Capitulo 29. Es un trato

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Eran las doce de la tarde cuando Ann todavía seguía durmiendo. Había sido una noche larga para ella después de todo lo que había ocurrido. Yanees entro a su habitación para ver como seguía. Estaba un poco asustada por el comportamiento que había tenido su prima, sin embargo su tía se había encargado de explicarle que habían ocasiones en las que a Ann le daban ataques de pánico. Y por supuesto le pidió que no comentara nada de lo ocurrido la noche anterior, ya que ella no lo recordaría.

– Ann – se acercó a la cama de su prima. – Oye – intento moverla un poco para ver si despertaba, pero era claro que Ann en esos momentos tenía el sueño muy pesado. – Despierta Ann – volvió a decirle. Escuchó un pequeño gruñido.

– ¿Qué quieres? – dijo Ann adormilada.

– Faltan quince minutos para que sea la una de la tarde y... –Ann al escuchar la hora se levantó de inmediato.

– ¡Diablos! Me quede dormida.

– ¿Estuvo mal que te despertara? – preguntó Yanees con los ojos muy abiertos.

– No, no. Está bien, es solo que... creo que tenía mucho sueño – dijo confundida. Nunca se quedaba dormida tanto tiempo.

– Te ha llegado este sobre y lo he recibido por ti, espero que no te moleste – dijo rápidamente y le tendió el sobre. Ann lo abrió y saco de el unos cuantos papeles, tarjetas de identificación, un pasaporte y un cheque con la cantidad de diez mil dólares firmado por el señor Roswell. Su rostro se le ilumino al ver esa cantidad, claro que no era demasiado, al menos no para ella.

– ¿Qué es todo eso? – preguntó Yanees acercándose a su prima para ver qué es lo que sostenía entre sus manos. Ann guardo todo para que no alcanzara a ver qué es lo que contenían todos esos documentos.

– Nada. No es nada – guardó el sobre en su bolsa y se apresuro a buscar una blusa y unos jeans. Quería ir a depositar ese dinero al banco lo más pronto posible. Después iría a hablar en persona con Edson Roswell.

– ¿Te puedo hacer una pregunta? – Yanees se sentía algo incomoda.

– Solo si puedo y si quiero contestarla.

– ¿Recuerdas algo que haya pasado en la noche? – Ann dejo de buscar en su armario y con el ceño fruncido se le quedo viendo fijamente por unos segundo.

– ¿Pasó algo en la noche y yo no me enteré? – Yanees recordó lo que su tía le había dicho.

<<Ella no recordara nada cuando despierte>>

– No, nada. Es que escuche ruidos raros que venían de afuera pero creo que eran unos gatos que andaban por el jardín.

– Puede ser. Los gatos de la vecina son muy chillones – siguió buscando una sudadera y sus vans negras sin darle importancia al comentario que había hecho la chica.

– ¿A dónde vas?

– No creo que te importe – Ann tomo su bolso y se dirigió a la cocina. Al entrar vio que había un plato con lasagna encima de la mesa. – ¿De quién es? – señaló el plato con comida.

– Es para ti – dijo Yanees detrás de ella. Ann no lo pensó ni dos segundos cuando ya estaba sentada devorando el platillo.

– Debo decir que cocinas más que bien.

– Gracias – se sorprendió por el cumplido que le había hecho. – Aproveché que no estaba mi tía y Mike para hacer algo delicioso de comer para cuando tú despertaras.

– Que amable de tu parte – se notaba el sarcasmo en sus palabras.

– No hay de que – sonrió. Ann se burló por la inocencia de esa niña. De verdad que no entendía el sarcasmo.

– ¿No deberías de estar en clases? – le recriminó la pelirroja.

– Tengo clase a las dos – se encogió de hombros.

– ¿Quieres que te aviente en la universidad? – pregunto Ann tomando un vaso de agua. Yanees volvió a abrir los ojos pero con temor. No quería ser aventada y menos enfrente de medio mundo. Sería algo muy humillante para ella.

– ¿Por qué quieres aventarme enfrente de todos? – Ann casi escupe el agua al escuchar la respuesta de su prima.

– Creo que no me entendiste – comenzó a reír.

– ¿De qué te ríes?

– Me refiero a que si te gustaría que te pasara a dejar a la escuela. Me queda de camino – Yanees se sintió tranquila al saber que su prima no quería aventarla. – ¿Entonces? – Yanees asintió. – Pues muévete que ya me voy.

– Deja voy por mis cosas.

***

– Me alegra de que estés aquí – le dijo el señor Roswell invitándola a sentarse.

– No debería – susurró ella.

– ¿Qué has dicho?

– Nada. He venido aquí porque aceptare lo que me pide...

– Sabia que lo harías – respondió Edson feliz.

– Solo que hay un pero señor Roswell.

– ¿Ahora qué?

– Quiero que Sam Green vaya conmigo como mi acompañante – dijo con una sonrisa al ver la cara de desconcierto del señor.

– ¿Es lo único?

– No. Mas aparte los generosos donativos que me prometió – alzó la mirada y ambos se quedaron viendo fijamente por unos cuantos segundos.

– Veo que eres una muchachita muy lista – Edson se recargó sobre su asiento y cruzó los brazos.

– Siempre lo he sido – dijo de manera arrogante.

– ¿Sólo a ese muchacho?

– Por el momento si.

– Entonces es un trato. En el sobre que recibiste está todo lo que necesitaras. Mañana te hare llegar los documentos de tu amigo al igual que los boletos de avión.

– Perfecto – sonrió ella.


Secretos dentro de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora