Capítulo 9. Edson Roswell

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– ¿Acerca de que querías hablar conmigo? – dijo Ian entrando a la oficina.

– La siguiente semana nos iremos de viaje y tu padre me pidió que te diera la oportunidad de organizar las presentaciones de todo cuanto vayamos a hacer en España. Necesito los reportes generales de las cifras obtenidas en este mes. Quisiera saber que tan alta ha sido la producción en estas últimas semanas – dijo Edson Roswell.

– Espera un momento... – interrumpió Ian. Tenía la duda de porque su padre se aferraba tanto a la idea de que él tenía que trabajar con su tío cuando ni siquiera le interesaba mucho lo que se hacía en aquel lugar, era cierto que era una empresa de prestigio y que en un principio le interesaba participar en los proyectos de Edson sin embargo después de haber escuchado un día a su padre hablar por teléfono con referencia a la elaboración de unas sustancias con nombre raro en sus laboratorios y sin mencionar que una noche entro al despacho de su padre sin permiso alguno donde pudo ver plasmado todo el trabajo que él hacía. Mientras más investigaba a detalle lo que se podía hacer con todo ese material más se obsesionaba por entrar a esos laboratorios a trabajar y mientras más grande era esa obsesión, Dion menos le permitía involucrarse en su trabajo. Muy a pesar de que era su hijo, no tenía ninguna intención de que Ian estuviera en ese ambiente.

Dion era el dueño de todos esos laboratorios al igual que de las sedes de otros países y a lo mucho que le permitía a Ian acercarse era cuando lo dejaba formar parte de la seguridad de las bodegas subterráneas.

– ¿Qué sucede?

– Yo jamás pedí ser parte de esto. ¿Por qué habría de hacerlo?

– Porque es hora de que empieces a hacer algo con tu vida. No siempre vas a ser el guardia de seguridad de tu padre o el chico que se la pasa holgazaneado solo porque aún no sabe qué hacer con su vida – a Ian siempre le molestaba que le dijeran que era una persona que no tenía objetivos o planes en su vida cuando era más que claro para él que si los tenia. Sabía muy bien lo que quería y de eso estaba completamente seguro.

– ¿Y quién te ha dicho que no tengo planes futuros? – preguntó el chico.

– ¿Es que acaso los tienes? – su tío parecía anonado.

Ian hizo una mueca burlona, quería demostrar que no se sentía intimidado ante las preguntas de su tío – Pero por supuesto que sí, el hecho de que no hable de ellos no significa que no los tenga.

– Y se puede saber querido sobrino según tú, ¿Cuáles son esos planes?

– Eso es algo que no es de tu importancia y con lo que a mí respecta puedes largarte al demonio con tu empresa – terminó de decir Ian para darse la vuelta y salir de esa empresa.

– Pareces un crio de quince años – dijo burlón su tío. – Igual que tu padre.

– Él y yo somos muy diferentes así que te voy a pedir que no nos compares.

— Creía que te había interesado la chiquilla pelirroja – Ian frunció el ceño y volteo a ver a Edson, no sabía con certeza a lo que se estaba refiriendo. Su tío al ver la cara de confusión de su sobrino le volvió a repetir lo mismo solo que en vez de usar el término pelirroja uso el nombre de Ann.

– ¿Y quién es Ann? No conozco a nadie con ese nombre.

– Y la muchacha a la que has avergonzado hoy cuando hizo su presentación de su proyecto. ¿No te resulta familiar? – el rostro de esa pelirroja se le fue a la mente enseguida, nunca en su vida había visto a una mujer tan insoportable como ella. Muy aburrida para su gusto o más que eso, muy poca cosa. Es cierto que fea no era, pero eso no le quitaba cierta repugnancia que sentía hacia ella cuando la vio subirse al estrado. Era algo como odio a primera vista y estaba claro que ella había sentido lo mismo por él. Al fin y al cabo, el sentimiento era mutuo y lo seguiría siendo. – Tiene un gran potencial dentro de esa cabecilla y por eso la he aceptado dentro de mi empresa.

– No me interesa que ella esté aquí, de todos modos no volveré aponer un pie más en este lugar así que no hay nada de lo que debas preocuparte.

– Deja de comportarte como el crio que eres, haz lo que te pido y prometo recompensarte.

– Dudo que lo que yo quiero tú me lo puedes dar.

– No hay que tener inteligencia para saber que estás enojado con tu padre por no dejarte trabajar con él.

– ¿Y tú qué sabes?

– Solo lo suficiente sobrino. Vamos déjame ayudarte – Ian tenía dudas hacia su tío sobre si era cierto que él lo podría ayudar. No estaba muy seguro del todo pero igual sentía que podría servirle un poco esa gran ayuda que Edson le estaba ofreciendo.




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