Capitulo I.

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Era uno de esos aburridos veranos, convertidos de esta forma por mi padre. Él era un hombre de negocios, o al menos así me hacía entender cuando intentaba reclamar el por qué no me dedicaba tiempo. No podía hacer nada ahora, mi madre quién siempre me apoyaba cuando lo necesitaba porque él no estaba, tampoco estaría conmigo en adelante, pero... es un tema que prefiero evitar por ahora.

Quizás muchas personas me han juzgado, y creen que tengo una vida perfecta porque mi padre es un hombre muy importante, pero es típico, que en una familia donde hay dinero, y muchas cosas materiales, haya ausencia de amor. Nada es perfecto, y menos una familia, aunque ya ni puedo llamarle así a los que me acompañan. Rorie, ella era la unica persona con la que ahora podía contar. Era la hermana de mi madre, y era lo suficientemente joven para entenderme como si fueramos solo dos buenas amigas, que obviamente, en eso nos habiamos convertido con el tiempo. Mi padre no la soportaba, como a cualquier amigo que yo podía tener, por lo que mi circulo social estaba restringido gracias a él. Solo estaban Rorie, y mi diario.

Siempre nos ibamos a una casa de campo, que le pertenecía a él, una de sus tantas propiedades de las que se jactaba cuando habían cenas con personas "importantes" en casa, a las que por cierto, me obligaba a asistir y a fingir una sonrisa durante ella. Esta vez no fue la excepción, y ya, contando los primeros días de verano me mandó a empacar mis cosas, para mi gran viaje... largo y monotono.

Me encontraba yo en la ventanilla del auto, con Jeffred manejando. Él era el conductor a quien mi padre llamaba con un acento francés tonto como: "Jeddgfre" y yo solo le decía: "Jef". Con él, al menos eran buenos los pocos momentos, a pesar de ser alguien mayor para mí, y muy serio... pero como mi vida estaba tan restringida, intentaba divertirme con lo poco que conseguia. Recuerdo que años anteriores él era mi amor platonico, y mi madre siempre me decía: "Está guapo hoy Jeffred ¿no?" y yo me sonrojaba porque ella lo sabía. Ella siempre lo sabia todo. Pero yo tengo ahora solo 17 años, y él unos 23.

A mi padre le importaba poco la edad y capacidad de sus trabajadores en absoluto, mientras sean menos años que los de él y necesitaran el dinero, trabajarian a sus servicios. Sí, pueden pensar lo peor de mi papá, después de todo, él es de lo peor.
Llegué a la hacienda, así le gustaba llamarla, pero realmente mi madre le había puesto: "Sin complejos" por que ella decía que allí era donde se sentía como una más, ayudando en los corrales a los sirvientes de mi padre y siendo feliz, al aire libre, a la interperie, natural, justo como ella.

En fin, alli estaba, y Jef poco después se dispuso a bajar mis maletas y dedicarme una picara sonrisa hasta que llegaramos a mi habitación. Allí me quede, al principio no sabía que hacer pero luego me dispuse a ducharme, pues había pasado casi cuatro horas encerrada en un auto con calor, y realmente lo necesitaba. Cuando oscureció un poco más, y ya el azul del cielo tapaba la gran vista desde mi ventana, salí a saludar a todas las personas que conocía y trabajaban aquí. Con ellos, si pasaba días diferentes a las monotonas cosas de la ciudad, donde suponía que era mi hogar. Aunque no voy a engañarlos, sin duda también odiaba estar aqui. Mas que nada por la idea de que mi padre asi lo quisiera.

Sin complejos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora