10. Cayendo (a.) impulso latente

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David gritaba tanto que le dolía la garganta, la ira y el dolor brotaban desde su interior a través de aquel grito desgarrador que atravesaba su garganta como acido corrosivo. Continuaba cayendo y cayendo como si la montaña no tuviera fin. Las lágrimas atravesaban su rostro.

Cayendo... parecía que caer fuera a ser su destino por el resto de la eternidad... caer...

Mientras caía, la culpa lo carcomía... ¿acaso Filideus, Lori y Koru no lo habían recibido amablemente en su casa? Nunca había pensado en eso: ¡Él no tenía ningún lugar a dónde ir! ¡Ellos lo habían acogido! ¡Qué gran agradecimiento le había dado a la hospitalidad de sus nuevos amigos!

Amigos... que le habían ofrecido su amistad...

David sintió ganas de volver, pero las ideas empezaron a fluir en su mente, esas ideas aletargadoras que ya estaba empezando a reconocer...

No había sido tan grave. No había dicho ni una palabra, sólo había huido... quizás convendría más dar una vuelta para serenarse y regresar más tarde pidiendo unas debidas disculpas por su falta de cortesía...

David continuaba cayendo... cayendo y gritando...

¿En algún momento iba a llegar al suelo? Parecía que la montaña fuera infinita...

¿Por qué tenía que ser tan impulsivo? ¡Dejaba que sus emociones lo manejaran! ¡Hacia estupideces locas todo el tiempo! Era un tonto...

Se sentía estúpido y era la peor sensación del mundo para él... ¡odiaba sentirse poco! ¡Era un maldito arrogante! ¡Además de estúpido, era arrogante!

¡Odiaba ser tan impulsivo!

Un momento...

Impulsivo... impulso... ¡impulso! ¡Acababa de recordar las advertencias que le había hecho Filideus acerca de eso!

"Este impulso es una característica inherente en cada ser humano existente, es una fracción de su naturaleza. Ordena al portador buscar algo fácil que no lo hará feliz, pero asegura que mientras no lo tenga no será feliz y lo convence de no sentirse bien hasta conseguirlo...".

¡El impulso acababa de ordenarle salir de la casa! ¡Igual que la primera vez!

Dio una brusca voltereta en el aire y frenó en seco. Estaba a pocos metros de llevar al suelo así que levitó hacia arriba lentamente mientras pensaba.

"La razón por la que saliste no es ninguna. Las que me dijiste son excusas, no razones. Simplemente saliste porque hubo un impulso que te ordenó que salieras de la casa y te dio muchos pretextos antes de convencerte. Ese impulso que te ordenó salir es precisamente la tendencia que tienen los seres humanos a hacer el mal, la tendencia de buscar lo que menos les conviene, de tomar lo que menos les sirve y de olvidar lo que de verdad necesitan. Es una fuerza magnética que atrae al ser humano hacia la oscuridad."

¡Ese impulso sólo quería que él saliera de la casa! ¡El pretexto había sido buscar a su familia! ¡Aun cuando Filideus le había explicado lo que podría suceder si lo intentaba!

Había salido inmediatamente de la casa porque le daba miedo explotarse allí adentro... pero pensándolo bien, Filideus había anulado con facilidad el poder de Hypnofobe, que a su vez lo había vencido fácilmente a él. ¿Acaso no era obvio que Filideus sería lo suficientemente poderoso para evitar que destruyera la casa con una explosión?

"El problema es que, aunque no estés en activo en el Mundo Físico, sigues siendo un ser humano y el impulso reside dentro de ti. Aquí representa un peligro terrible: algo de vida o muerte. Hoy te indujo a que salieras de la casa, donde estabas protegido, y es posible que haya sido él quien informó a los Somnostigios que tú estabas allí e ibas a salir en ese momento."

El impulso estaba latente dentro de él, tratando de inducirlo a equivocarse, quizás escuchando todas sus divagaciones, quizás impulsando algunas malas ideas... ¿quizás?

Era evidente que estaba ahí, pues a cada momento se le ocurrían ideas poco provechosas que lo llevaban a dudas y le daban vueltas en círculo...

Quizás en ese preciso instante estaba atrayendo a algún Somnostigio para que lo atacara.

Acababa de comprender algo muy importante... debía regresar a la Casa de Gart para hablar con Filideus sobre esto... era urgente: ¡de vida o muerte!

David se imaginó a sí mismo volando a toda velocidad hacia la casa de Filideus y salió disparado como un cohete hacia arriba. Entonces algo terrible sucedió: su mente imaginó una frenada en seco y el muchacho no pudo evitarla. Su cerebro se sacudió.

Salió disparado de nuevo hacia arriba pero una decena de asteroides descendieron hacia él: los había imaginado él mismo y estaba seguro de ello.

los oniromantes: el navegante de las pesadillas Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora