sobre el respaldo de la silla.

– Dime que es lo que quieres y lo conseguiré.

– No creo que puedas – sonrió ella.

– Estoy seguro de que si podré ¿Que pides a cambio? – sonrió él.

– Quiero que Dean no esté involucrado, que se retire. Solo así aceptare – dijo seriamente fuerte y claro para que escuchara a la perfección. La sonrisa de Ian se borro y ella rio aun mas por saber que tenia la razón de que el ni siquiera lograría lo que estaba pidiendo. – Te dije que no lo harías.

Justo en ese momento llego la comida que había ordenado Ann. – Ahora si no te molesta, quiero comer tranquilamente sin personas cercanas a mi alrededor – básicamente le había dado entender que lo estaba corriendo de su mesa. Sin embargo Ian solo se quedo allí sentado observándola. Él sabía que esta vez la chica del cabello rojo le había ganado la batalla, pero no siempre seria así. – Te estás tardando demasiado. Ya Adiós – él se levanto de la silla y le lanzó una mirada furiosa.

– Hasta luego Anna – Ann abrió los ojos estupefacta. Nunca antes le habían cambiado el nombre aunque no era gran cambio pero no le gustaba que la confundieran con el de Anna. Ian se había ido y por la manera tan ofendida en que se había marchado, Ann sabia que aquella tarde no se había ganado un amigo.

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Secretos dentro de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora