Arturo estaba dentro de su carro esperando a que Gretta saliera del bar donde trabajaba. Siempre iba por ella todas las noches, era ya algo rutinario entre los dos. No era como si tuvieran algo formal, pero llevaban saliendo más de un año en plan de amigos, por así decirlo. Él no estaba enamorado de ella y ella tampoco de él. Los dos sabían que no había nada serio y eso les facilitaba más la vida sobre todo si no había escenas de celos o peleas como cualquier otra pareja.
Estaba a punto de salir del auto para ir a buscarla ya que se había tardado más de lo normal, cuando salió Gretta con varios tipos borrachos detrás de ella.
– Malditos bastardos – les gritó lanzándoles una botella de whisky vacía. – Mas les vale que se alejen de mí si no quieren meterse en problemas – los amenazó y salieron corriendo, pero no por las palabras de la chica, sino más bien porque una figura masculina se había puesto detrás de ella con un arma apuntándoles a ellos. Gretta puso los ojos en blanco y volteó para ver a Arturo con los brazos cruzados y la ceja derecha alzada. – Me puedo defender yo sola, lo tenía todo bajo control – le lanzó una mirada acusadora.
– Si, me percate de ello cuando los tipos de querían sobrepasar contigo.
– Claro que no. Además tengo que saber defenderme yo sola. No siempre te voy a tener a mi lado para protegerme – Gretta no era tan ruda como solía aparentar. Era más como una muñeca de porcelana, tan delicada que con cualquier toque parecía romperse.
– Insisto que deberías de llevar un arma contigo para cualquier situación como esta – dijo de mal humor.
– Ya te dije que no, aparte de que no se usar ningún arma. Y no pienso volver a discutir eso. Además de que no eres mi padre para decirme lo que tengo o no que hacer. Tal vez sea una muñeca frágil como tú lo dices pero no por eso me voy a dejar mangonear por alguien, y en especial de ti – dijo subiendo al carro.
Eso era algo que no le agradaba a Arturo. El orgullo y la desobediencia de esa terca mujer lo volvían loco, pero tenía razón. Él no era nadie para darle órdenes lo que era una desventaja al llevar esa relación tan extraña con ella. Estaba acostumbrado a que siempre lo obedecieran y con Gretta era algo que no podía obtener.
– Bien, pero el día que me necesites no estaré allí y te arrepentirás de no haber escuchado mis sabias palabras querida – dijo Arturo inclinándose para darle un beso en los labios y ella solamente rió.
– Y cuando eso pase, yo estaré más que preparada querido amigo. Nunca subestimes a las que parecen debiluchas como yo – dijo quitándoselo de encima para ponerse el cinturón de seguridad. – Ahora mueve tu trasero y llévame a casa que ha sido un largo día y quiero llegar a darme un baño e irme a la cama.
– ¿Puedo quedarme contigo esta noche?– dijo con una mirada seductora.
– Pensé que lo dirías, pero... creo que hoy no te lo mereces.
– Espera... que Eso no es justo. Enserio que lo necesito. No puedo aguantar otra noche sin sexo – dijo dirigiéndose hacia la carretera.
– Estas tratando de decir que ¿no has tenido sexo en cuarenta y ocho horas? Si que es un record.
– He estado ocupado y cuando te tengo al frente me lo niegas. No es un trato justo.
– La vida no es justa amigo. Acostúmbrate a eso – dijo Gretta burlándose de la situación en la que se encontraba Arturo. – Pero bueno, solo por esta noche complaceré tus deseos.
– Que buena chica tengo.
Al llegar a la casa de Gretta esta se encontraba sola. Su hermana Catherine trabajaba esa noche por lo que tenían el lugar para los dos solos.
– Que oportuna tu hermana – dijo Arturo agarrándola por la cintura y hundiendo su cara en el cuello de ella.
– Tranquilo. Que desesperado – puso sus manos alrededor del cuello de él y junto sus labios. – Vamos a la ducha – le susurró.
– Quiero estar dentro de ti ahora – mordió el labio de ella.
– Tranquilo chico, hay mucho tiempo. Quiero disfrutar el baño – lo soltó y fue hacia las escaleras.
– Bien lo dejare a tu manera solo por esta vez – susurró entre dientes al mismo tiempo que la alcanzaba y la tiraba al suelo. – Pero será con unas cuantas reglas – rió maliciosamente.
*****
El celular de Arturo comenzó a sonar. Él todavía seguía durmiendo después del gran encuentro que había tenido con Gretta. Eran las cuatro de la mañana y el sonido no cesaba ni una sola vez hasta que Arturo se digno a contestar la llamada.
– ¿Que quieres Marcus? – le dijo de mal humor.
– ¡Maldición! ¿Por qué no levantabas el celular? – gritó.
– Estaba durmiendo. ¿Qué quieres?
– Necesito que te vengas. Los camiones de ayer no llegaron con John y la policía ya sabe de donde provenían los cargamentos. Necesitamos irnos de aquí antes de que vengan y nos atrapen a todos.
– Esta bien, está bien. Ahora salgo – dijo colgando y levantándose de la cama de Gretta para buscar su ropa y los zapatos.
– ¿Que ocurre Porque te vas tan pronto? – Pregunto la chica adormilada.
– Perdona. Tengo que irme. Al rato paso a recogerte para ir a ver una película ¿Qué te parece? – asintió y volvió a quedarse dormida mientras él se acercaba y le daba un beso en al frente.
Salió apresuradamente, pues tenía que llegar con Marcus. No podía creer que los hayan agarrado cuando siempre habían sido cuidadosos. Esa era la primera ocasión en ese año que sucedía tal cosa y era algo lógico que alguien los hubiera delatado. Por más vueltas que le diera, no encontraba otra respuesta.
<<Voy a descubrir quien lo hizo y cuando lo haga, habrá deseado no haber nacido>> pensó apretando el volante muy fuerte.
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Secretos dentro de mi
Mystery / ThrillerAnn tiene veintidos años. Él tenía veintidos cuando se enamoró de ella. Ella no es feliz con la vida que lleva ahora. Él era muy feliz cuando estaba con ella. Ella es perseguida por UnderCorp. Él trabajó para ellos. Tenía dieciocho años cuando lo ma...