Capítulo 35. ¿Qué le sucede?

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Ann poco a poco fue abriendo los ojos, despertando de su largo sueño que había tenido, uno muy aterrador que no quería volver a tener. Uno donde volvía a aparecer ese hombre que se llamaba Wade. Ese hombre que siempre la atormentaba en sus sueños. Le dolía la cabeza y los ojos los sentía hinchados. Se quedo quieta por un instante hasta reaccionar bien y darse cuenta que el lugar en donde se encontraba no era su casa. El cuarto era pequeño con una cama individual y enfrente de esta un sofá. En el sofá se encontraba un hombre con vestimenta negra, como si fuera de seguridad. Estaba recargado hacia atrás durmiendo, la pelirroja no alcanzaba a distinguirlo debido a que aun seguía con sus ojos entrecerrados. Ann trato de levantarse pero en cuanto lo hizo, un mareo le llegó de repente dándole vueltas todo su alrededor y lo peor de todo es que ni siquiera pudo sostenerse cuando cayó al suelo porque sus manos las tenia esposadas. Esto hizo que el guardia despertara y dirigiera su mirada a Ann en el suelo.
— ¿A dónde vas pequeña Bestia?—dijo el hombre con burla.
—Quien eres—preguntó Ann jadeando. Se sentía débil y los mareos seguían.
—No me digas que no me recuerdas—fue hasta ella para ayudarla a levantarse y  colocarla de nuevo en la cama. —Mas te vale que te quedes quieta, no te encuentras muy bien. Estas demasiado débil y no haz comido en días. Supongo que debes de estar hambrienta.
—No sé de qué me hablas, tengo que ir a casa—susurró Ann.
—Esta es tu casa ahora Nessie. Iré por comida, quédate aquí y no te muevas – Ann vio que el hombre salía de la habitación, no sabía a quien se refería como Nessie y tampoco sabía sobre el lugar donde se encontraba. Aquel hombre le había dicho que ese sería su nuevo hogar lo cual era demasiado extraño, aunque en esos momentos Ann no tenia ánimos para pensar, y  por más que quisiera levantarse de nuevo no podía. No aguantaba su cuerpo y los mareos no cesaban. Se sentía aun adormilada, y tanto era su sueño que volvió a cerrar los ojos quedándose dormida de nuevo.
***
Al despertar el mismo hombre que había visto desde un principio estaba enfrente de la cama, sólo que esta vez no se encontraba solo. Había una mujer de espaldas, lograba ver un cabello rubio pero nada más. El sueño que se había apoderado de ella seguía sin desaparecer, por lo que esta vez solo logró levantar la cabeza y preguntar quienes eran ellos dos, seguidamente se volvió a desplomar en la cama quedando inconsciente por tercera vez.
***
<<Debes quedarte conmigo por siempre>>.
<<No puedo hacerlo>>
<<Claro que sí y lo harás>>.
<< ¿Qué pasa si no lo hago? >>.
<<Matare a tu madre, a ese adefesio que tiene como novio, a tu prima y al estúpido de tu amigo>>.
<< ¡No puedes hacerlo!>>.
<<Pruébame y verás que lo hare>>.
<< ¿Por qué haces esto>>.
<<Porque todo es tu culpa>>.
<<Pero, ¿yo que hice?>>
<<Tú eres la única culpable, tú tienes la culpa de que yo esté muerto y ahora lo pagarás>>.
— ¡No! —gritó Ann. S—Yo no soy la culpable—siguió gritando enloquecidamente. Las lágrimas le corrían por sus mejillas y  gritaba desesperada. — ¡Déjame tranquila! ¡Déjame ya!
—Nessie tranquila—el hombre que había estado desde un principio corrió a verla cuando escuchó los gritos que Ann daba.
— ¡Suéltame! Vete ya ¡Dile que se vaya! ¡Dile que me deje tranquila! No lo soporto mas—soltó a llorar en los brazos del guardia.
<<Tú eres una maldita asesina>>.
<<Tú lo mataste>>.
— ¡No! Váyanse—siguió gritando, sólo que esta vez pataleaba con fuerza y había comenzado a sacudir sus manos queriendo soltarse de las esposas.
<<Arderas en el infierno>>.
<<Te pudrirás junto con él>>.
—Nessie por favor—el guardia trató de agarrarla de las manos para evitar que se lastimara, pero no podía, la fuerza de Ann en esos momentos era muy grande y no podía evitar no cortarse, hasta que al final lo logró, pudo quitárselas de las manos y empezó a golpear al hombre.
— ¡Déjame tranquila! ¡Déjame ya!—le gritaba al guardia. Se llevo sus manos a los oídos para tapárselos y así poder dejar de escuchar esas voces que solo la estaban lastimando. Negaba una y otra vez con la cabeza al igual que seguía pataleando. Hasta que no lo pudo soportar más y se levantó. Comenzó a golpearse con todo, sus manos las tenía con cortes profundos y brotaba la sangre manchando todo lo que tocaba. Golpeó la pared, destrozó la cama, hacia añicos un espejo y lo peor, se destruía a ella misma. Se golpeaba a si misma desesperada por callar las voces que tenía en la cabeza, las que la culpaban de todo. De algo que ni siquiera ella sabía.
En ese momento Isabella entró a la habitación viendo un gran desastre que la pelirroja había causado. Vio toda la sangre que había en las paredes, en la cama, en el suelo y dirigió su mirada hacia el lugar de donde provenía, las manos de Ann. Vio como se estaba golpeando a ella misma y a Clain quien intentaba detenerla.
— ¿Qué le sucede?—preguntó alterada.
—No lo sé, se despertó gritando y se volvió loca. No sé qué hacer. ¡Ayúdame!—dijo asustado el hombre por la actitud de Ann que estaba tomando.
— ¡Suéltame! ¡Déjame morir! Déjame sola ¡Vete ya!—Ann agarro un pequeño pedazo de espejo y enseguida lo enterró a uno de sus costados.
— ¡No!—grito Isabella. —Agárrala de las manos, voy por ayuda—salió del cuarto rápidamente.
— ¡Escúchame Nessie!—Clain coloco su mano sobre tu cara para que volteara a verlo. —Deja de hacerte daño, deja de hacerlo.
Ann seguía sin poder escuchar, se encontraba bloqueada por las voces, solo podía escucharlas y hacerles caso. Ellas le decían que tenía que morir y Ann solo podía obedecerlas para acabar con ese sufrimiento. Siguió tomando pedazos de cristal y poco a poco se los iba enterrando en partes de su cuerpo. Clain trató de detenerla pero ella se adelantó a cortarlo en la cara.
Ann lloraba porque no podía detenerse. Lloraba con mucho sufrimiento cada vez que se incrustaba un vidrio. Sus manos llenas de sangre, su pantalón ahora era rojo, sus ojos un mar de lagrimas, su cabello hecho un desastre y su cara llena de rasguños.
— ¡Aquí esta! Ayúdenme a sujetarla. Hay que llevarla al hospital—dijo Isabella entrando al cuarto con varios hombres.
— ¡No! Ella no se puede ir de aquí. Llévenla a otra habitación y amárrenla hasta que llegue un doctor a revisarla—dijo Todd.
— ¿Estás loco? Si no la revisan ahora mismo va a morir desangrada
—El doctor ya viene ahora mismo. Ella no pone ningún pie fuera de aquí ¿Entiendes?—Isabella ni se inmuto en seguir discutiendo con Todd. No valía la pena seguirlo haciendo cuando el no daría su brazo a torcer. Se dio la vuelta para ayudar a Clain quien tenía una cortada honda en su cara.
Ann seguía luchando contra los otros hombres, trataba de libarse, gritaba y empujaba, a pesar de que su fuerza cada vez más desaparecía debido a su pérdida de sangre, seguía tratando de golpearse a sí misma.
—Tarde o temprano tendré que morir ¡Déjenme!—suplicó la chica.
Terminaron por llevarla a rastras hasta el siguiente pasillo donde se encontraba su próximo cuarto. La dejaron en la cama pero parecía que ella nos se cansaba, sus gritos no cesaban suplicando lo mismo una y otra vez.
Isabella le quito la ropa para poder sacar los cristales que se había metido a su cuerpo, era muy difícil con ella moviéndose, sin no poder lastimarla. El doctor no tardo demasiado y en cuanto vio la situación se puso en marcha para inyectarle varios tranquilizantes puesto que con uno la fiera de Ann no se podía calmar. Una vez que estuvo durmiendo de nuevo, el doctor se encargó de curarla. Cosió sus cortadas más profundas y reviso que no tuviese mas heridas en la cabeza. 
— ¿Qué es lo que ha pasado con esta chica?—preguntó el doctor.
—Cuando despertó comenzó a gritar que la dejaran en paz. No sabemos porque se puso así—contestó Clain.
— ¿Ya había pasado esto anteriormente?—Clain negó al igual que Isabella. —Les sugiero que si sigue así cuando despierte le sigan administrando dos dosis de este medicamento solo para mantenerla tranquila, habría que hacerle unos análisis para detectar lo que tiene y poder tratarla. Mientras pueden estar ya tranquilos—el doctor tomo su maletín para guardas los instrumentos que había sacado y los metió de nuevo. –Sera mejor que vean lo que le pasa a esta jovencita, no vaya a ser algo grave y termine siendo peor la situación—después de eso el doctor se fue dejando a Isabella y a Clain solos con el cuerpo de Ann que yacía en la cama semidesnudo.
— ¿Y tu porque le llamas Nessie?—preguntó Isabella. Esa palabra se le había quedado en su mente cuando escucho a Clain decirle así a Ann, por lo que le causo mucha curiosidad.
—Es una larga historia—suspiro Clain.
—Tengo tiempo de sobra—se encogió de hombros la rubia.
—De acuerdo.



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