12. El monstruo del armario (d) conclusión

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El niño finalmente habló:

—¿Volverás a visitarme, ángel? —preguntó con tristeza.

—Por supuesto que sí —respondió David, aunque ni siquiera sabía si podría encontrar de nuevo su casa, una vez se hubiera marchado y hubiera regresado a la Casa de Gart—. Algún día pasaré a visitarte.

Alejandro lo miraba con tal asombro y admiración que David se sintió incómodo y tuvo que caminar lejos de él, fingiendo que examinaba las paredes de la habitación.

—Eres asombroso. Como el mejor superhéroe. ¿Cómo llegaste a ser... eso que eres?

David sintió deseos de reír. ¿Cómo había llegado a ser lo que era? Muriendo estúpidamente en un accidente. Y en cuanto a lo que era... era sólo un ser humano extraviado y perseguido, lo suficientemente estúpido para meterse en la casa de un chico y salvarlo cuando ni siquiera se creía capaz de salvarse a sí mismo.

—Sé una buena persona. Así el día que mueras tendrás mucho menos para lamentar —respondió David. Al menos esto era algo que sabía a ciencia cierta: lamentaba demasiadas cosas.

—Gracias.

—Nos veremos de nuevo —dijo finalmente David, no muy convencido mientras salía hacia la puerta, comentando al aire, esperando con todo su corazón que el chico lo escuchara—. No olvides nada de lo que te dije. Mira al miedo de frente, enfréntalo y siéntelo. Sólo así podrás liberarte de sus cadenas... hazlo una y mil veces, cuantas veces sea necesario. Aún estás muy chico para saber qué tendrás que enfrentar en el mundo, pero no para saber que quieres ser libre.

Dicho esto, se deslizó rápidamente hacia la salida de la habitación, y bajó las escaleras con calma, confiando en que Alejandro guardara y atesorara sus palabras, y las recordara algún día, cuando más lo necesitara.

Pero David también había salido con mucho que pensar, tanto que esta vez no se detuvo a mirar figuras de acción, sino que se dirigió directamente a la puerta.

Se sintió culpable por decirle a Alejandro que Dios lo había enviado a rescatarlo, pero trató de contentarse pensando en la buena obra que acababa de hacer, además, podría ser que así fuera, pues esa era la casa que había visto y a la que había entrado, habiendo tantas casas atestadas de Somnostigios.

Cuando estaba en la puerta de la casa, David se preguntó si ya sería un buen momento para regresar a la Casa de Gart. Sería buena idea guardar la llave de la casa de Alejandro.

Antes de marcharse, David rememoró cierta parte de la conversación y se sintió sumamente ridículo. A punto de emprender vuelo, no pudo evitar pensar en voz alta:

—Superhéroe...alguien como yo —se le escapó una risa oscura—. Pero para ti lo era, ¿o no? —respiróprofundo—. Después de todo, quizás un buen superhéroe no es el sujeto máshonorable, ni el que tiene los poderes más impresionantes, sino cualquiera quesea real y se preocupe por ayudar a otra persona... 



Nota del autor: 

Terminamos un capitulo más. Chicos, ¿saben? En este capitulo me inspiré en algo que solía vivir cuando era niño. No tenía miedo a un armario pero sí a las figuras que veía en las paredes. Cualquier forma se transformaría en algo mucho más definido: rostros de personas, siluetas de cosas, y cuando eres un niño eso es aterrador. ¿Te pasó alguna vez algo así? T . T

Si lo disfrutaste vota y comenta, please! me ayudarías mucho y también a esta pequeña historia. 

En el próximo capítulo te prometo un misterio y la aparición de un personaje peligroso. 

Un abrazo :)

Próximo capítulo: 13. Invisibilidad



los oniromantes: el navegante de las pesadillas Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora