20. El ladrón de las llaves de la mente (a) un mal presagio

16 6 0
                                    


Más de una docena de casas habían sido atacadas.

Apariciones repentinas, inesperadas, furtivas, y ninguna prueba visible de que habían sucedido a excepción de la desaparición de los Rompecabezas (es decir, las organizadas estratagemas creadas para absorber miedo humano con elementos reales y ficticios dentro de su psique) y lo verdaderamente inquietante: alguien había robado las llaves de tales casas. Una vez desaparecían las llaves, ningún Somnostigio podría ingresar de nuevo cuando quisiera. Estas personas quedaban convenientemente aisladas del sistema.

No era obra de los Spadaccinos. No era obra de los Magos Blancos. No era obra de Filideus. No era obra de los eruditos del Clan del Loto Púrpura. Todos ellos dejaban señales inconfundibles de que habían estado allí, y especialmente, ellos no eran ladrones que se robaban las llaves.

¿Entonces quién era? ¿Quién podría ser lo suficientemente poderoso para derrotar al Golem de las Dos Cabezas de Dragón? Ese era el nuevo tema de discusión en cada esquina de la Metrópolis, donde se reunían los Somnostigios curiosos, asustados o interesados a comentar.

En tan poco días alguien había se había encargado de romper diversos Rompecabezas, algunos muy poderosos, y todos perfectamente funcionales.

¿Qué estaba pasando? ¿Qué relación podría tener con la visita que Filideus le había hecho al Emperador Naeth hace poco? ¿Qué relación podría tener con el altercado sucedido con el mayordomo del Castillo Central?

En ese día particular, había corrillos de Somnostigios discutiendo en cualquier esquina. Uno de ellos estaba muy cerca de donde antes solía estar la Torre Oscura del Sur. Allí se habían reunido nada menos que tres Generales Somnostigios.

Eso sí que era una novedad.

—¡Cae el despiadado demonio en la noche de la ironía; cae el dragón portador de la angustia más santa al no soportar la muerte de su opuesto mundano y cargado de juicios; muere en el clímax de la noche creada por su espíritu! —exclamó Fictiofobe con aire teatral.

—Eso es lo que indican los detectores instalados por nuestro Señor Naeth —confirmó Necrofobe acariciando las mangas del smoking negro que cubría casi todo su cuerpo gris, muerto y sin vida—. Pero esa debería ser la menor de nuestras preocupaciones.

—¿Me dirás que te preocupa lo de Nebulafobia? —preguntó Fictiofobe y golpeó el suelo con las largas cintas de película que sacudía como látigos. Su torso, hombros, pecho y pies estaban ocultos bajo una estilizada y puntiaguda armadura negra. Su rostro color dorado era muy atractivo y tenía un aire pomposo como el de la más popular estrella de cine.

—¿Qué fue lo que dijo Nebulafobia? —preguntó Soluzfobe. Su voz era fría y débil, tanto que se perdía en el silencio del aire. Su cuerpo era azul claro, era calvo y estaba completamente desnudo, pero su figura también parecía perderse en el ambiente.

—Nebulafobia dice que Neofobe apareció de nuevo, que visitó la Torre Oscura del Norte hace un par de semanas —respondió Necrofobe mientras Fictiofobe soltaba un resoplido de incredulidad.

—No. Es una pésima noticia —comentó Soluzfobe con voz monótona.

—La historia de aquel ser que trae consigo la tragedia y la desata en el mundo entero —comentó Fictiofobe, desenfadado—. La aparición de un individuo cuya presencia abre la Caja de Pandora y libera el caos. ¿Crees en ello, Honorable Necrofobe?

—Sí creo.

—Cuéntame el porqué.

—Neofobe ha vivido en el Mundo Físico desde la edad media y cada vez que ha venido de visita al Mundo de los Sueños se han desatado guerras. Una vez dijo que había olvidado su sombrero favorito en la Torre Oscura del Norte y una semana después empezó la primera guerra mundial. Otro día, vino a preguntar al Emperador Naeth cómo podría hacer para probar comida humana; se metió a la casa de un vietnamita y le pidió que imaginara unos tallarines... ¿dónde crees que fue la guerra esa vez?

—Puede ser que todas hayan sido coincidencias —razonó Soluzfobe.

—Si sucede una vez, puede ser una coincidencia; si sucede veinte, debemos aceptar que existe una relación —dijo Necrofobe.

—Interesante. Puede que se desate la guerra de nuevo —admitió Fictiofobe—. ¿Dónde?

Necrofobe bajó el tono de su voz y los otros dos Generales permanecieron muy quietos ante la severa expresión de su rostro.

—Neofobe aún está en la Torre Oscura del Norte. No vino de visita, sino a quedarse en este mundo. Por eso se piensa que...

—¿Se piensa que la guerra...?

—Sí. Se piensa que la guerra será aquí, en el Mundo de los Sueños —confirmó Necrofobe ante el horror de los otros dos.

—¡No! ¡No puede suceder aquí! ¡No puede suceder ahora! —exclamó Fictiofobe—. ¡No puede suceder ahora cuando el Imperio Somnostigio ha alcanzado una era de equilibrio y balance casi perfecto!

—¿Qué piensas tú? ¿Qué piensa Thanato de esto?

Necrofobe no respondió. Su mirada permaneció perdida en el vacío.

los oniromantes: el navegante de las pesadillas Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora