Capitulo 28. Puede que sea amor fraternal

312 24 0
                                    

Sam se encontraba parado a un lado del río, necesitaba lavar sus manos. Se puso a pensar en todas las cosas que habían ocurrido en los últimos días. Pensó en lo sencillo que fue haber matado a Marcus, no sospechó nunca de su presencia tan repentina en Inglaterra por lo que pudo deshacerse de él sin ningún problema y luego su mente se dirigió a la ambiciosa de su amiga, Ann. No podía creer que de un momento a otro hubiese cambiado de opinión, ni siquiera la podía reconocer. Ella no era de ese modo, o al menos eso pensaba él. Su cambio tan repentino lo dejo desconcertado y sobre todo que le dijese que él tenía que acompañarla. No podía irse así como si nada cuando tenía muchos asuntos pendientes en el trabajo y en la escuela, y tampoco podía dejar a Todd. No podía hacer eso, pues sabía que si lo hacía, estaría cavando su propia tumba.

Por otro lado ahora estaba la nueva prima de Ann, quien le había atraído demasiado. No se parecía en absoluto a Isabella. Yanees era más tierna, dulce e inocente. Le parecía un pequeño ángel, un pequeño dulce y delicado ángel. Llevaba una semana tratándola y se había percatado que en ella no había algún rastro de maldad. Sin en cambio Isabella era todo lo contrario, no era dulce y mucho menos bondadosa. Sentía atracción física hacia ella, pero no amor o tal vez... ¿era amor fraternal? Ni siquiera el mismo sabía lo que sentía. Estaba confundido. Pero no podía darse el lujo de pensar en esos momentos aquellas tonterías. No era que no le gustara, pero solo lo hacía sentirse de una manera rara que no había sentido desde hacía un tiempo.

Sintió una leve vibración en su pierna. Era su celular. Secó sus manos con un trapo y contestó la llamada.

– ¿Si?

– ¿Dónde te has metido? Hace una semana que no te has aparecido por acá – le dijo la rubia.

– He estado ocupado. ¿Pasa algo? – pregunto él.

– Todd quiere verte ahora

– ¿Es muy urgente?

– Si.

– Tardare un par de horas en llegar.

– Bien. Por cierto... – se detuvo ella.

– ¿Qué?

– Nada, olvídalo. Llega pronto.

– Eso haré – colgó.

<<Rayos>>

Se inclino para volver a meter sus manos al agua y terminar de quitar la sangre que había en ellas. Luego se dirigió hacia su maletín guardando todos los utensilios que había sacado, lo tomó y se fue de ese lugar dejando atrás a otra persona sin vida.

***

–Te han estado esperando – le dijo Isabella acompañándolo hasta el despacho de Todd.

– ¿Quiénes? – preguntó él. Ella guardo silencio y dejo que siguiera él solo.

Toco la puerta y espero a que le respondieran. Un <<adelante>> se escucho y el entró.

– Tardaste demasiado – dijo su jefe sentado en su silla con los pies en el escritorio.

– Algunos tenemos vida social – al entrar vio a una persona sentada enfrente del escritorio de Todd. Este le daba la espalda por lo que no podía reconocer quien era.

– Siéntate que necesitamos hablar – Todd señaló la otra silla. – Te presento a Arturo, él viene desde Inglaterra.

– Un gusto – dijo Sam estrechándole la mano. En su partida hacia Inglaterra nunca escuchó ese nombre y por supuesto que tampoco sabía quién era – ¿Y que te trae por este lado del mundo?

– Resulta que tenemos ahora unos pequeños contratiempos – dijo Todd poniendo una mueca de disgusto.

– ¿Cómo que contratiempos?

– El encargado de las instalaciones de Inglaterra ha desaparecido – Sam se puso algo tenso.

– ¿Tú primo? – fingió asombro.

– ¡Sí! El estúpido ha desaparecido y solo dios sabrá donde se encuentra.

– ¿Y que tengo que ver yo en todo esto?

– Trent, eres una de las pocas personas en las que confió, y necesito que te vayas a Inglaterra para que te hagas cargo. Se lo pediría a Arturo pero él ya tiene demasiado trabajo por hacer como para ocuparse de alguna otra cosa – Arturo lo miró indiferente.

– Pero yo también tengo el mío aquí – dijo molesto.

– No te pregunte si ya tenias un trabajo en este lugar y tampoco te estoy preguntando si quieres ir o no. Es una orden y se cumple lo que yo digo – dijo molesto y con un tono autoritario al mismo tiempo que bajaba los pies y ponía sus manos en el escritorio.

A Sam no le quedó de otra más que asentir y no poner pero alguno.

– Entonces supongo que ya todo está resuelto – dijo Arturo.

– No todo. Aun tengo que encontrar a mi primo – sonrió maliciosamente porque sabía que ya nunca más lo encontrarían. – La siguiente semana, si no te molesta, te irás – le ordenó.

– ¿Iré yo solo?

– Si.

– ¿Qué pasa con Isabella?

– ¿Qué hay con ella? – arqueó una ceja

– ¿No la dejaras ir conmigo?

– ¿Acaso te importa si va?

– No. Solo quería asegurarme de que no iría. Es irritable estar con ella – mintió.

– Esta vez no. Ella tiene que traerme algo especial – Arturo solo escuchaba la conversación entre ambos, y le dio curiosidad saber qué es lo que le llevarían.

– ¿Puedo saber que te va a traer? – preguntó con indiferencia Sam.

– ¿No lo sabes? Creí que a estas alturas ya lo sabrías. Todo mundo lo sabe.

– ¿No sé de qué me hablas?

– ¿Nadie te ha dicho algo sobre Valentina? – Todd sonrió.

– Oh, sí. Ya sé de quién me hablas. ¡Al fin la conoceré!

– Tal vez...

– ¿Quién es ella? – pregunto Arturo.

– Mi más preciado tesoro – a Todd se le oscureció la mirada como si estuviese recordando algo sumamente cruel. Miraba a Arturo fijamente y con una sonrisa que daba miedo. – Tal vez lleguen a conocerla.

– ¿A qué te refieres con eso? – preguntó Sam. Esa respuesta no le había dado muy buena espina.

– A nada – Arturo frunció el ceño, tampoco estaba convencido de esa extraña respuesta que le había dado aquel hombre con una mirada espeluznante. Pero no era como si le importase.


Secretos dentro de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora