Capitulo 16 (Parte I). Piénsalo

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Ann se encontraba aun dormida cuando sin querer giro en la cama y cayó al suelo. El golpe de su cabeza chocando contra el suelo había sonado demasiado fuerte como para que se despertara.

– ¡Diablos! – masculló levantándose y sentándose en la orilla de su cama. La noche había sido demasiado larga, mucho más que en otras ocasiones. Ni siquiera había podido pegar los ojos por pensar. Su mente daba vueltas y vueltas al mismo asunto. Ese día le tocaba descansar tanto de sus profesores y escuela como de su trabajo y más trabajo. Estaba dispuesta a quedarse allí todo el día sin que el mundo exterior la tocase.

Se habían escuchado unas voces afuera de su habitación y después esta se abrió. Laura estaba allí sonriendo y luego otra persona apareció a su lado.

Ann se quedo de piedra en su lugar. La persona que estaba al lado de su madre era a la que menos esperaba ver, sobre todo allí afuera de su habitación. ¿Qué clase de broma estúpida era esa? Porque siempre algo le tenía que arruinar su día.

<<Y ahora el contribuía a empeorarlo>>.

– Pensé que ya te habías levantado – dijo Laura.

– Me voy a levantar cuando yo quiera. Ahora... ¿Qué hace él aquí? – señaló hacia Dean.

– Me ha dicho que se verían hoy aquí para terminar un trabajo y por eso lo he dejado pasar hasta acá – dijo su madre.

– Pues que ilusa eres porque te ha mentido como es su costumbre – dijo Ann levantándose para ir en dirección al closet u buscar ropa limpia.

– Por favor Ann, no compliques más las cosas. Tenemos que hablar – dijo Dean.

– Yo los dejo. Voy a estar en la cocina por si necesitan algo – terminó de decir Laura. Ann susurró maldiciones para sus adentros.

– Muy bien. ¿Quieres hablar? Hablemos. Pasa y siéntate allí – señaló la silla de su escritorio.

– Se que hemos tenido nuestras diferencias y que desde un principio debí de haber sido honesto, pero... – Ann interrumpió.

– Déjate de sermones y ve directo al grano – le dijo la pelirroja. Su humor no estaba del nada bueno y eso causaba que hiciese estupideces como la de cambiarse la ropa enfrente de Dean. Era muy obvio que no pensaba con claridad.

– Venía a decirte que no tienes porque rechazar la oferta del señor Roswell. Es una muy buena oportunidad.

– ¿Eso es todo? ¿Terminaste ya? – preguntó secamente y él asintió. – Pues ahora me toca a mí hablar. No quiero que te entrometas donde no te llaman y no pienso ir a ningún lado sobre todo si voy a tener que ver tu cara. No quiero tener que compartir el trabajo y los créditos con alguien como tú. ¿Entendiste? – dijo Ann terminado de ponerse la blusa con una sudadera.

– Pero...

– Vete por favor. Tengo otros problemas mucho más importantes que estar escuchándote todo el día.

– Solo promete que vas a pensarlo.

– Yo nunca prometo nada – y sin más que decir se fue de su habitación y de su casa.


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