Prefacio

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Pasado

La cálida brisa de verano golpeaba mi rostro con suavidad. El cielo se encontraba repleto de estrellas brillantes y la luna estaba en su punto cúlmine. Contemplé la hermosa vista que me era regalada y regresé a mi habitación.

Revisé mi atuendo por última vez y suspiré. Un largo vestido color verde moho caía sobre mi cuerpo, un corsé de la época se ajustaba a mi tronco haciendo resaltar mi formada cintura. Sonreí satisfecha y me dirigí a la salida para llegar al esperado baile.

Hace algunas semanas, había recibido una invitación al baile real de vampiros ya que el Rey Vampírico de todo el mundo, tenía un anuncio que dar, y yo, al ser la Reina Vampírica de Europa, debía ir.

A pesar de nunca haber conocido al Rey Vampiro en mis largos años, solían contarme que se trataba de una persona fría y cruel. Todo lo contrario a mí, que a pesar de ser vampira, conservaba sentimientos de pureza.

Me compadecía de la mujer que fuese alma gemela de él. Tendría una vida de sufrimiento.

El trayecto a el gran Castillo Chamberd fue más lento de lo que esperaba. Cuándo llegué, mis guardias me escoltaron hasta la entrada del lugar.

Un imponente Castillo, aún más grande que el mío, se hacía presente. Una perfecta estructura de piedras con largas torres a sus alrededores. También poseía un gran lago tan claro como las nubes perdiéndose en el cielo.

Los guardias del lugar me saludaban con una reverencia a la cual yo respondía amablemente. Una gran puerta de metal me indicaba que era la entrada. Unos ayudantes de allí me la abrieron amablemente y entré a tal preciosidad.

El salón principal se encontraba repleto de vampiros resaltados en la sociedad sobrenatural. Mujeres y hombres charlaban animadamente mientras yo cruzaba el decorado salón para buscar champán. En el trayecto, al menos cien vampiros me habían saludado cordialmente.

Estuve alrededor de veinte minutos en la misma posición,frente a una gran ventana extravagante dándole la espalda a todos ya que no me encontraba con ánimos de saludar uno por uno. Tan sólo esperaba que eso terminase pronto para poder largarme.

Una agradable sensación recorrió por mis venas y cuando observé la muñeca de mi mano, noté que el extraño símbolo comenzaba a tornarse blanco dándole un brillo único.

Sabía perfectamente qué significaba. Pero no podía permitirlo, no aún.

Tenía que salir de allí lo más rápido posible. No podía permitirme ser encontrada por él, pero fue demasiado tarde.

Cuando me giré, me encontré al hombre más hermoso que mis ojos hayan visto jamás pese a que sus ojos parecían ser dos gélidas esferas,y no lograban transmitirme nada. Fruncí las cejas al no poder saber que pensaba. Pero todo se aclaró en mi mente cuando noté el color de su ropa.

Negro.

El único que hoy debía vestir de negro era el Rey de los Vampiros.

Allí lo supe.

El Rey de los Vampiros era mi alma gemela.

¡Maldición! Realmente estaba jodida...

Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora