20. El ladrón de las llaves de la mente (b) un error en el sistema

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—No lo creo —se estremeció Fictiofobe—. ¿Thanatofobe también lo cree? ¡Él que es uno de los dos Jueces Antiguos y oculta la chispa de uno de los Dioses Demonio!

—Thanatofobe me dijo que cosas muy extrañas estaban sucediendo —continuó Necrofobe—. Dijo que Filideus había amenazado al Emperador Naeth la noche antes de que los Spadaccinos atacaran la Torre del Sur.

—Ya lo sabía. Esa historia se regó como pólvora —comentó Fictiofobe.

—Tal vez no sabías que el mayordomo atacó al Emperador esa noche.

Soluzfobe y Fictiofobe intercambiaron miradas de incredulidad, pero luego, al ver nuevamente el rostro de Necrofobe, estuvieron seguros de que decía la verdad.

—¡¿Un criado atacando a nuestro señor Naeth?! —se escandalizó Soluzfobe—. ¡Inaudito!

—Obviamente sería castigado... —murmuró Fictiofobe, mordiéndose el labio inferior.

—Le dieron látigo, naturalmente —respondió Necrofobe y continuó—, pero sigue siendo algo escalofriante, de hecho fue aquel mayordomo. El más bajo de los rangos atacando al más alto... y luego, en la noche siguiente, la Torre Oscura del Sur fue derribada y desapareció Hypnofobe, quien se suponía era inmortal y guardaba la otra chispa de los Dioses Demonio. No hay rastro de él, aunque sabemos que no ha muerto y que su energía es la misma de siempre.

—Son muchas coincidencias —dijo Soluzfobe nervioso.

—Coincidencias y demonios poderosos que desaparecen de un momento a otro. Demonios y Rompecabezas. Uno de ellos incluso había sido pensado por el mismísimo majestuoso Señor de la Imposibilidad ¡Y que alguien venga así como así y lo rompa!

—Hay un poder que impide que los Somnostigios se acerquen a las casas después de que el Ladrón de Llaves haya entrado —comentó Necrofobe.

—¿Debo asumir que Ladrón de Llaves es el nombre que los chismosos han decidido darle a éste fenómeno? —preguntó Soluzfobe.

—Ladrón de Llaves o Ladrón de las Mentes. Los chismosos y los no-chismosos por igual. Todos toman este fenómeno con seriedad, dados los tiempos que corren. Después del ataque de los Spadaccinos a la Torre Oscura del Sur todos sienten la tensión en el aire. Como sea, el Ladrón de Llaves es un asunto serio: es una interferencia ilegal, desconocida, un error de sistema. Entra furtivamente sin que nadie lo vea, evade todos los detectores de humanos y es un total misterio —dijo Necrofobe—. Ya circulan algunas leyendas sobre él.

—¿Leyendas? —preguntó Soluzfobe.

—Algunas son fatalistas, otras no tanto. La mayoría son recicladas de otras situaciones inexplicables del pasado que al final fueron explicadas. En algunas es humano, en otras es una creatura, y en otras es algo incorpóreo, como un virus informático.

—Recuerdo todas aquellas tonterías... se empiezan a usar de nuevo cada vez que hay un error en nuestro sistema, por más minúsculo que sea. Nuestra sociedad es muy paranoica —dijo Fictiofobe, restándole importancia con un ademán.

—¿Hay alguna teoría más o menos realista sobre lo que sucede? —preguntó Soluzfobe.

—Sí. Algunos dicen que es el mismo muchacho que se nos escapó hace poco en la Torre del Sur, el chico del coma. Aunque claro, no son muchos los que creen eso ya que Phantofobia lo conoció y asegura que es imposible porque ese chico no podía ser más común y corriente.

—Entonces hay que descartarlo —murmuró Fictiofobe con impaciencia.

—Dicen que se trata del Deva, que ha regresado —continuó Necrofobe, y Soluzfobe tragó saliva—, aunque eso me parece absurdo. Otros dicen que es un Spadaccino de Élite, o alguno de los Cuatro Niños Prodigio que aparecieron hace años. También se dice que puede ser un ser de otro mundo, incluso un muerto...

—¿Y qué hay del ave? —preguntó Soluzfobe.

—¿Ave? —preguntó Necrofobe.

—Ya saben, el ave sagrada que está por encima de todos los seres de este mundo.

—¡No seas tan tonto! ¡Si hubiera un ave ya la habrían detectado los detectores de seres vivos! ¡Eso es un mito!

—Pues al Ladrón de Llaves tampoco lo han detectado los detectores de seres vivos —replicó Soluzfobe con frialdad—. De hecho podría estar aquí ahora mismo oyendo lo que decimos. Y si mató al Golem, quizás pueda matarnos a nosotros también.

—¡Eso es un disparate! ¡Comparar el poder del Golem con el de uno sólo de nosotros es como comparar una gota de agua con la inmensidad del mar! —terció Fictiofobe, airado.

Desde luego, el poder de los Generales Somnostigios era abominable, pues había nacido del temor colectivo de miles, miles y millones de humanos, y era capaz de reducir a cenizas una ciudad entera si fuera liberado durante tan sólo unos segundos.

—¿Dónde está Thanatofobe?

—Su presencia no me es grata en este momento —repuso Necrofobe con cierto tono de indignación.

Fictiofobe miró a Necrofobe extrañado. Se sabía que Necrofobe y Thanatofobe siempre estaban juntos.

Necrofobe se aclaró la garganta y se explicó.

—Hay una joven mujer que vio el cadáver de su tía a los cinco años y se quedó encerrada con él durante un largo rato. Absorbí su miedo por años pero ahora un amigo suyo está al borde de la muerte y como consecuencia ella teme más a la muerte misma que a los muertos. El

Fictiofobe lo entendió. A ningún General Somnostigio le gustaba perder humanos a manos de otros. Eran como agentes inmobiliarios muy, muy celosos.

—¿Por qué te importaría a ti, Necrofobe, que posees el temor profundo de millones y millones de seres?

—No debería; simplemente detesto cuando esto sucede.

—Pero esto siempre, por toda la eternidad sucederá entre ustedes —lo reprendió Fictiofobe y luego procedió a despedirse—. Es tiempo de marcharme. Los veré en el castillo si hay alguna reunión extraordinaria.

Fictiofobe sacó algo que parecía un rollo de película gigante y lo lanzó hacia arriba.

—Hasta luego.

Fictiofobe saltó hacia la cinta y se fue volando sobre ella como si se tratara de una alfombra voladora. Soluzfobe simplemente hizo una seña de mano y se deshizo en el ambiente. Necrofobe soltó un suspiro y se fue caminando lentamente hacia la ciudad, donde aún quedaba mucho trabajo por hacer ese día.

Parece que el nuevo error de sistema de la Metrópolis ya tenía un nombre sin siquiera estar enterado de ello.


Nota del autor: un error en el sistema ha sido detectado, la oscuridad eterna se estremece ante el más pequeño rayo de esperanza, sin importar qué tan pequeño sea. Toda luz en el mundo resplandece. En el próximo capítulo, el héroe desciende a un lugar impensable; ¿quién habita allí?

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Próximo capítulo: 21. La metrópoli del mar muerto

los oniromantes: el navegante de las pesadillas Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora