La necesidad de volver a ver a la persona que tanto amaba luego de tres meses—que fueron una eternidad—era inexplicablemente grande; como si fuese esa línea que mantenía mi cordura de la locura. Quería que sus brazos rodearan mi cuerpo en un eterno abrazo y que me prometiera que estaría conmigo siempre; quería que sus labios encendieran los míos en una pequeña explosión, quería que tranquilizara como solo él podía hacerlo.
Pero y entonces, ¿Por qué sentí mi alma abandonar mi cuerpo en cuanto lo vi? ¿Por qué sentía impotencia? ¿Por qué estaba enojada conmigo misma? ¿Por qué no hice caso a sus palabras?
Sentí un dolor desgarrador atravesar mi cuerpo entero, buscando en lo más recóndito de mi para arrancarme una parte de mi alma; permití que las lágrimas cesaran sin importar que estas dejaran feas manchas en mi rostro, no me importaba.
Él esta allí, sí, pero no era la persona que yo recordaba; el estaba mal, muy mal. Me dolió verlo así, tanto que tardé en reaccionar. Él ni siquiera había notado mi presencia.
Si por ser vampiros éramos pálidos, él lo estaba aún más. Bajo sus ojos había grandes bolsas violetas que me demostraban su preocupación; su cabello estaba más largo y sumamente desordenado, su vestimenta estaba sucia y manchada con sangre, pero sus ojos...
Sus ojos estaban perdidos en algún punto, estaban tristes y melancólicos, perdidos en un mar de recuerdos.
A pesar de todo, seguía siendo hermoso. Porque aquella sombras a su belleza eran sólo eso, sombras que querían ocultar su luz infinita.
—¿Arek?—hablé temerosa—, Arek, soy yo.
Levantó su rostro buscándome con temor hasta que nuestros ojos finalmente conectaron. Fue tan rápido que no lo vi venir, sólo sentí unos cálidos brazos rodearme con fuerza, impidiendo que volviera a irme; aunque ni en mi más sano juicio lo haría.
Se separó unos pocos centímetros de mí sin soltarme.
—¿Dasha? —preguntó—, ¿Estás...aquí? ¿Realmente estás aquí, conmigo?—de sus hermosos ojos salían lágrimas.
Asentí.
—Aquí estoy, Arek—acaricié su mejilla con ternura y una media sonrisa triste apareció por mis labios—.Te he extrañado demasiado...
Sus ojos se cerraron con fuerza.
—Me sentí morir sin ti...—susurró—¿tú jamás te fuiste por voluntad propia, verdad? —negué—, lo sabía, fue ella. Te he buscado por mar y tierra, pero te fallé. No pude encontrarte... Y ahora tú estás aquí, por mérito tuyo...—lo interrumpí.
—No, Arek. Te equivocas, tú recuerdo me dio fortalezas y esperanzas para salir de ese lugar. Por favor, no te culpes. Estoy aquí.
Lo abracé con fuerza, necesitaba sentir la paz que sólo él me brindaba.
—Lamento tanto todo esto, se supone que debía protegerte y no puedo evitar sentirme culpable—murmuró—, pero te he fallado, otra vez. A ti y a nuestro hijo...—me separé de él y tomé su mano para ponerla sobre mi vientre. Sus ojos brillaron por un momento, esperanzados, quizás—Mi hijo...—exclamó —me he perdido tres meses de disfrutar a ambos...¿tú estás bien? ¿el bebé se encuentra bien?
—He estado mejor pero, dentro de lo normal, sí. Nuestro bebé está bien, él está bien.
Se agachó a la altura de mi vientre y fundió en un abrazo a la persona que allí se encontraba. Luego de unos segundos, lo besó con ternura.
—Prometo que estarás bien, lo prometo. Te cuidaré con mi vida.
Esa escena me pareció de lo más tierna, aún en un momento así. Ver a los dos personas más importantes de mi vida juntas—porque aunque mi bebé aún no nacía, estaba con nosotros—, era lo más precioso del mundo.
ESTÁS LEYENDO
Almas Eternas
VampirosEl recuerdo de aquella cálida noche de verano me erizaba la piel, y no es para menos, ese día encontré a mi otra mitad. Pasé cuatro siglos buscando a quién sería mi compañera de eternidad, y cuando finalmente la encontré, huyó de mi. No soy una...